«Pocas veces nos hacemos una idea de cuánta libertad se requiere para expresar de la mejor manera posible el más pequeño pensamiento propio». Estas palabras de Walter Benjamin, que aparecen en las primeras páginas del libro, son la desgarradora verdad de la historia de Hannah Arendt. Hace poco leí que cuando te expulsan de tu tierra – o mejor, tu Tierra – tienes tres caminos posibles de reacción: pensar que el lugar nuevo en el que estás te acogerá, pensar que algún día volverás a tu tierra, o darte cuenta de que ya no eres de ningún lugar y de que nunca podrás volver a serlo. Es a partir de esta tercera vía de la que han nacido grandes pensadores, y dentro de este grupo late con fuerza – todavía hoy y gracias a continuadores como Marie Luise Knott – Hannah Arendt, la teórica a la que nunca le gustó que le llamasen filósofa.
Hannah Arendt decidió pensar en un mal momento. Judía y viviendo en Alemania, todo discurso que salía de sus labios o sus dedos era visto como transgresor, violento e incluso delictivo. Tuvo que exiliarse a Estados Unidos y fue allí donde vivió la transformación. No solemos pararnos a pensar en la mezcla que se produce en nosotros – en nuestra habla, nuestra escritura, nuestro pensamiento, nuestro ser – cuando salimos de nuestro lugar y nos instalamos en uno nuevo. Arendt tuvo que lidiar la batalla de la traducción, que ella misma se hacía de sus obras en alemán; para darse cuenta del gran cambio que una obra traducida padece, aunque la haya traducido el mismo autor que la original – si lo original existe –. En esas «expediciones del pensamiento» se encontraba Arendt inmersa en un no lugar como era su nueva residencia en otro país.
Estas aventuras mentales que la teórica alemana plasmaba en el papel, han sido ahora absorbidas por Marie Luise Knott – especialista en Arendt – y resumidas en este Desaprender que publica Herder Editorial. Dividido en cuatro grandes bloques – Reír, Traducir, Olvidar el perdón y Dramatizar –, Desaprender nos muestra el pensamiento a pasos de una de las más grandes intelectuales del siglo XX. La risa y la ironía: «En el momento de la risa el hombre y lo humano mismo pueden ser lo más fuerte en tiempos de oscuridad». El darse cuenta de que esa doble visión que sufrió al tener que convivir con sus propias traducciones, esa distancia, era de igual forma en la vida misma, todo traducciones de un original inalcanzable: «El traductor se hace portavoz de la otra voz, que él hace perceptible a través del abismo del espacio y del tiempo». La importancia del olvido de un perdón que ha marcado a los que serán, para siempre y para todos, los perdonados: «Perdonar, compadecerse y reconciliarse no revocan nada, sino que continúan la acción iniciada (…) Perdonar es una acción y no una reacción». Y por último, la necesidad de dramatizar el mundo, de convertir el mundo en un escenario: «Por lo general suponemos que la máscara oculta el auténtico sí mismo; en Arendt la máscara es la forma en la que el sí mismo puede manifestarse».
Termina el libro con un apéndice – Diferencias transatlánticas – en el que se nos muestra la gran diferencia entre mismos fragmentos escritos por la autora en inglés o en alemán: la diferencia en la expresión del lenguaje, en el uso de vocabulario, en la extensión, etc. Hannah Arendt, en definitiva y como podréis ver si os adentráis en este impactante libro, lo pensó todo en un momento en que pensar era ser empujado a una zona en la que todo estaba de nuevo por construir. Tengo muchísimos fragmentos del libro subrayados, no sé si de las cosas que no he entendido bien y que necesitan otra lectura o de las cosas que más me han gustado. Lo que tengo claro es que si hubiera tenido que subrayar lo que me ha marcado de Desaprender, ahora mismo todo el libro tendría una gran raya gris bajo sus palabras. Bienvenidos al pensamiento, un lugar del que no se puede salir.