No sé si alguna vez he hablado por estos lares de mi amor por Portugal, su lengua, su cultura y su gente. He vivido allí algunas temporadas y Lisboa me sigue pareciendo una de las ciudades más maravillosas donde quedarse mucho tiempo. Algo que no descarto hacer en el futuro, la verdad.
Portugal nunca deja de sorprenderme. Una de estas últimas sorpresas ha sido descubrir, gracias a la editorial Amistades Particulares, a la poeta Judith Teixeira. Si para vosotros es tan desconocida como lo era para mí, dejadme que os cuente.
Judith Teixeira nació a principios de 1880 en Viseu. Con 27 años adoptó los apellidos de quien para entonces era el marido de su madre. Nunca supo quién fue su verdadero padre. Con esa edad, Judith vivía en Lisboa. Unos años más tarde se casó, pero el matrimonio duró poco pues en 1913 el marido pidió el divorcio acusándola de adúltera y de abandono del domicilio conyugal. Con 34 años contrae de nuevo matrimonio con un joven de origen noble de quien adoptaría el apellido.
Desde adolescente escribió versos, pero no fue hasta 1923 cuando autoeditó su primer libro: Decadência. Tan solo un mes después, el Gobierno civil de Lisboa incautó el poemario junto con otras obras de otros artistas. Sus obras eran consideradas inmorales y fueron quemadas. Judith Teixeira fue acusada de “desvergonzada”. Y aunque algunos intelectuales de la época, como Pessoa, salieron en defensa del resto de autores, nadie dio la cara por Judith. Quizá por ser mujer y lesbiana, palabras mayores en aquella época.
Judith siguió autoeditando sus libros y dirigiendo la revista Europa. Con su último poemario publicado, Nua. Poemas de Bizâncio, volvió a ser criticada, difamada y acusada de perlas tan bonitas como “vergüenza sexual y literaria”, o “loca porque sí”. Tras la publicación de un manifiesto estético y de una novela corta titulada Satânia, Judith desaparece de la faz de la tierra. Vivió el resto de su vida como una persona anónima, viuda, sin hijos ni bienes hasta que con 79 años falleció.
Como podéis ver era necesario que os resumiese la historia de mujer, que aparece detalladamente explicada en el prólogo del poemario. Judith fue una mujer adelantada a su época y precisamente por eso, por ser mujer y visionaria, la ridiculizaron y despreciaron. Menos mal que el tiempo es sabio y hoy día podemos disfrutar de ella.
Desnuda es una antología de su poesía, que por primera vez podemos disfrutar traducida al español. La edición es, de todas formas, bilingüe, algo que me ha encantado pues he podido leer los poemas en su idioma original y apreciar la belleza y los matices de estos.
Su poesía es tremendamente sensual, libre y valiente. Sin duda, modernista y adelantada para su época. Aunque esta frase hecha en este caso me rechine un poco. Más que ser ella una adelantada, que lo era, sus compañeros eran un retrógrados que veían en una mujer con ideas propias y lesbiana una especie de amenaza. Menos mal que, como he dicho antes, el tiempo es, a veces, justo y nos acaba poniendo en el lugar que nos corresponde.
Traducir poesía siempre me ha parecido un demonio. Creo que es muy difícil y que la máxima de “traduttore traditore” se cumple de lleno cuando tratamos de ser fieles al traducir un poema. Sin embargo, la traducción de Desnuda me ha parecido muy buena y la idea de presentar esta antología en una edición bilingüe creo que es todo un acierto.
Sin duda merece la pena descubrir a Judith Teixeira, darle voz y devolverle el protagonismo que en su día le arrebataron. Gracias a estas mujeres valientes que no se amedrentaron nosotras estamos aquí.