Reseña del cómic “Easy Breezy”, de Yi Yang
Disfruto sobremanera las historias protagonizadas por niños. Tal vez sea cosa de la nostalgia y una forma de rememorar mi propia niñez. O tal vez simplemente es la amalgama de inocencia y travesura de la que solamente hacen gala los niños. Una mezcla que muestra más matices si tomas a individuos de clases sociales diferentes y de edades variadas y los obligas a colaborar. Se puede liar bien parda. En el cómic Easy Breezy a los niños hay que añadirle un delito y unos mafiosos de tres al cuarto y ya tenemos un potaje de aventuras bien suculento. Pero empecemos por el principio, por ese momento en que las cosas se complican. Ese preciso instante ocurre cuando Tío Ya, un tipo algo bobalicón y con problemas de ludopatía, decide robar una furgoneta aprovechando que el dueño se ha dejado las llaves puestas, y que vendiéndola seguramente pueda saldar algunas deudas. Li Yu, un delincuente juvenil que hace días que no asiste a clase, y amigo de Tío Ya, no parece poner objeciones al absurdo plan. Pero en el último momento, cuando el robo ya se está perpetrando, descubre que Yang KuaiKuai (compañero de clase, inteligente, friki y diana de todas sus mofas y de alguna que otra patada en el culo) está observando lo que ocurre y podría ser un testigo potencial. Así que la lógica lo lleva a introducirlo en la furgoneta por la fuerza para convertir al testigo en cómplice. Lo que ninguno de ellos sabe es el que el dueño de la furgoneta no es trigo limpio y hará todo lo posible por recuperarla.
Una vez más recurro a la editorial Nuevo Nueve para acercarme a cómics menos comerciales, así como a artistas de gran talento que de otra forma pasarían inadvertidos en nuestro país. En esta ocasión es Yi Yang, la talentosa dibujante de origen chino, con su cómic Easy Breezy la que llega con una road movie protagonizada por una pandilla muy peculiar. Easy Breezy se presenta en un formato físico que recuerda al manga, por su tamaño y por la sobrecubierta. Echando una ojeada en su interior, sobre todo a la disposición de viñetas y al dibujo, descubrimos que se aleja de ese estilo, al menos del más clásico y comercial. Y es que Yi Yang tiene un estilo minimalista que va un poco más allá del simple sketch, un dibujo con una potente personalidad propia que estaría a medio camino de autores como Ken Niimura y Taiyo Matsumoto. A pesar de este aparente ahorro de recursos a la hora de dibujar, Yi Yang consigue transmitir infinidad de sentimientos mediante el rostro de cada uno de los personajes, con la gestualidad o incluso con primerísimos planos. Porque si en algo sobresale el dibujo de Yi Yang es en los tiros de cámara y en las perspectivas casi imposibles que la autora elige para contar la historia. Todos y cada uno de esos planos de cámara forzados hasta decir basta dotan de dramatismo y velocidad al dibujo, los pocos tonos ocres con los que es coloreado lo hacen único.
Easy Breezy es una de esas historias que fluye con mucha naturalidad. La forma en que cada uno de los personajes, a medida que unen lazos y se ven obligados a cooperar por un bien común, se abre mostrando sus sentimientos resulta enternecedora. Las situaciones se suceden a cien por hora, y a pesar de ello la autora es capaz de crear un background para cada uno de los personajes; para algunos un simple bosquejo o una suposición infundada, para otros recuerdos que ahondan en el pasado y en cicatrices todavía por cerrar. En el colofón de Easy Breezy Yi Yang se descubre como una autora capaz de hacernos sufrir y reír a partes iguales por unos personajes a los que es muy fácil coger cariño. Porque más allá del ruido de furgonetas que huyen a toda pastilla, de mafiosos entrados en carnes, de criminales de baja estofa y de animales de zoo que huyen en manada creando el caos, Easy Breezy solamente va de un puñado de inadaptados intentando encontrar un lugar en el que encajar.