Cuentas pendientes, de Susana Hernández
Que la mujer tiene cada vez más relevancia en el panorama de la novela negra española no es decir nada nuevo. Casos como los de Rosa Ribas o Dolores Redondo no hacen más que confirmar que este género no es exclusivo del género masculino pese a que durante décadas haya sido casi territorio vedado para muchas. Y otra de las mujeres que cada vez suena con más fuerza es Susana Hernández (no confundir con nuestra querida compañera Susana, con la que comparte apellido), que con la serie de novelas policíacas protagonizadas por Rebeca Santana y Miriam Vázquez está consiguiendo cada vez más adeptos entre blogueros y periodistas especializados.
Cuentas pendientes es el tercer libro de la saga que empezó hace cinco años con Curvas peligrosas y continuó con Contra las cuerdas, publicada también por la editorial Alrevés. En esta ocasión, el dúo Santana & Vázquez tiene que luchar para detener a los culpables de una red de tráfico de menores. Además, los acontecimientos obligan a Santana a reabrir asuntos turbios de su pasado que vuelven al presente, teniendo también problemas su pareja sentimental, fiscal de profesión, cuyo último caso mezclará asuntos personales y profesionales de manera demasiado peligrosa.
Lo primero que me llama la atención de Cuentas pendientes es el carisma de sus personajes. Todas las mujeres protagonistas tienen una personalidad definida al detalle, rodeadas de un halo de valentía y fortaleza dignas de admirar, y más moviéndose en ambientes de mayor predominancia masculina, algo que por suerte está cambiando. Es imposible leerse este libro y no sentir admiración por Santana y/o Malena, e incluso por Vázquez, aunque en menor medida.
Susana Hernández intercala diversas tramas que se adhieren a la principal, la del tráfico de niños. La autora juega con el morbo en sus historias de manera inteligente, dando la dosis justa para que el lector sepa apreciar lo escabroso de la situación sin escandalizarse ni empacharse con ello.
Lo mejor de las series de novela negra es leerlas cronológicamente, pues aprecias más claramente la evolución de los personajes y comprendes mejor las tramas que abarcan más de un libro. Sin embargo, yo que soy un lector bastante poco ordenado en esto, me ha sido difícil seguir algunas partes del libro, fuertemente conectadas con hechos ocurridos en novelas pasadas. Pero este fallo es más atribuible a mis defectos como lector que a los de Susana Hernández como escritora, que pese a referirse a hechos pasados, no imposibilitan la lectura de Cuentas pendientes de forma individual.
Por eso, y pese a este pequeño detalle, es agradable haber conocido a personajes como Santana o Vázquez. Susana Hernández escribe una novela negra de calidad, llena de sobresaltos y con una narración sencilla y fluida basada en unos personajes fuertemente construidos. Una grata sorpresa, sin duda.
César Malagón @malagonc