“Dora solía decir que es breve el tiempo que lleva acostumbrarse a las sombras, pero que, sin embargo, uno nunca se hace del todo a la claridad, como si solo nos sintiéramos a salvo en nuestros propios recovecos, allí donde nadie es capaz de llegar.”
Llevaba demasiado tiempo queriendo leer esta novela. Había escuchado maravillas de ella y, cuando la vi en la mesa del salón de una de mis mejores amigas, sabía que iba a ser una de mis próximas lecturas. Ella, que no suele leer demasiado (y que está descubriendo que le gusta más de lo que pensaba, una enorme alegría para una lectora apasionada como yo) me dijo que le había encantado. Que tenía que leerla. Y le dije que eso era justo lo que quería.
Conozco parte de la obra de Elvira Sastre porque he leído algunos de sus libros de poemas, que disfruté bastante. Pero creo que lo que más me ha gustado de ella fue una publicación bastante diferente: A los perros buenos no les pasan cosas malas. Me pareció tan humana, tierna y repleta de sentimientos, que fue demasiado difícil no empatizar con la preciosa historia real que narra. Y lo mismo me ha ocurrido con Días sin ti.
Desde que empiezas a leerla empiezas a notar cómo los pelos se te ponen de punta casi con cada página. Los sentimientos están a flor de piel. Y es que Días sin ti trata temas universales como la pérdida, los sueños y el amor. Y lo hace desde la perspectiva de dos personajes muy diferentes a los que les une una historia común: una mujer que vivió la guerra civil española y la posguerra, la represión y un amor prohibido en aquellos tiempos duros y crueles; y su nieto, un joven artista que lucha por conseguir el “latido” del que siempre le hablaba su abuela, que no es otra cosa que la razón de ser de su vida.
Y, capítulo tras capítulo, las historias de pérdida, amor, desamor, felicidad o tristeza se van entretejiendo de tal modo que el lector descubre que no son tan diferentes como creen. Y que Dora se convierte en todo un ejemplo para Gael, el otro protagonista de este libro. Y, como os decía, es imposible no empatizar con las vivencias de ambos personajes, unidas con un lazo que, como nos muestra la autora, jamás podría romperse. Y que podrían ser las nuestras propias y las de nuestros antepasados.
“Es así: el amor no es más que comprensión. Al fin y al cabo, entender a alguien es mucho más sencillo que entendernos a nosotros mismos. Basta con abrir los ojos y aguzar la mirada, responder sus preguntas con sus respuestas y no con las nuestras, y dejar la puerta siempre abierta.”
Creo que otro aspecto remarcable de la novela, que la hace especial y diferente, es la prosa directa y sencilla de la autora, que logra desnudar su alma pedazo a pedazo a través de los relatos de sus personajes. A través de cada reflexión o aprendizaje de ambos, consigue plasmar sus emociones, sentimientos, ideas y miedos más profundos. Esos que son tan difíciles de expresar con palabras porque te da la sensación de que se quedan cortas ante lo que estás viviendo o sintiendo. Ella lo hace, y a la perfección.
Días sin ti es de esos libros que te enseñan algo de ti mismo que ni siquiera sabías, que se meten en tu cabeza para viajar entre tus recuerdos. Para volver a tu infancia y soñar despierto. Para que no te olvides que todos tenemos a una Dora y a un Gael. Unos abuelos, padres, hermanos o amigos que son como hermanos. Que creen en nosotros sin ninguna duda, que nos empujan alcanzar nuestras metas, que se convierten en ejemplos. Creo que esta, al menos para mí, es una novela inolvidable.