Si hay una nueva novela de Martínez de Pisón, ya me interesa. Así son las cosas, porque hoy por hoy es uno de los narradores a los que más me gusta leer. Es posible que la historia que cuenta guste más o menos, pero de lo que no hay duda es de la calidad de lo que vamos a leer.
Ya les adelanto que en general también las historias me gustan, me entretienen, y en muchos casos, como ha sido este, me han resultado mucho más interesante de lo que en un principio esperaba.
Es decir, si esperaba mucho, he obtenido más.
Con esta frase empieza el libro: “Mi padre no siempre se pareció a Demis Roussos”. Así de sencillo y así de fácil ha sido que este autor cree en mí esta necesidad de conocer más sobre lo que sigue a esas nueve palabras.
Derecho Natural ha recibido el Premio Nacional de Narrativa, y, sinceramente, no me extraña en absoluto; lo merece, y eso que yo no soy ni de premios ni de lisonjas, pero si alguna novela le ha salido redonda absolutamente, yo diría que es ésta.
Una historia que nos cuenta Ángel en primera persona, un relato familiar que llega al lector, porque es un buen retrato de la época de la que nos habla, la Barcelona de los años setenta y el Madrid de los Ochenta. Lugares que pueden ser representativos de lo que ocurrió en casi todas las capitales de provincia de este país. En definitiva, una España reconocible por todos nosotros.
Pero en Martínez de Pisón siempre hay algo más, ese algo más son sus personajes, tan ciertos y honestos que el lector se los cree, yo me los creo; no los hay carentes de personalidad ni desdibujados, todos están en su papel, todos forman parte de la historia que transmite, de la historia que forma parte de la Historia para que todo encaje.
Yo estudié unos años Derecho, aprobé, y no con mala nota, Derecho Natural, era una asignatura que me gustaba, no era fácil pero sí interesante. Hoy ya no se llama así, pero el Derecho Natural como la Filosofía del Derecho son asignaturas como hechas para mí, porque de no haber iniciado esa carrera seguro que me hubiese gustado hacer Filosofía, esa que dicen que ya no sirve para nada pero que todos los estudiantes de medicina, biotecnologías y diversas ramas de la ciencia buscan para organizar su propia mente y su propia alma.
Pero estábamos hablando de Derecho Natural, del Derecho Natural que nos trae Martínez de Pisón, de esas historias familiares que son al mismo tiempo historias para mostrarnos la España de un tiempo concreto, además del comportamiento humano en las situaciones normales o anormales de la vida.
A mí, esta forma de relatar del autor, me recuerda a los grandes autores de aquellas sagas familiares rusas que todos tenemos en la mente, pero también se me dibujan en su escritura hombres como Pio Baroja o Sender y en ello coincido plenamente con el crítico y también autor, Antón Castro, aunque para mí, también anda presente por sus palabras mi querido Delibes, y es por ello que para algunos es un autor catalogado como clásico, incluso hay quien opina que es un autor que no arriesga.
En mi humilde opinión les diré que Pisón consigue sus objetivos sobradamente. Su forma de escribir crea lectores, fusiona cercanía y calidad, y en esta ocasión nos lleva a una transición en la que veremos ese tiempo del nacimiento de la democracia desde su parte más humana, la transformación de las personas, que al final es lo que lleva a los cambios sociales.
Cambio físicos y mentales que nos irán mostrando cada uno de los personajes sin que apenas nos demos cuenta de lo que están describiendo; la vida en tránsito, la mujer en tránsito, la sociedad en tránsito, la familia en tránsito, y cada uno de los personajes reinventándose como buenamente puede.
Cuando estas cosas se cuentan en primera persona suelen atar al autor a un ritmo dado, pero Pisón sabe moverse por el tiempo y el espacio sin que el lector aprecie el efecto, haciendo fácil lo que para otros autores es imposible, de hecho en algunos suena tan poco natural que puede parecer moderno o arriesgado, cuando lo que realmente hay es falta de pericia literaria.
Una historia que me ha conmovido, divertido, entretenido, me ha hecho recordar el gusto por leer sin que haya una traducción de por medio, me ha hecho reflexionar sobre el buen trabajo que desarrollan estos autores que dejan por escrito las huellas de nuestro pasado, pero poniendo al ser humano en primer plano, hablando de aquellas cosas que parece imposible poder pasar del plano particular al general… Y eso es lo que pasa con el Derecho Natural, con ese derecho no escrito, el que brota de nuestra propia especie, de nuestra básica condición humana.
Como ven, en esta ocasión no me ando por las ramas y les digo que lean a Martínez Pisón e intenten descubrir si hay algo más allá de las palabras, pero si no quieren ustedes hacer ese trabajo lector, léanlo y sencillamente disfruten.
¡Amiga, que te estás haciendo muy crítica! jajaja, te lo digo por ese “en algunos suena tan poco natural que puede parecer moderno o arriesgado, cuando lo que realmente hay es falta de pericia literaria”, ¡eso es! me gusta oírte llamar al pan pan y al vino vino, que estoy totalmente contigo.
Hace muy poco, escuché en un programa de libros que no te gusta mucho, a un escritor que explicaba lo importante de cómo se escribe para que lo mismo dicho con una combinación determinada de palabras, llegue al lector. Explicaba que los seres humanos somos por encima de todo seres narrativos, necesitamos una historia para interpretar, y dependiendo de cómo esa historia estuviese contada, la incorporarás o no a esa otra realidad narrativa que te hace ser lo que eres, ya sabes, como dice Hariri, que el ser humano es el único ser vivo que vive en una realidad dual, la objetiva común a todos los seres vivos, y la subjetiva que deriva de nuestras creencias, y que adquirimos por una narración que incorporamos a nosotros mismos.
Algo así.
jajajaj lo mejor de este autor es que es fácil reseñarlo, es un buen escritor que sabe contar buenas historias y que además tienen una profundidad para todos los gustos 😉
Es más, para escriibr libros como estos hay quienes precisarían de el triple de páginas, y eso no nos gusta mucho, verdad? Yo además le añado que es de Zaragoza y me temo que es un hombre entrañable y muy humano…
Un autor al que no me da miedo recomendárselo a nadie sin miedo a errar,