Reseña del libro “Cuentos desde El Reino Peligroso”, de J.R.R. Tolkien
Es curioso descubrir que durante mucho tiempo Tolkien y los cuentos de hadas fueron como el agua y el aceite. El creador de la Tierra Media, de un mundo tan fantástico y repleto de seres mágicos y aventuras espectaculares, no sentía especial predilección por las hadas o los pequeños elfos que campaban a sus anchas en algunos cuentos ni cuando era niño. Con todo, llegado el momento, cuando la inspiración se convirtió en una herramienta para aligerar alguna pena familiar, Tolkien acabó escribiendo un buen puñado de cuentos. Porque los cuentos recopilados en Cuentos desde El Reino Peligroso (Minotauro) tienen un doble interés: por un lado por el propio cuento en sí y por otro por la historia que hay tras la narración, esa circunstancia que llevó a Tolkien a escribirlo. Un ejemplo claro es el primer cuento que encontramos: Roverandom. Roverandom es la historia de un perro algo gamberro que se pasa el día correteando y molestando a unos y a otros, hasta que molesta a Artajerjes, un mago que no se anda con tonterías y que acaba hechizando al pobre can y transformándolo en un mero juguete. A partir de este infructuoso encontronazo Roverandom se verá obligado a viajar a la luna y a las profundidades del océano con el fin de recuperar su forma original. Tras esta bonita historia hay un niño que perdió su juguete favorito. Fue uno de los hijos de Tolkien el que extravió un perrito de juguete al que tenía especial cariño, y el padre, como buen padre que intenta proteger a su hijo de tal aflicción, puso a ese perrito a vivir aventuras por medio mundo. Así pues, el juguete perdido pasó a convertirse en una historia oral que más tarde Tolkien acabó trasladando al papel.
En Cuentos desde El Reino Peligroso J.R.R. Tolkien utilizan un lenguaje muy accesible, cercano al que pudimos encontrar en El Hobbit. De esta manera, mientras el público más joven encontrará una buena puerta de entrada a la obra del creador de El Señor de los Anillos, los más avezados hallarán la vertiente más amable y divertida de Tolkien. Egidio, el granjero de Ham así como Las aventuras de Tom Bombadil ponen de manifiesto dicha virtud. En el primer relato conocemos a Egidio, un granjero algo irreverente y cascarrabias que se convertirá en héroe de pura chiripa. Dragones, caballeros y reyes pueblan esta historia en la que el avispado protagonista demuestra que la mejor arma no es siempre una buena espada. Este cuento resulta casi una parábola que habla del triunfo de lo cotidiano, de aquello que parece simple y aburrido, sobre lo pomposo, y todo aderezado con unas cuantas notas de humor. Por otro lado tenemos a Tom Bombadil, personaje que nunca, jamás, fue santo de mi devoción. Si sois de los míos he de deciros que la historia titulada como Las aventuras de Tom Bombadil es en realidad un conjunto de pequeños poemas y que solo dos son protagonizados por el tipo del sombrero. ¡Hurra! Esos cuentos en verso nos hacen descubrir al Olifante, romances imposibles, enanos codiciosos, trolls bondadosos o gatos maleantes mientras, como a lo largo de todo el libro, podemos deleitarnos con las bellísimas ilustraciones de Alan Lee.
Tolkien era un tipo obsesivamente perfeccionista, no hay más que observar con vista minuciosa su obra y descubrir todos esos detalles que la hacen única. La última parte de Cuentos desde El Reino Peligroso trata de eso con un puntito más que adecuado de melancolía. En El herrero de Wootton Mayor nos descubre uno de los relatos más mágicos de todo el compendio: una tarta especial, personajes cascarrabias, una puerta de entrada al mundo de las hadas y la obsesión de perder esa habilidad. La familia resulta lo más importante en esta historia en la que un personaje se ofusca con sus propios quehaceres dejando de lado a todos los demás. Cada paso que da el lector está regado con hechizos, polvos mágicos y postres maravillosos, pero al final, descubrir una vez más lo que verdaderamente importa, resulta tan gratificante como edificante.
Antes de alcanzar la recta final del libro en la que encontraremos un exhausto ensayo sobre los cuentos de hadas escrito por el propio Tolkien, conoceremos al pintor llamado Niggle. Hoja de Niggle es la obra más filosófica de Cuentos desde El Reino Peligroso. En apariencia se nos relata la obstinación de un pintor por pintar el árbol perfecto, pero rápidamente descubriremos las diferentes capas de profundidad que crean este relato. Unas capas que hablan sobre las supuestas distracciones de la vida y que al final resulta ser lo verdaderamente sustancial de este mundo.