Leer es fascinante. No paro de repetirlo. Aunque me encanta viajar y lo hago siempre que puedo soy consciente de que no voy a poder recorrer todo el mundo y no voy a poder vivir todas las experiencias que me ofrece y que me gustaría sentir en mi propia piel. Por eso leo, para suplir esos viajes que nunca haré. De esta forma no solamente puedo trasladarme al pasado o al futuro, o a mundos inventados, sino que además puedo estar en lugares del presente que jamás habría imaginado.
Eso es lo que me ha pasado precisamente con la novela de la que vengo a hablarlos hoy: El Albatros y los piratas de Galguduud, un libro escrito por Federico Supervielle Bergés que me ha transportado a un lugar al que jamás habría imaginado ir.
Todo empieza cuando Jaime Reyes recibe una llamada. Un marcado acento le responde desde la otra línea: le llaman desde el despacho del señor Gotthelf, un magnate suizo cuyas empresas energéticas que ya operan a nivel mundial se ven en peligro. Reyes acude rápidamente a Suiza y se encuentra con una oferta tan jugosa como peligrosa: Gotthelf quiere atacar la piratería de las costas de Somalia desde dentro, quiere hacer todo lo posible para acabar con esa lacra que está poniendo en peligro sus inversiones.
Reyes se lo piensa mucho pero la cifra que le ofrecen a cambio es más que suculenta y las comodidades que ha recibido desde que pisara Suiza le hacen recapacitar. Hará lo posible por llevar a cabo esa misión y volverá a casa sano y salvo con el bolsillo tan lleno que no tendrá que preocuparse por nada más el resto de su vida.
Pero las cosas no son tan fáciles, ojalá lo fueran. La trama se complica a medida que van avanzando las hojas, encontrándonos con un personaje poco menos que abandonado a su suerte con la única ayuda de su barco, el Albatros.
Tengo ante mí una novela que mezcla muchas cosas: estrategia, milicia, espionaje, guerra, corrupción, y supervivencia, mucha supervivencia. Dentro de ella he descubierto un mundo nuevo que era totalmente desconocido para mí, el de la piratería. Pero la piratería de verdad, esa que está ocurriendo ahora mismo en las costas de Somalia y que es tan real como el ordenador que tengo delante. Había oído hablar de ello en las noticias, claro, pero el desconocimiento y la distancia hacían que no prestara demasiada atención. Sobre todo el desconocimiento, ya que yo no tenía muy claro qué buscan, por qué lo hacen, qué consecuencias tiene y por qué lo países intervienen de la forma en que lo hacen.
Así que cuando vi que este libro trataba de este tema me entró un poco de miedo, ya que era posible que me perdiera en la trama por resultarme esta materia un poco confusa —os aseguro que las estrategias marítimas no son lo mío, por si no ha quedado claro—, pero el autor se preocupa de explicar todo para los que, como yo, son legos en este asunto. Así el lector empieza a meterse en materia poco a poco, obteniendo las nociones básicas que necesita para comprender la historia y, de manera gradual a la vez que va avanzando la trama, tiene la sensación de que ha sido un experto en estrategia toda su vida. O, al menos, eso me ha pasado a mí, que he terminado este libro con la sensación de haber descubierto un mundo nuevo que siempre había estado ahí pero que no terminaba de entender.
Para todo esto es imprescindible la narración de Federico Supervielle, porque se toma el tiempo necesario para que el lector tenga las herramientas suficientes para enfrentarse a la trama. Y lo bueno de esto, lo que hay que destacar sobre todas las cosas del libro, es que lo hace de forma gradual a la vez que avanza la historia, evitando así una sobrecarga de información que podría haberse dado al principio del libro. De esta manera lo que se consigue es que no resulte pesado en ningún momento y que el lector no tenga la sensación de que está leyendo un manual sobre estrategia.
Además, la duración de los capítulos y la forma en que terminan son clave para la historia en cuanto a su velocidad. La técnica que utiliza el autor hace que el lector no pueda parar de leer, ya que la intriga y los puntos de tensión están perfectamente repartidos por toda la novela haciendo que no haya momentos de bajón innecesarios que entorpezcan la lectura o la conviertan en algo aburrido.
Me ha sorprendido muchísimo la temática —que es lo que quiero destacar ante todo—, ya que me parece tremendamente original. Federico nos da una novela de aventuras dirigida a un público muy amplio y que no se parece a los típicos libros que uno puede encontrar en una librería. A pesar de la crudeza del asunto y de la gravedad del mismo, el lector llega a olvidarse de esto para darse cuenta después, cuando ya casi está terminando la novela, de que eso está pasando realmente ahora mismo en unas costas no muy lejos de aquí. Y eso es de admirar.
Poco más se me ocurre decir sobre esta novela, salvo que hay que destacar también el desarrollo del personaje principal, un poco apocado al principio, inseguro y un tanto temeroso, que de pronto se convierte en todo un superviviente que tiene que sacar fuerzas de flaqueza ya no solo para llevar a cabo la misión, sino para salvar su propia vida.
En definitiva, El Albatros y los piratas de Galguduud, es un libro muy entretenido que se lee con fluidez, tremendamente original y bien escrito. Sin duda, un magnífico debut del autor en el mundo literario que deja con ganas de leer más novelas suyas.