Cuando en la contraportada de un libro califican a este de “texto inclasificable” suelo mostrarme escéptico y dudoso (¿inclasificable por estar ante un libro extremadamente bueno, por salirse de la norma, por no adscribirse a un género concreto, por contarnos algo sumamente bizarro…?) y esperar que el adjetivo sea un mero gancho comercial.
Yo caí, porque el tema es de los que me gustan: pérdida y perro, así que, a priori, prometía. La protagonista es una escritora que pierde a su amigo y mentor y tiene que cuidar a su perro (un gran danés artrítico), porque a la mujer del fallecido no le sale del higo ocuparse ella misma (le recuerda al difunto, dice, y el perro no hace más que esperar que el dueño vuelva… ¿cómo explicarle a un perro la muerte?) Total, que la prota, que es una santa y acepta a pesar de tener un piso enano, que con semejante bicho aún lo es más, y a riesgo de perderlo porque no está permitido tener animales en él.
Esperaba encontrarme una narración del día a día de humana y perro, de los avances de los dos, de la adaptación mutua, de anécdotas, momentos típicos de trastadas que después de sucedidos te parecen graciosos pero que justo cuando ocurren desearías matar a alguien,… Esperaba una historia de relación entre dos especies tan diferentes en lugar de lo que he encontrado.
[Los animales] No lloran. Pero pueden, y de hecho lo hacen, venirse abajo. Pueden, y lo hacen, tener el corazón roto. Pueden, y les pasa, perder la cabeza.
¿Y qué es lo que he encontrado? Pues, sí, hay una historia de vivencia en común, de la intensa relación diaria entre la mujer y un perro casi anciano (¡me quedé loco al saber que un gran danés vive como mucho diez años!), pero es ciertamente, un texto inclasificable porque, aparte de hablar del perro y la convivencia, la autora va repartiendo coherentemente durante todo el libro reflexiones sobre la vida, la pérdida, el amor, el sexo, la amistad, el duelo, los perros y, sobre todo la literatura. Citas literarias, pensamientos sobre la literatura, la literatura como terapia y autoayuda, los cursos de escritura, consejos y prohibiciones de escritura, la corrección política al escribir, las clases de escritores, metaliteratura… y todo encajado a la perfección en un discurso en el que de un tema vamos a otro sin notar el cambio, siguiendo el hilo del carrete que nos va soltando con una prosa cuidada, elegante y sensible.
Tu mascota está enferma, pero ¿qué pasa, cuál es el problema? No tengo respuesta.
Que tu perro, que cree que eres Dios, piense que tienes el poder de parar el sufrimiento pero por alguna razón (¿acaso te he disgustado de algún modo?) rehúsas hacerlo, es un pensamiento insoportable.
Pero lo que más me ha gustado, e incluso me ha hecho pensar, han sido las dudas que a la autora le surgen acerca de lo que pasa en la cabeza, ya no solo de su perro, sino de todos los perros. Se nota que realmente le preocupa comprenderlos, que tiene empatía hacia ellos y que le procura al suyo todo el bienestar posible.
¿Qué siente un perro cuando su amo lo deja hacinado en uno de esos camiones? ¿Los perros entienden la traición? Imagino que no. Me parece que lo principal en la mente del mastín, camino del matadero, es ¿Quién protegerá ahora al Amo?
Y pongo estas citas porque son las que más me han impactado, pero repito, Sigrid Nunez no se limita al tema animal y tiene mucho, pero mucho, de lo que hablar, sobre todo de la literatura, que para algo ese es su ambiente, es escritora, ha dado cursos y conferencias, y su día a día lo llena con clases a futuros (brillantes o fracasados o rendidos) escritores.
Entonces, ¿en qué momento un animal moribundo toma conciencia de lo que le está ocurriendo? ¿Es posible que sea con mucha antelación? ¿Y cómo responden los animales al envejecimiento? ¿Se sienten completamente confusos o de algún modo intuyen lo que significan esas señales?
El amigo es, en el fondo, un ejercicio metaliterario de autoayuda para sobrellevar un duelo (ignoro si real o ficticio). Una carta al amigo fallecido al que echa tanto de menos. Un libro raro, difícil de encasillar, pero que se lee con muchísimo gusto, y en el que nos dejamos llevar por unas líneas que bien podrían ser el reflejo de los pensamientos de la autora a velocidad de vértigo, hilvanando una cita con un recuerdo, este con un pensamiento y este otro con una película…
Un libro con un extraño encanto y del que podría haber seguido leyendo mucho más. Una rara avis con la que disfrutar leyendo.
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