Todos tenemos predilección por determinados temas, aunque no siempre seamos conscientes de ello. Por ejemplo, yo, al echar un vistazo a mis lecturas de los últimos tiempos, he visto que las historias japonesas y los cuentos tradicionales me tiran mucho. Y parece que la editorial Satori se hubiera dado una vuelta por mis reseñas para dedicar un libro a mis debilidades literarias, porque acaba de publicar Cuentos de hadas japoneses, de Grace James. ¡Un dos en uno! Como comprenderéis, no he podido resistirme.
En este libro, publicado originariamente en 1910, Grace James recopiló los cuentos tradicionales del folclore japonés que había escuchado durante su infancia en Japón. Las ilustraciones del inglés Warwick Goble, especializado en mundos fantásticos y culturas exóticas, fueron el acompañamiento ideal de esas historias entonces, y en esta nueva edición, casi un siglo después, volvemos a disfrutar de la unión de los talentos de estos dos artistas para adentrarnos en el Japón ancestral.
A través de los treinta y cuatro cuentos que componen esta obra, descubrimos las leyendas niponas en las que las deidades, los objetos mágicos, las maldiciones, las criaturas monstruosas o Yomi, la tierra de los muertos, son elementos habituales. No faltan samuráis, bellas y enigmáticas damas o personajes malvados que reciben su merecido castigo. También hay muchas historias de amores imposibles o alcanzados después de muchas vicisitudes; y como es frecuente en los cuentos tradicionales, hay enseñanzas en ellos, pues se crearon para alertar, generación tras generación, sobre ciertos hábitos perniciosos en los que no había que caer bajo ningún concepto y para ensalzar aquellas cualidades que debían poseer las personas de bien si querían que la suerte les sonriera. Gracias a estos cuentos, percibimos el valor que la cultura nipona siempre ha dado a la lealtad, la sabiduría, la honradez, la hospitalidad o al respeto por la naturaleza. Basta con compararlos con los cuentos típicos de otros países (como Cuentos populares portugueses, del que ya os hablé hace tiempo) para ver qué distintas han sido y siguen siendo nuestras culturas. Tampoco los cuentos de hadas japoneses se asemejan a los nuestros; los dos tienen toques fantásticos, sí, pero los occidentales suelen tener un trasfondo más mundano. Quizá por eso las leyendas y tradiciones asiáticas nos resultan tan atractivas: su componente místico es especialmente evocador y continúa muy arraigado en su sociedad actual.
A diferencia de Kaiki. Cuentos de terror y locura, la antología japonesa que leí en un solo día, Cuentos de hadas japoneses ha sido una lectura pausada, pues es mejor leerlos de uno en uno para que la repetición de patrón típico de esta clase de historias no les reste encanto. Sucede lo mismo con sus preciosas ilustraciones, en las que hay que deleitarse sin prisa para no perder detalle.
Tanto los lectores que sientan debilidad por los cuentos tradicionales como los apasionados del folclore japonés disfrutarán con Cuentos de hadas japoneses. Y si les encantan ambos, como me pasa a mí, no deberían perderse esta antología. Historias con finales tristes, divertidos o incluso crueles que nos hacen conocer más detalles de la idiosincrasia nipona e, irremediablemente, enamorarnos todavía más de ella.