Si te pregunto quién es Carlos Toledo, es posible que no tengas ni idea. Pero si te digo T_Diary puede que sí. Sobre todo si te mueves a menudo por Instagram y eres uno de sus sesenta y nueve mil seguidores.
Yo no lo conocía, la verdad, ni por su nombre verdadero ni por el artístico. Así que cuando me crucé con el anuncio de la publicación de Diario de un cavernícola del siglo XXI y leí que se trataba de «una suerte de estudio sociológico sobre la actualidad a través de un compendio ilustrado con situaciones humanas de realidades irónicamente cotidianas» me vine arriba y quise leerlo. Será que mi vena sociológica sigue estando ahí, aunque lleve años sin tenerla en cuenta. Y, claro, mis expectativas no se ajustaban demasiado a lo que me iba a encontrar. Aunque reconocerás que la frase grandilocuente con la que lo definían tuvo parte de culpa, ¿no?
Evidentemente, Diario de un cavernícola del siglo XXI no es un estudio sociológico, tan solo una recopilación de las viñetas que Carlos Toledo cuelga en su Instagram cada día a las ocho de la mañana. Quienes lo sigan y conozcan su estilo no se defraudarán. Y quienes no tengan ni idea de su trabajo, si no van con ninguna idea fija, más allá de pasar un rato ameno, tampoco. Yo me olvidé de mis ideas preconcebidas nada más abrir el libro y me dejé llevar por las situaciones cotidianas que T_Diary recrea a través de sus sencillos monigotes. Porque a sencillez no les gana nadie: unos círculos y unos palitos para representar la esencia de la anatomía humana. Y precisamente por esa extremada sencillez me sorprendió tanto la expresividad que tienen. Igual te cuentan cómo es un fin de semana en una casa rural, los momentos clave del paso del colegio a la universidad o las dificultades de la vida del autónomo. A veces, a T_Diary le basta una viñeta y otras, dibuja la historieta entera. Y suele acompañar los dibujos con unas pocas palabras, o ni siquiera eso. Tira de tópicos, esas ideas que necesitan poco para ser reconocidas y para que nos sintamos identificados, pero en ocasiones consigue darles un punto de vista nuevo, un giro imprevisto, y son esos casos los que más he disfrutado.
Recurre especialmente a momentos de la infancia y, sobre todo, a los primeros años de juventud, aunque también aborda problemas y situaciones típicas de la edad adulta, por lo que la mayoría de lectores encontrarán gran variedad de viñetas en las que verse reflejados a sí mismos o a amigos y familiares. Sin embargo, he echado en falta que Carlos Toledo trazara un hilo conductor más claro, que le diera mayor consistencia a la sucesión de viñetas que se presentan como un diario, en lugar de limitarse a recopilar simplemente os dibujos con los que ha triunfado en las redes sociales en los últimos años. Es cierto que hay algunas páginas escritas que apuntan a ese propósito, pero no lo han logrado del todo, en mi opinión.
Eso no quita que Diario de un cavernícola del siglo XXI cumpla con su objetivo de sacarnos una sonrisa. Entre la ternura y la ironía, todos nos sentiremos identificados en mayor o menor medida y nos reiremos de nosotros mismos y de la sociedad en la que vivimos. Si sois fans de T_Diary, lo disfrutaréis mucho, y si no lo conocíais hasta ahora, es posible que os aficionéis porque la expresividad de estos monigotes resulta adictiva. Humor gráfico sencillo pero efectivo.