Reseña de la novela “Donantes de sueño”, de Karen Russell
¿Qué tal duermen últimamente? Regular, tirando a mal, seguro. El insomnio es últimamente uno de los temas de conversación de moda, un malestar indefinido que ya casi tiene los tintes de problema de salud pública. Es lo que plantea Karen Russell como premisa de esta novela que, sin dejar de ser una ficción especulativa, tiene un vínculo fuerte con la realidad.
En un futuro cercano, Estados Unidos sufre una crisis de insomnio, con miles de casos terminales y numerosas muertes. No existe una cura certera, pero se ha conseguido que los privilegiados que duermen bien puedan donar parte de su sueño profundo a los desesperados, raquíticos, famélicos insomnes. Las Brigadas Duermevela, una organización no gubernamental, se encarga de gestionar el banco de sueño, y es la principal fuerza de ataque contra el problema.
La heroína, protagonista y narradora de Donantes de sueño es una mujer joven llamada Trish Edgewater, una de las principales captadoras de donantes, que utiliza su propia pérdida personal, la muerte de su hermana Dori tras varias semanas insomne, como parte de su discurso de captación. Es precisamente Trish quien consigue incorporar a la Bebé A, hija de los Harkonnen, una niña milagrosa cuyo sueño funciona como la sangre O negativo, puede transfundirse a cualquiera. Cuando un donante anónimo infecte el banco de sueño con una pesadilla que se vuelve letal, las transfusiones de la Bebé A se pondrán más que nunca a prueba, y eso provocará un dilema moral en Trish y en toda la organización Duermevela.
Russell se agarra con entusiasmo a una premisa original, muy al estilo Philip K. Dick y nos ofrece una narración imaginativa con tintes de thriller, resuelta en menos de ciento ochenta páginas… que se antojan escasas. Para lo corto que es el texto, la autora dedica bastante tiempo a la construcción del escenario, en ocasiones da la impresión de no profundizar suficiente en algunas situaciones (como el mismo procedimiento de donación), y a medida que la historia se precipita hacia su resolución algunos giros resultan forzados y precipitados.
No obstante, Donantes de sueño es entretenida en líneas generales, se lee del tirón y no está exenta de una prosa por encima de la media, a la que contribuye la traducción de Rubén Martín Giráldez (que se encargó de Exhalación, por ejemplo). Y luego están los temas. No solo habla del valor del descanso sino que también llama la atención acerca del control que ejercen sobre nosotros las instituciones, de lo que implica convertir hasta lo más valioso en mercancía y de dónde establecer los límites a nuestra ayuda desinteresada a los demás. Como otras buenas ficciones especulativas, Donantes de sueño destaca, pues, más por lo que sugiere y su capacidad para hacernos pensar que por la historia en sí. El universo que consigue construir Karen Russell termina siendo un perfecto material para una serie de televisión o una película en la que contar lo mismo con imágenes. Me extraña que no haya llegado hasta el momento, quién sabe si llegará en un futuro cercano para llenar cualquiera de esas noches de insomnio que todos tenemos en estos tiempos.