Mientras leía este libro solo se me venía una pregunta a la cabeza: ¿cómo voy a reseñarlo sin “spoilear” la primera parte? Contextualicemos. Después de ti es la continuación del best seller Yo antes de ti, donde Louisa Clark conoce a Will Traynor, o lo que queda de él. Porque Will, un chico aventurero, arriesgado, amante de la vida, sufre un trágico accidente que le deja atrapado dentro de los límites de una silla de ruedas. Se queda tetrapléjico. Louisa es la chica que le cuida, que le hace compañía, que le da las medicinas y le limpia, que aguanta su mal humor día tras día y que tiene una única meta: hacer que renazcan en él las ganas de vivir. ¿Cómo hablar de la segunda parte sin explicar el final de la primera? Es un gran dilema. Podría explicaros qué pasó y por qué ahora Louisa se ha mudado a Londres, lejos de su pueblo natal, o podría simplemente hablar de por qué me decidí a leer estos libros y qué he sentido cuando he buceado entre sus páginas.
Siempre he odiado los spoilers. Mucho. Ese odio acérrimo nació el día que una amiga me contó quién moría en Harry Potter y el misterio del príncipe y desde entonces me prometí que jamás, costara lo que costara, haría lo mismo. Por eso no os voy a decir qué pasó con Will, ni por qué ahora Louisa trabaja en un bar de un aeropuerto donde tiene que llevar un uniforme que le hace parecer un elfo pornográfico. Ni quién llama inesperadamente a su puerta haciendo que su vida dé más vueltas que una lavadora centrifugando. Y tampoco os voy a contar quién es Sam. Y mucho menos por qué Louisa acaba hecha añicos en el suelo de Londres tras haberse caído desde una azotea.
Tengo una camiseta que me regalaron al comprar el DVD de Big Fish, esa película tan extraña de Tim Burton donde salen Ewan McGregor y Helena Bonham Carter (añadir aquí muchos corazones) donde se puede leer “nunca hablábamos de lo que no hablábamos”. Esta frase tiene mucho sentido en esta reseña: ya hemos hablado de lo que no vamos a hablar. Por lo que ahora, que ya hemos marcado los límites, os voy a contar por qué me decidí a leer este libro.
Hace más o menos un mes, haciendo papeleo en Santander, me pilló una tromba de agua. Una de esas de verano que hacen que se te cale hasta el alma. Mientras amainaba, entré en mi lugar preferido: la librería más grande de Santander. Recorrí todos y cada uno de sus pasillos y acabé comprando Yo antes de ti. No tenía ni la más mínima idea de qué iba, pero tenía curiosidad por leer el libro del que todo el mundo hablaba. Cuando monté en el autobús de vuelta a casa, lo empecé. Y me quedé a cuadros nada más leer el primer capítulo. Yo me esperaba una historia de amor, de esas empalagosas y con muchos corazones y mariposas revoloteando por las páginas. Pero estaba muy equivocada. Más que una historia bonita, es una historia cruel. Jojo Moyes nos muestra una vida destrozada, unos sueños frustrados, una vía por donde las esperanzas se escapan de las manos. Y Louisa tiene que lidiar con todo ello. Tiene que tragarse sus miedos, su mal humor y sus rabietas para intentar que el día a día de Will sea mejor.
La segunda parte sigue esta tónica. Louisa continúa presa de esos miedos que no le dejan avanzar, que no le dejan desarrollarse como persona. La tienen postrada tras esa barra en un aeropuerto donde todo el mundo parece tener un destino, menos ella. En Después de ti, Louisa tendrá que ponerse en pie, despojarse de todos esos miedos y aprender a vivir. Pero, por suerte, no lo hará sola. La persona misteriosa que llama a su puerta (y no es con un sentido metafórico), le enseñará que es cierto eso que dicen de que la muerte acecha en cada esquina y que no solo respirar es vivir.
Siempre he oído eso de que las comparaciones son odiosas y yo no puedo estar más de acuerdo. No es justo comparar la primera parte con la segunda, porque no tienen mucho que ver. Lo mejor es leerla sin prejuicios, olvidándose un poco de la historia del primer libro, aunque sin dejar de ser conscientes de que es donde todo empezó. Solo así podremos dejarnos llevar por esta historia cargada de emociones y ser cómplices de los miedos de Louisa. Pero también de su fortaleza, de su capacidad para salir adelante, aunque sienta cómo su corazón llora con cada latido que da.