El accidente, de Ismáil Kadaré
Una reflexión sobre los límites del amor y del deseo disfrazada de kafkiana novela de misterio.
Hace ya algunos años que leí una de las primeras novelas de Ismáil Kadaré, Crónica de piedra, un relato autobiográfico sobre su infancia en la Albania ocupada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Guardo un buen recuerdo de aquella novela de aire mítico, escrita con una prosa intimista y cargada de lirismo, pero reconozco que si volví a Kadaré fue en parte por el premio Príncipe de Asturias que le concedieron en 2009 (no sin polémica, servida por cortesía del inefable Sánchez-Dragó), y en parte por curiosidad: de repente, al eterno candidato al Nobel, cuya “marca de la casa” eran textos complejos y oscuros, llenos de símbolos y referencias a los clásicos, le había dado por escribir una de espías.
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Por su estilo retórico y alambicado El accidente es una de esas novelas que no sólo requieren mucha atención por parte del lector; también precisan de una cierta disposición de ánimo. Tengo que admitir que, en varias ocasiones, mientras perseguía a Kadaré por su extraño laberinto, me pregunté: “pero, ¿de verdad me está gustando esto?” La manera de narrar de Kadaré te arrastra a un estado parecido a ese en el que, ni del todo despierto ni del todo dormido, es imposible distinguir entre los últimos jirones del sueño que se desvanece y las primeras impresiones de la mañana que comienza. Atrapado en esa tierra de nadie, mientras mi mitad despierta protestaba contra las dificultades de la lectura, la mitad dormida se negaba a despertar, a dejar de leer.
El planteamiento de El accidente es el de una novela de intriga, un thriller. Un taxi, camino del aeropuerto, se sale inexplicablemente de la calzada y sus dos pasajeros mueren al instante. El conductor recuerda vagamente que la imagen en el retrovisor de algo que hicieron los pasajeros, o quizá de algo que no hicieron, le distrajo del volante. Finalmente, el caso se archiva como un accidente de tráfico más.
Los fallecidos, albaneses ambos, son Besfort, asesor del Consejo de Europa para asuntos balcánicos, y su joven amante Rovena. La implicación de Besfort en siniestros asuntos relacionados con la guerra de los Balcanes atrae la atención de los servicios secretos de varios países implicados en el conflicto y, cerrada la investigación policial, se inicia otra más oscura y compleja.
El accidente recoge las pesquisas del investigador de los servicios secretos albaneses encargado del caso. La investigación, en lugar de seguir por los cauces habituales –pistas, sospechosos, testigos, giros narrativos–, toma un rumbo metafísico en el que pronto deja de tener importancia la resolución del misterio, si es que existe alguno. Sumergido en una atmósfera irreal y asfixiante, completamente kafkiana, el investigador se olvida de lo que tenía que esclarecer y se obsesiona con las personalidades de los fallecidos y, muy especialmente, con su extraña y morbosa relación. Desesperado y febril, en lugar de redactar el informe que se le ha encargado decide reconstruir (¿debería decir “inventar”?) la crónica de las últimas semanas de Besfort y Rovena con todo detalle –sus motivos, sus sueños, sus miedos–, completando los escasos datos de los que dispone con sus propios motivos, sus propios sueños, sus propios miedos.
El resultado es el relato laberíntico y obsesivo de una relación enfermiza que desemboca en una reflexión, más filosófica que policíaca, sobre la naturaleza y los límites del amor.
Besfort y Rovena fueron amantes durante años. Llevaban vidas independientes y, siguiendo un impulso más carnal que sentimental, se reunían esporádicamente dónde y cuándo las misteriosas ocupaciones de él se lo permitían. Durante todo ese tiempo, la fijación de ambos fue mantener viva la pasión y blindar su relación frente a los celos, la rutina y las infidelidades. Cada vez con más intensidad, su obsesión les empuja a buscar la esencia última del amor, sus límites, su forma de expresión más pura y primitiva, pero al mismo tiempo más brutal.
¿Hasta dónde puede llegar el deseo? ¿Puede el amor justificar cualquier acto, por humillante que sea? El accidente deja muchas preguntas en el aire. Es difícil saber si Besfort y Rovena son dos visionarios que han alcanzado por amor un estado de existencia más elevado, inexplicable para el resto, o si son simplemente dos locos. O peor aún: un retorcido maltratador y su víctima. Kadaré deja abiertas todas las posibilidades.
Todo es ambiguo y difuso en El accidente; los sueños se mezclan con la realidad, las suposiciones con los hechos, las frases pronunciadas y las solamente imaginadas. Sin embargo, en el pequeño mundo hermético de Besfort y Rovena cabe todo: el amor y el odio, el deseo y el temor, la humillación y la crueldad… ¿el asesinato? Incluso puede que algo peor.
Y en el fondo, siempre presente, otra forma de amor brutal e irracional: el nacionalismo extremo. ¿Es la guerra de los Balcanes una metáfora de la relación de Besfort y Rovena o, por el contrario, es él un reflejo de los Milošević, Ceauşescu u Hoxha a los que combatió?
Quizá no sea esta la mejor manera de recomendar un libro; más bien les he trasladado un conjunto de opiniones contradictorias y dudas para que decidan por ustedes mismos. En realidad, ahora que lo pienso, ese es un buen retrato de El accidente: un texto ambiguo y desconcertante. También se trata de una novela compleja, pero muy bien escrita; desasosegante, pero adictiva. Y, desde luego, no es una novela de espías; está mucho más cerca de Kafka, o de Kertész, que de los cánones de la novela negra.
Sánchez-Dragó afirmó que conceder el Príncipe de Asturias a Kadaré era “una extravagancia”. Es posible; desde luego los otros candidatos eran más convencionales y conocidos, pero ¿y lo sano que es ser extravagante de vez en cuando?
Javier BR
javierbr@librosyliteratura.es
Jajajajaja, tienes razón Javier, en ocasiones hay que ser un poquito extravagante.
No me he podido resistir a comentarte esta entrada porque leí en su día esta novela y aun estoy dándole vueltas y más vueltas. La cogí pensando que era una novela de acción para pasar un buen rato en veranito, hombre imaginaba que sería policiaca pero que encontraría algo especial, diferente (lo digo por el autor); a mitad del libro empezé a pensar que me había dejado algo por leer, me había perdido y ya no entendía nada, así que reinicé la lectura y otra vez me sumergí en este libro que cuando concluí seguia sin saber a donde me había llevado. Eso sí, el libro está exquisitamente escrito y al traductor supongo que deberían darle un premio. Y otro a tí por esta genial y dificilísima reseña querido colega; ya ves, yo sigo dándole vueltas aún al asunto sin haber conseguido escribir nada lúcido sobre él.
Un abrazo!
Muchas gracias, Susana, por tu comentario. Este es, desde luego, un libro complejo. A veces te invade la sensación de no estar entendiendo nada, pero no deja de ser un placer perderse en un laberinto tan magníficamente construido. Otras veces lo ves, está ahí, estaba claro desde el principio y no te había dado cuenta… y al rato te convences de que no hay nada que entender y que simplemente estás ante un elaborado juego de espejos.
Pero al final de la lectura, si no ideas, al menos sí quedan unas sensaciones muy definidas, y muy persistentes.
Tengo ganas de leer este libro, y estrenarme ya con Kadaré. Parece un libro bastante complejo, difícil de leer.
La verdad es que viendo la mala racha lectora que llevo últimamente, me da a mí que este libro se va a retrasar en mi futura lista de lecturas.
Eso sí, me quedo apuntada con tu grandísima reseña.
Un abrazo!
No he leído a Kadaré pero quizás me guste, porque no me suelen gutar los libros lineales y planos, sino los que de algún modo te hacen pensar o te dejan confundido
Me quedas absolutamente intrigado, no se a que aternerme, así que no me queda mas remedio que intentar hacerme de un libro del autor para sacar mis propias conclusiones.
Un saludo
Este es un libro que puede gustar mucho o puede horrorizar, pero que difícilmente dejará indiferente a nadie. Desde luego no es lineal ni plano. Si alguno termináis por leerlo, ya me contaréis vuestras impresiones. Un saludo y gracias por vuestros comentarios.
Todo premio tiene gran parte de extravagancia, pero eso es otra historia…
Tu reseña ha despertado mi curiosidad hacia esta novela ambigua y desconcertante, no sé si lo suficiente como para decidirme a leerla a corto plazo, pero como poco ha dirigido sobre ella esa lucecita que algún día acabará por acercarme a su lectura. Un saludo.
Ya me contarás qué te pareció si algún día la lees. Gracias por tu comentario, Iván.
Admirado Javier: Gracias por ilustrarme mas o menos de como acaba esta, a mi modo de ver, insufrible novela. Hacía tiempo que no veía algo tan mal escrito (tal vez una horrible traducción).
Con más que menos sufrimiento, llegue hasta la página 90, más o menos, en la que un Principe de Asturias, pone en boca de unos amantes, después de ocho años de polvos “findesemanales” para los que se tenían que recorrer media Europa, un texto más o menos como el siguiente:
-Que te pasa que ya no me quieres como antes?. Dime si hay otra mujer en tu vida…Aunque justo el el momento de hacer la pregunta penso que sería mejor no saberlo, que cualquier otra razón sería mejor que esa. Purito culebrón venezolano.
Y lo que me acabó por decidir que había muchas otras cosas que leer, fue la siguiente frase : Los ojos del uno fijos en los dedos del otro, guardaron “ambos” silencio. !!!Ese ambos… Un abrazo. Jesus
Es un placer volver a leerte por aquí, Jesús; hace ya tiempo que no leía uno de tus interesantes comentarios.
Como ya dije en la reseña, hubo un momento en que la historia se vuelve tan confusa y, a la vez, tan aparentemente vacía, que yo también estuve tentado de abandonar la lectura. Pero, al contrario de lo que te sucedió a ti, a mí sí me gustó cómo escribe Kadaré y, de algún modo, terminé por “pogerle el aire” a la novela.
Es cierto que la protagonista tiene inclinación al melodrama (al igual que su pareja también tiende a exagerar su papel), pero hay personajes (y personas) así; eso no quiere decir que el argumento sea de culebrón, sino que Rovena trata de retener a su amante apelando a un sentimentalismo bastante barato.
Por otra parte, en lo que sí coincido contigo es en la sensación de que la traducción es poco brillante (por no decir muy mala).
En fin, lamento que no te haya gustado “El accidente” y espero sinceramente que en la próxima ocasión nuestras impresiones sobre un lectura sean más cercanas y sobre todo, sean positivas para los dos.
Un abrazo,
Javier