Una de las novelas que más ganas tenía de leer este año es esta que hoy os reseño, la nueva novela de María Oruña. Y tenía ganas de leer Donde fuimos invencibles por dos razones. La primera de ellas, por ver como seguía desarrollándose la historia entre la teniente Valentina Redondo y Oliver. Y la segunda, por ver cómo se ponía el broche a esta trilogía creada por la autora viguesa. ¿Trilogía? ¿Estás seguro, César? No sé qué razones me habían llevado a pensar que estas novelas tendrían forma de trilogía, pero en la presentación del libro pude hablar con la autora, que me sacó del error diciendo que nunca había pensado en cerrar la historia en una tercera entrega y que esta novela, junto a las anteriores (Puerto escondido y Un lugar a donde ir) forman parte de una saga de novelas que ya ha quedado bautizada como “Los libros del Puerto Escondido”.
Una vez subsanado mi error y mi despiste, toca volver a viajar a Suances, esa villa marinera que tan bien aparece representada en los libros de María Oruña. El periodo estival termina en la ciudad y la calma se ve rota por la muerte del jardinero de una de las casonas más reconocibles del pueblo, el antiguo Palacio del Amo, que ahora regenta el último de sus herederos. Hablamos del joven americano Carlos Green, que ha viajado a España con la intención de vender la casa y rememorar los buenos veranos pasados aquí en su juventud. Todo apunta a que la muerte del jardinero es una muerte natural, pero los testimonios de Carlos y algún que otro vecino pondrán en alerta a la Guardia Civil por una posible presencia de fenómenos paranormales en dicha casa. Valentina Redondo, pese a su escepticismo, se pondrá a investigar lo sucedido, dejando a un lado su metódico proceder para adentrarse en mundo poco ortodoxo.
En esta ocasión, María Oruña abandona temporalmente la novela negra para escribir una historia donde el misterio es el elemento principal de la trama. Y es cierto que hay un muerto que lo desencadena todo, pero los focos parecen centrarse más en la aparición de los fantasmas que en resolver si el pobre jardinero fue asesinado o tuvo una muerte natural. Este giro al misterio se nota también en las continuas referencias (Henry James, Agatha Christie…) que aparecen de este género literario en la novela, para regocijo de todo lector.
Los libros de esta autora tienen varios puntos fuertes, como ya he comentado en las dos reseñas anteriores de sus libros. Uno de ellos es lo bien definidos que están los personajes que ayudan a la teniente Valentina Redondo en sus investigaciones. María crea en la comandancia de la Guardia Civil un ecosistema especial en el que cada personaje tiene su papel asignado. Tenemos al bocachanclas de Sabadelle, al aplicado Rivero o la siempre eficaz Clara Múgica. Otro de sus puntos fuertes es la documentación que adorna la trama y la surte de contenido. Si en el último de sus libros conocíamos de primera mano las investigaciones de un grupo de arqueólogos, en esta ocasión veremos las dos caras de la investigación de los fenómenos paranormales. Esta labor de documentación nos lleva incluso a seguir los pasos de una antigua actriz de Hollywood con lazos familiares fuertemente arraigados en Suances.
El último de sus puntos fuertes, y para mí el más importante, es la brillantez con la que la autora es capaz de jugar con varias tramas distintas entre sí e ir uniéndolas poco a poco tanto en el tiempo como en el espacio. En esta ocasión, Donde fuimos invencibles son tres historias que convergen en un final común. Por un lado, tenemos la historia troncal, el Suances presente que viven Oliver, Valentina y los habitantes del Palacio del Amo. Por otro lado, tenemos el borrador del libro El ladrón de olas, donde Carlos Green vierte sus experiencias a modo de memorias. Y, por último, las clases del profesor Álvaro Machín a las que asiste Christian Valle, un experto en fenómenos paranormales.
Es en esta última parte donde se nota la ingente y laboriosa labor de documentación que elabora María Oruña para sus novelas. En mi caso, quizá por eso de ser documentalista de profesión y gustar de recopilar datos e imágenes, disfruto muchísimo con esta parte, y por eso disfruté tanto de su anterior libro, Un lugar a donde ir, el mejor de los tres de la saga hasta el momento, en mi modesta opinión. Aunque hay que destacar esta vez las virtudes como personaje del profesor Machín, todo un descubrimiento, pues pese a ser un personaje de ciencia lleno de sabiduría se muestra abierto a conocer otros mundos, si es que en realidad existen.
María Oruña vuelve a mostrarse como una magnífica tejedora de historias, mezclando siempre de forma notable presente, pasado, elementos históricos y misterio para hacer de sus libros una experiencia lectora única. Eso sí, he de reconocer que, puestos a elegir, prefiero una novela genuinamente noir. Pero volviendo al inicio de mi reseña, doy gracias a la autora por seguir alargando esta saga. Pese a que en esta ocasión casi no hay tiempo de entrar y profundizar en la historia de amor de Valentina y Oliver, no hay duda que la misma irá desarrollándose en entregas posteriores.
Lo que sí que tengo claro tras leer Donde fuimos invencibles es que ya va siendo hora de visitar Suances. El amor con el que María Oruña describe esa tierra y sus gentes ha podido conmigo, y este verano aprovecharé para visitar esta villa marinera, el Palacio del Amo (o lo que quede de él), la Playa de los Locos, Villa Marina o cualquiera de los bellos parajes de “Los libros del Puerto Escondido”.
César Malagón @malagonc