Ya he demostrado por aquí más de una vez que me atrae todo lo que tenga que ver con el lado oscuro de la mente. He reseñado algún libro del gran Oliver Sacks y otros de curiosidades neurológicas como Un esquimal en Nueva York, de José Ramón Alonso. Por eso, un título como De mentes y dementes llamó mi atención.
Se trata de una recopilación de artículos de divulgación sobre psicología y neurociencia, en la que se abordan temas tan diversos, por ejemplo, qué es la locura, qué se considera normal y anormal, cuándo el placer se convierte en vicio, por qué mentimos, a qué edad se empieza a entender la ironía y el sarcasmo, las características comunes de los asesinos en serie o la de los suicidas.
Los artículos de De mentes y dementes van a menudo acompañados de listas. Como la de los famosos y personajes de ficción clasificados según su trastorno mental, las famosas que han padecido anorexia o los artistas que se han suicidado, además de cinco páginas con ejemplos de parafilias, a cuál más rara, y tres páginas dedicadas a fobias.
Sin embargo, hay dos aspectos que me han sacado por completo de la lectura. El primero tiene que ver con un error garrafal de la edición: en la mayoría de las páginas hay palabras pegadas; varias en cada una, además. Nunca he visto algo igual. Tirón de orejas, Lince Ediciones, las galeradas también se revisan.
Y el segundo aspecto hace referencia a ciertas partes del contenido. Se supone que varios de los autores son psicólogos, mientras que otros son editores o escritores. No me he parado a ver la autoría de las frases que me han escandalizado, pero, hayan sido escritas por expertos en la materia o no, es lo de menos, ya que se han publicado en un libro al que se le presupone base científica.
Aquí, un par de citas: «No sabemos dónde buscar respuesta o dónde encontrar una causa: acudimos a la magia, creemos en los humores, como Hipócrates, o en el alma, como la psicología». ¿Acaso la psicología es ahora medicina alternativa? «La homosexualidad se considera un trastorno de la identidad sexual». ¿Trastorno? Ya hace treinta años que la OMS dejó de catalogarla como enfermedad mental. Y por si fuera poco, en el apartado de adicciones, se pone de ejemplo a una «amiga que no ha mandado a paseo al novio que la maltrata, la menosprecia y ya ni siquiera le promete que cambiará». ¿Soy yo o esa frase culpa a la víctima? Y en el capítulo de los síndromes, se cataloga como banal al de burn out, como si fuera un desgaste espiritual y de infarto del alma, cuando hay estudios de sobra que demuestran los motivos y consecuencias de ese estrés laboral que sufre especialmente el personal sanitario. Eso, unido a las continuas referencias a Freud, como si nada hubiera evolucionado en los últimos cien años, me hace poner en tela de juicio la base científica del resto de las explicaciones.
Una lástima que estos dos aspectos hayan ensombrecido otras partes interesantes. Que cada cual juzgue si lo positivo de De mentes y dementes compensa lo negativo.
Hombre si compras libros VV.AA te puedes encontrar de todo