Cuentos macabros, de Edgar Allan Poe
Oh, la oscuridad. Ese pequeño reducto de pesadillas, temores, horrores sin fin. Oh, oscuridad, ven a este lugar tranquilo para desbaratarlo. Germen de la muerte eterna, de los bajos instintos, del asesinato más puro, y de la muerte. Oh, oscuridad. Amiga de mi letra, de la tinta que traspasa este papel, de la pluma que agarran mis agrietados dedos. Tú, oscuridad, eres la que contiene estos “Cuentos Macabros” que me hicieron recorrer, durante los días y las noches escritas en el tiempo, lugares de miedo, de turbación, de escalofrío…
Disculpad. No sé lo que me ha pasado. Por un momento me he creído escribiendo sobre el mundo oscuro que nos rodea. O quizá sí que lo sé. Y es que después de leer esta edición de relatos de Edgar Allan Poe, he recordado por qué me gusta este autor, tan amigo de la peor cara del ser humano. Y es que Edelvives ha conseguido una pequeña joya que, gracias a las ilustraciones de Benjamin Lacombe, te sumerge en un mundo oscuro, terrible, pero a la vez hipnotizador. Y si ya a todos estos factores le unes una traducción del maestro Julio Cortázar, ¿qué puedes esperar?. Excelencia por los cuatro costados.
Estos “Cuentos Macabros” puede que no sean los más conocidos de Edgar Allan Poe para los iniciados en la obra del autor, pero desde luego son una bella aproximación. Desde Berenice hasta Ligeia, pasando por El gato negro o El corazón delator, nos movemos impulsados como por un resorte, deseando devorar sus páginas, comernos las uñas nerviosos, admirando la imaginación del autor, pestañeando porque no podemos creer que las ilustraciones que aparecen hayan salido de la mente del ilustrador Benjamin Lacombe, y degustando, con auténtico placer, el universo que creó para él y para nosotros Poe. Además, en esta edición, Edelvives nos regala unas pequeñas notas biográficas del autor, de sus obras, para que conozcamos un poco más cómo el mundo que creó y qué es lo que le llevó a hacerlo; así como pequeñas biografías de las personas que han hecho conjuntamente esta edición. En definitiva, una edición de lujo, tremendamente cuidada (ya desde la misma portada), llena de futuras visitas, con la que te puedes quedar horas admirando la labor de todos los que han producido esta maravilla.
Algo vuelve a pasarme, algo que no puedo controlar…
Oh, la bella oscuridad que me envuelve en esta noche aciaga. Oh, de aquellos que intenten impedirme estas palabras, de los fantasmas que pueblan mi mente, que me cuentan las historias que en este manuscrito dejo como legado. Oh, la oscuridad, que me recoge como el vientre materno. El oscuro sentimiento todo lo abarca, y ya sólo puedo embarcarme en esta misión, en esta escritura hiperactiva, en estos párrafos propios de un condenado y no de un hombre vivo. Oh, el fin, el fin.
Ya estoy de vuelta. El viaje me ha dejado agotado…
Pero antes de despedirme dejadme explicar que “Cuentos Macabros” no es sólo un libro. Es una obra de arte. Una belleza creada para que se disfrute, para sentarnos a leer, palabra a palabra, lo que nos regala en el interior de sus páginas. Un conjunto de relatos vivos, de historias oscuras, que gustarán a todo aquel que lo tenga entre sus manos.