Hace poco tiempo participé en un club de lectura dedicado a la figura del escritor E. T. A. Hoffmann. El emplazamiento para tal reunión no pudo ser más significativo: la biblioteca del Museo del Romanticismo de Madrid. El magnetismo de este palacete con las charlas que surgieron a propósito de las lecturas convirtieron aquellas tardes en un espontáneo viaje al siglo XIX, eso sí, con la ventana siempre abierta hacia el presente. Y es que los Cuentos de Hoffmann destacan, en cierto modo, por su atemporalidad. Si bien es cierto que las referencias musicales o históricas en algunos de los relatos recogidos en esta antología nos pueden ser desconocidos como lectores modernos, no lo es tanto la esencia, el poso que dejan. En el libro que edita Cátedra se recogen hasta siete cuentos que indagan en la psicología de sus personajes, en los miedos y en la división entre fantasía y realidad. La influencia de Hoffmann en la literatura posterior que ha llegado hasta nosotros es innegable.
La experiencia fue mágica en todos los sentidos. Era la primera vez que compartía lectura con otros lectores y fue muy interesante, ya no saber qué les ha gustado o no, sino cuánto se puede aprender por aquello que cada uno interpreta del libro. Además, contar con dos maestras —también en todos los sentidos— que dirigían el club y nos invitaron a recorrer el museo a través de los relatos de Hoffmann no tuvo precio.
Y, ¿qué influencia ha dejado Hoffmann en la literatura posterior? La respuesta es esta: El señor de la arena. Sin duda, el cuento más popular del escritor alemán y mi favorito del libro. La leyenda del «hombre del saco» que arranca los ojos a los niños que no están durmiendo en sus camas le sirvió para crear un relato extenso que se divide en dos partes muy bien diferenciadas. Por un lado, nos presenta a un chico, Nathanael que vive aterrorizado por la presencia de ese hombre que cada noche entra en su casa y va, puerta por puerta, comprobando si todos duermen. El perfil psicológico del personaje que construye Hoffmann da grandes pistas de la lógica evolución que sufrirá Nathanael a medida que avance el cuento para derivar, hacia la mitad, en una historia que parece completamente otra; como si perteneciera a otro relato. Edgar Allan Poe, gran constructor de perfiles psicológicos perturbados, bien podría haber alimentado su creatividad a través de los textos de Hoffmann.
La segunda parte de este cuento, que ya digo, sigue siendo la misma historia, pero en tiempo futuro, se torna hacia el relato más puro de la ciencia ficción. Aquí entra en juego el uso de las máquinas, de los autómatas como sustitutos de la humanidad. Sin desgranar muchos detalles —para que lo leáis, más que nada— lo interesante es la capacidad de inventar un argumento que será muy seguido por autores como Karel Čapek en R. U. R., Villiers de l’Isle-Adan en La Eva futura, Asimov o nuestro Jacinto Grau en el teatro entre otros muchos escritores. Ya no digamos cuánta influencia ha tenido en el cine.
Otro de los cuentos que más disfruté de esta antología fue el también conocidísimo Caldero de oro, una auténtica explosión de fantasía donde los miedos, la envidia y el interés de los personajes se entremezclan creando un festín de exotismos, muy del gusto romántico. Aunque el que ganó más mi atención fue Las aventuras de la noche de San Silvestre, una suerte faustiana de hombres que venden su alma al diablo, representado aquí por una atractiva mujer que los engaña. Cada una de aquellas personas son el reflejo de una sociedad que estimaba mucho las apariencias, el qué dirán. De ahí la importancia de aquellos elementos que pierden al ser engañados por esta femme fatale: la sombra o el propio reflejo en el espejo, todo cuanto es su identidad.
¿Son historias de miedo las que se relatan en Cuentos, de Hoffmann? Es más, ¿los miedos del Romanticismo son los mismos de los de hoy? En cierto sentido, la literatura de terror se consolida como el relato más popular por ser el más aleccionador y cercano en cuanto a contexto histórico y social con sus contemporáneos. No es fácil asustarse mientras lees, yo no lo he hecho mientras leía este libro, pero sí resulta interesante que esa esencia de la que hablaba al inicio están muy presentes en la base del relato de terror actual. En la literatura posterior mucho de ese encantamiento ha servido para inspirar otras narraciones que se adaptan a los tiempos que les toca vivir. Según cómo los interpretes claro que pueden dar miedo. Basta con detenerse a leer la colección de Cuentos de E. T. A. Hoffmann y descubrir por ti mismo cuánto puedes sacar de cada uno de sus relatos. Créeme que serán ellos quienes consigan adentrarte en las historias y llevarte a los encantadores escenarios del siglo XIX.