No he leído El nadador en el mar secreto, libro por el que William Kotzwinkle recibió elogiosas críticas, pero sí la reseña que le dedicó mi compañero Diego, y puedo asegurar que, tras leer Doctor Rat, me he quedado con la misma sensación que tuvo él: reseñarlo va a ser difícil porque la trama es dura, muy dura. Y eso que esta novela puede considerarse, en muchos aspectos, de humor.
La culpa de todo la tiene Doctor Rat, una rata de laboratorio que se ha puesto del lado de esos investigadores que amputan, inoculan tumores o hierven a las de su especie o a cualquier otro animal, en nombre de la ciencia. Doctor Rat es un ser carente de empatía, que se cree superior a sus iguales: modelos básicos, sin sentimientos ni alma, que merecen la tortura a la que son sometidos para saciar la curiosidad humana. Cuando, de repente, algunos de ellos reclaman su derecho a la libertad, Doctor Rat se erige como salvador de la ciencia. Este doctor chiflado tiene paralelismos más que evidentes con Hitler a lo largo de toda la novela y, aun así, su retorcida personalidad provoca escenas hilarantes, lo que lo convierte en un personaje difícil de digerir y de olvidar.
El equilibrio entre los extremos demuestra la maestría del William Kotzwinkle. Es capaz de recrearse en las atrocidades que se llevan a cabo en los laboratorios, granjas y mataderos y en la impasibilidad con la que los humanos contemplan la desesperación y el sufrimiento animal, con un tono sarcástico e incluso surrealista que aligera la carga y nos provoca la risa. Y, encima, intercalar momentos conmovedores, escritos con un extraordinario lirismo, como aquellos en los que se adentra en la conciencia de los animales que viven en libertad; águilas, tortugas, perros, elefantes, ballenas o perezosos que conocen el verdadero sentido de la vida, los pequeños placeres que hacen que todo merezca la pena, y que se niegan a que los humanos les hagan sentirse inferiores y vacíos. La desazón, la risa y la esperanza confluyen constantemente en esta novela, por eso, su lectura es una experiencia incomparable a la de cualquier otra.
Doctor Rat asquea, incomoda, divierte y conmueve, todo al mismo tiempo. La rata protagonista es una lunática despreciable y deseamos que fracase ante los animales rebeldes. Pero se parece demasiado a nosotros, los humanos, y eso es lo que más perturba: nosotros somos el enemigo y nos merecemos ser batidos.
Doctor Rat es un alegato contra la tortura animal y sus vacuas justificaciones. Una novela animalista, dirán algunos, ahora que está tan extendido el término. Y es cierto que es un libro muy oportuno, aunque William Kotzwinkle lo escribió hace cuarenta años y ya fue premiado entonces con el World Fantasy Award. Ahora que el debate sobre la inmoralidad del maltrato animal está sobre la mesa, Doctor Rat es una lectura necesaria e ineludible, que removerá la conciencia hasta de los lectores más reacios a esta cuestión. Pero repito que es una historia dura, muy dura, no apta para aquellos humanos especialmente sensibles al sufrimiento ajeno; de esos que aún quedan, aunque ninguno de ellos aparezca entre las páginas de esta novela.