Reseña del libro “Cuarteto de otoño”, de Barbara Pym
En Cuarteto de otoño la escritora británica Barbara Pym nos transporta una vez más en su literatura al Londres del siglo pasado, en esta ocasión a los años 60, de la mano de cuatro sesentones que trabajan en la misma oficina y que apenas comparten sus vidas con nadie. Marcia, Norman, Letty y Edwin tienen sus vidas conectadas por la soledad que caracteriza sus jornadas, pero acostumbrados a la individualidad y a las costumbres que han adoptado en sus años solitarios, se darán cuenta sorprendidos de que quieran o no, los unos han empezado a formar parte de las vidas de los otros inevitablemente.
El mes pasado me estrené con Barbara Pym leyendo su novela Mujeres excelentes después de años teniéndola como pendiente en mi lista interminable de lecturas. Si bien es cierto que esta no me convenció demasiado dado que hacia la mitad del libro perdí el interés por el destino de los personajes, debo decir que Cuarteto de otoño me ha hecho reconciliarme con la autora. En esta historia, Pym habla de la soledad cuando se entra en la última etapa de la vida y de las extrañezas que adoptan algunas personas en dichas circunstancias. Marcia es una mujer que acaba de someterse a una agresiva mastectomía y de algún modo, vive algo enamoriscada del doctor Strong, el cual le ha realizado la operación. Ni se alimenta bien, ni habla con nadie y soporta a duras penas las visitas de Janice, la trabajadora social. Letty por su parte, es una mujer dulce que vive con las expectativas de que una vez jubilada, se irá a vivir al campo con su amiga viuda Marjorie, aunque el propio campo no le acabe de fascinar. Por otra banda, el dúo masculino de este peculiar grupo lo completan Edwin, un viudo increíblemente entregado a la fe cristiana y Norman, un hombrecillo soltero que vive en una habitación alquilada y caracterizado por su peculiar humor.
Los cuatro forman una pandilla extravagante, en el que ninguno se atreve a sobrepasarse en cariño o amabilidad, siendo lo justamente cordiales pero sin implicarse demasiado. De algún modo me pareció muy triste que todos ellos en sus corazas fuesen en muchas ocasiones incapaces de mostrar algo de sentimentalismo, pero aún así, reconozco que en ocasiones, los personajes de esta novela son cómicos y me hicieron sonreír con sus ocurrencias. Hay mucha amargura en ellos pero también una especie de esperanza de compañerismo entre los mismos, al encontrarse todos ellos tan solos. De esta novela me gustó especialmente la importancia de la autora de hablar sobre esta etapa de la vida de aquellas personas que se encuentran solas y darles voz. Suele resultar común olvidar que muchas personas llegan a mayores con poca compañía y que sus vidas también pueden ser interesantes de narrar. En definitiva, estamos ante una novela que se lee de una sentada, perfecta para leer junto a una bebida caliente, en un lugar cálido, con calma y con una sonrisa.
Así pues, recomendaría Cuarteto de otoño a aquellas personas que estén buscando una novela amable, acogedora, una especie de lugar feliz, en la que no suceden grandes cosas tan solo la cotidianidad, aunque pensándolo mejor, tal vez sí que haya algo grande en contar las particularidades de los días cotidianos.