Días de sangre y resplandor, de Laini Taylor
El título lo dice todo. No estamos ante algo liviano, como una pluma. Estamos ante la guerra misma, ante la batalla entre el bien y el mal, cuando ni siquiera se sabe muy bien quién es el bien y el mal. Estamos ante el amor en tiempos de guerra, de odio, de sangre. Y estamos ante una de esas narraciones que, navegando por otro mundo, nos mantiene pegados a las páginas como si nos hubieran echado pegamento en las manos. Días de sangre y resplandor es la segunda parte de otra historia ante la que rendí pleitesía cuando salió a la venta, no sólo por la originalidad de su argumento sino por cómo estaba escrito. Y así fue como esperé esta segunda parte como agua de mayo, como si no hubiera un mañana y cuando, un buen día, lo encontré en mi estantería, sabía que tarde o temprano esta historia tendría que ser leída, con calma, degustando lo que sucedía, y volviendo a vivir lo que los personajes que se nos presentan son capaces de vivir. Entrad de nuevo en este mundo de ángeles y quimeras y no podréis salir sin ningún rasguño. Os lo dice alguien que se ha metido de lleno en la batalla.
Karou y Akiva se han separado. Ya no queda nada de lo que les unió en otro tiempo. O quizá sí. Pero ambos se encuentran en medio de la lucha encarnizada por la vida entre ángeles y quimeras, y mientras los cadáveres se van apilando en los dos bandos, verán que, a lo mejor, sólo el amor hará que los dos puedan vivir para siempre.
Hace unos meses, cuando la primera novela de Laini Taylor cayó en mis manos, me vi arrastrado a un mundo que, aunque parecía que iba a ser más de lo mismo, me golpeó con toda la fuerza de que disponía en ese momento, y quedé enamorado (quizá literalmente, he ahí el problema de coger cariño a los personajes de un libro) por la historia que se fraguaba entre Karou y Akiva. Me sorprendió la originalidad, la forma de narrar, los personajes atípicos que vivían en las páginas del libro. En definitiva, fue una maravillas. Días de sangre y resplandor bebe de las mismas fuentes, no en vano es la continuación de su anterior novela, pero en este caso va dirigida a un público un tanto más adulto, ya que aquellos que convivieron con sus personajes en la primera parte, han crecido igual que los protagonistas. Y podríais preguntar si lo que se nos cuenta tiene el mismo sabor que Hija de humo y huesos, pero eso sería resumir todo a una comparación absurda. ¿Por qué? Porque aunque parezca raro, la novela que tenemos entre manos, a pesar de ser una continuación, puede observarse como algo independiente, como la representación más amarga de la guerra, de los bandos enfrentados, en una suerte de Romeo y Julieta del mundo fantástico, aunque este paralelismo haya sido utilizado hasta la saciedad en la literatura juvenil. ¿Estamos, pues, ante una historia de amor como la primera entrega? Sí, lo que subyace al conflicto entre ángeles y quimeras tiene como telón de fondo el sentimiento que unía a los dos personajes, pero lo que hay en primer plano es una guerra en la que nadie, ninguno de los dos, puede salir vencedor.
Puede que a mí me parezca algo acertado y me equivoque, pero hay que agradecer a Laini Taylor que apareciera en un momento en el que el panorama literario estaba demasiado plagado de historias, más o menos parecidas, siguiente la estela de la saga de vampiros por excelencia. Renovó, de alguna manera, un género como es el infantil, presentándonos a una heroína que no sólo no dudaba, sino que además, era fuerte, se enamoraba del enemigo sin poder evitarlo, pero que aun así no se convertía en la repelente niña que haría todo por su amado. Día de sangre y resplandor sorprende por no omitir detalles de lo que las encarnizadas batallas ponen de relieve en la historia: que cuando dos mundos chocan es imposible que no haya consecuencias negativas. Sepan algo que a mí me parece importante: esta segunda parte de la trilogía creada por la autora no sólo es algo grande, sino que es mejor que su primera entrega, y quizá sólo por eso ya merezca la pena. Pero si alguno de vosotros espera encontrarse en ella el mismo panorama que dejó en el anterior libro, no verá sus expectativas satisfechas, porque verá que aquí hay algo completamente distinto, algo que no tiene nada que ver, pero que aun así es importante que se disfrute. La capacidad de crear un mundo que se desangra, pero en el que el amor es la única salvación posible.