Diario de una volátil, de Agustina Guerrero
Me levanto cada mañana con un humor diferente. Los lunes, mejor ni me hables. Los martes, estoy más templado, pero si no me tomo mi café, no soy persona. Los miércoles, cansado, la mitad de la semana se me hace cuesta arriba. Los jueves un poco más animado, se acerca el descanso. El viernes, eufórico, hoy todo va a salir bien, aunque ahí fuera haya alguien que quiera estropeármelo. Y es que yo soy como esas veletas que se mueven según el viento. Y todos somos así. O eso quiero creer. Y así es como disfruto de Diario de una volátil, las andanzas de una chica que puede ser como tú y como yo, pero que nos alegra la vida con sus imágenes. Será que estamos faltos de humor, será que no hablamos las cosas tal como son, será que no nos divertimos lo suficiente en esta vida, pero lo que está claro es que aquí donde me veis, aquí mismo, sentado mientras escribo esta reseña, ya he querido matar a más de uno, después me he sentido querido y, tras una visita a un sitio muy íntimo de mi casa, me he dado cuenta que hasta los mismitos reyes se limpian el culo de la misma forma. Porque todos cambiamos cada día, todos nos enfadamos, nos divertimos, sonreímos y lloramos, y eso no nos convierte en trastornados sino en seres humanos. ¿Qué sería del mundo si todos tuviéramos las mismas reacciones en las mismas situaciones? Algo demasiado aburrido, y de eso sabe mucho la autora… ¿No me creéis? Pasad y ved, insensatos.
Si yo fuera Agustina Guerrero y tuviera que hablar de mi obra, lo tendría difícil porque hay mucha tela que cortar en ella. A simple vista uno puede disfrutar de esta lectura como pequeños episodios de vida, de esa que aparece entre los huecos del desagüe, esa que nos despierta cada mañana al mirarnos al espejo mientras vemos que las ojeras nos han convertido más en un oso panda que en una persona. Pero eso sería sólo a simple vista, porque hay algo más que no se tiene en cuenta. Diario de una volátil es humor lectores, es un humor que lo llena todo, que lo sobrepasa, que se nos entrega para que disfrutemos, leedlo bien, para que disfrutemos, porque ya es lo suficientemente cabrona esta vida como para que no tengamos un rato de descanso. Y a mí me gusta reírme, de mí mismo, de los demás incluso, y también con ellos, porque en esta vida hay que aprender a reírse hasta de la muerte, que ya es, y convierte lo que a simple vista parece una viñeta en esa carcajada que se había quedado acongojada en la garganta, inundándolo todo como cuando éramos pequeños, que nos reíamos porque sí, de la mayor tontería, y que perdimos con el tiempo y con la madurez (maldita edad adulta, ¿dónde estarán esas tardes de juego?). Porque la vida es un juego y parece que nos ha olvidado jugar.
Yo no tengo reparos en decir que las lecturas forman parte de mi vida casi tanto, o más, que mis amistades. Es así. Ellos lo saben y cuando me ven leer no me molestan. Pero cuando me ven reír se asombran porque hay muchos que piensan que la lectura es solamente una forma de intelectualidad mal entendida. Diario de una volátil es ese asombro, es esas imágenes con las que nos despertamos cada día pero reflejadas en la hoja, en el papel, en el contraste entre el blanco, el negro, y todos los demás colores, cuando explota algo y lo inunda todo sin pestañear. Es la vida de una chica que se ríe, sí, de eso va esta reseña, pero que también se enfada, que llora y se arrepiente, que se caga en la madre de algunos, que maneja el silencio como quien maneja un cuchillo, certero y al fondo, que no sabe elegir y cuando lo hace sabe que se ha equivocado, es todos nosotros juntos cuando intentamos escondernos del mundo o, incluso, cuando queremos abrirnos a él, en canal, para que nos llene por dentro. Es que somos así, volátiles, como ella, como Agustina Guerrero y la vida que se cuela entre los pliegues del sujetador. Porque allá fuera, tras las ventanas, tras la lluvia o tras el sol más cegador que exista, hay algo que se nos olvida casi siempre: que dentro de nosotros hay tantas vidas como momentos vivamos, que reír es una de las mejores medicinas, que ser como uno es se parece mucho al regalo que se esperaba con devoción en la noche de los Reyes Magos y que leer este libro puede no cambiar una existencia en su conjunto, pero si al menos nos hará diferentes, con esa sonrisa boba en la cara, recordando todas esas tonterías que hacíamos antes y que ya hemos olvidado. Porque siempre, repito, siempre, tenemos que recordar que la risa es esa parte importante en la vida con la que podemos compartir viaje, de la mejor de las formas.
Tiene pinta de ser superdivertido!!!
Lo es Alonso, lo es!! 🙂
yo vivo en Gandia pero soy tu fan siento que tu nos entiendes, y eso es lo que vale…mi hijo vive en Barcelona y le he pedido tu libro…..tambien le pedi que fuera a la firma del libro y que me lo dedicaras pero creo que no he tenido suerte…..todo depende de que depende….aaahhhhhhhhh de lo que es importante para mi o para el…jajajajajaa bueno el libro espero que este comprado y sea mi proximo regalo……………sin palabras