Imagina que estás en un bosque. Una enorme luna llena preside el cielo, rodeada de incontables estrellas que le hacen compañía. Las llamas de tu hoguera danzan al son del crepitar de los leños y, de vez en cuando, una sombra se escabulle entre los árboles. No consigues ver qué es y tu imaginación se dispara. Ni siquiera te planteas que haya sido un animal. Te ríes de ti mismo por tu supersticioso miedo, pero te mantienes alerta. Tú, un ser humano del siglo XXI, has sucumbido al poder de la naturaleza y te sientes incapaz de dar respuesta a todos los misterios que esconde. No te faltan ganas de coger el coche y regresar a la ciudad.
Piensa ahora en nuestros antepasados más remotos, viviendo en un entorno todavía más inhóspito, sin conocimientos para interpretar los fenómenos naturales ni medios para protegerse de ellos. Solo les quedaba la imaginación; inventar historias que dieran sentido a lo que les rodeaba, repletas de seres superiores, de recompensas y castigos, que les marcaban las pautas de cómo debían comportarse para evitar la ira de la tierra, el cielo y el mar, y sentirse un poco más seguros. Muchos de esos cuentos han caído en el olvido, otros perviven a lo largo de los siglos, sobre todo en la tradición oral de los pueblos indígenas, y Vicente Muñoz Puelles los ha recogido en Cuentos y leyendas de la Tierra.
A través de las historias de los indios hopi o los aborígenes de Siberia, Australia y Sierra Leona, entre otros, Puelles hace un recorrido por el pensamiento mágico que ha conformado nuestra manera de ver el mundo desde tiempos ancestrales. Cuenta el origen de la Tierra y el inframundo, el Sol y la Luna, los accidentes geográficos o los fenómenos naturales a través de las leyendas de Caronte y su barca, el dios escandinavo Thor o el cíclope Polifemo de La Odisea, y otras tantas historias protagonizadas por personajes desconocidos pero igual de sugerentes. En ocasiones, estos cuentos tienen parte de base real, como los que explican qué son los fósiles, y otros son pura fantasía, como el que narra que el origen de la noche se debe a que un murciélago perdió una cesta llena de oscuridad que debía llevar a la Luna, y que desde entonces vuela en todas direcciones intentando atraparla. Es evidente que estas leyendas son la semilla de nuestra literatura y que los escritores siguen utilizándolas como fuente de inspiración. Que una enorme tortuga surque el universo con ocho elefantes que sostienen la Tierra sobre ella no es una de las alocadas ideas concebidas por Terry Pratchett, sino una leyenda hindú a la que el fallecido autor británico supo sacar mucho partido en su Mundodisco.
Cuentos y leyendas de la Tierra también menciona algunos descubrimientos científicos que nos hacen ver a nuestros antepasados con otros ojos. Hace 45 000 años los neandertales ya lloraban a sus muertos y los enterraban con flores como símbolo de afecto y en la Edad de Piedra se realizaban calendarios lunares, por ejemplo. Pese a todo, algunos enigmas de nuestro mundo siguen sin respuesta. El llamado Pozo Superprofundo abierto en Rusia, con 12 262 metros, no ha logrado llegar al centro de la Tierra, por lo que todavía podemos fantasear con la descripción que hizo Julio Verne en su famoso libro.
Cuentos y Leyendas de la Tierra muestra la visión mágica del mundo frente a las explicaciones científicas, muchas veces igual de increíbles. Dos caras de la misma moneda que no deberían ser excluyentes. Porque si algo nos diferencia a los seres humanos es la capacidad de razonar, pero también la de fantasear. Así que túmbate al aire libre a contemplar la luna y las estrellas o atrévete a sentir la oscuridad. E imagina qué historia se esconde tras la sombras, como cuando eras niño. Dar sentido a nuestro mundo, de una u otra manera, es apasionante.