No hace muchos días tuve la suerte de participar en una mesa redonda y recital poético junto con otros cuatro poetas (todos ellos varones), a los cuatro conocía pero todos y cada uno de ellos fueron, de alguna forma, capaces de emocionarme y sorprenderme.
Uno de esos poetas fue Miguel Angel Longás, y he de decir que aunque ya lo conocía, y conocía parte de su obra, pues es un autor con una amplia bibliografía a sus espaldas, me vi sorprendida muy gratamente, tanto que he decidió retomar su obra a ver qué es lo que su mano magistral ha transcrito en este último libro titulado El árbol del corazón, prologado por Alfredo Saldaña, también poeta y profesor del área de Teoría de la Literatura y la Literatura Comparada de la Universidad de Zaragoza.
44 poemas fruto de la reflexión y la pasión que nos deja entrever en este primero que, a su vez, ha inspirado la bellísima portada que ha creado precisamente la pintora e ilustradora, Pilar Longás, hermana del poeta que hoy les presento.
UNA CONVERSACIÓN CON LOS DIFUNTOS
Vivo en conversación con los difuntos
FRANCISCO DE QUEVEDO
La familia interrumpida
LUIS CERNUDA
Conversación con los difuntos es
este poema convertido en árbol
sin hojarasca de otoñal presencia
anticipando el tiempo malo entrante.
Conversación a tumba abierta en cielo
con entramado de tormentas es
este poema que a probar aspira
su resistencia de diamante en bruto.
Conversación con los rescoldos vivos
de una familia interrumpida acaba
siendo un poema que la vida lleva
a un solar naufragio en tierra firme.
Está claro que hablar de Miguel Angel Longás es hablar de poesía; es un hombre que la vive, que la disfruta, que la siente viva y trasversal en su vida. Una vida a la que, entre otoño y otoño, le va buscando el sentido último en su curso interminable, y así, se funde con los grandes maestros en sus más sencillos poemas… Ya saben, caminando de la mano de Machado para encontrar las estelas en la mar.
La vida tiene que seguir su curso
sin desviar su original trazado
tras voladora controlada en cielo
abierto de la alta fortaleza indómita.
La vida tiene que seguir su curso
sin vaciar de contenido su única
misión de hacer irrepetible el tiempo
para vivir que confiado tiene.
La vida tiene que seguir su curso
con las presencias que la habitan como
con las ausencias que se van quedando
al otro lado del camino andado.
Nos dice Alfredo Saldaña, que en consonancia con algunos autores del primer romanticismo alemán, Longás, con frecuencia escribe desde un yo desubicado que trata de resistir y ubicar en legítima defensa frente al agresor, la pedrada de la realidad que sin desmayo golpea su conciencia y pone a prueba su cada vez más debilitada capacidad de reacción… Y así es, el romanticismo siempre presente en la poesía y la voz de este poeta que sin duda alguna viene del pasado para asentarse en las nuevas formas de la modernidad, sin ocultarnos la dureza del camino.
EL TERITORIO INÉDITO DE LA IMAGINACIÓN
La imaginación es la loca de la casa
SANTA TERESA DE JESÚS
La imaginación es la loca de la casa
común llamada vida que roza el esperpento
cuando su imagen queda reflejada en el roto
espejo entre tiniebla de la realidad.
La imaginación es la loca de la casa
común llamada vida que abre a la luz sus puertas
para ahuyentar los malos espíritus que pueden
habitar dentro de ellas dejando dentro al duende.
La imaginación es la loca de la casa
común llama vida que cruza territorios
de la mente aún inéditos sin haberlos pensado
ni haber vendido al diablo de la inspiración el alma.
Ya ven, aquí les he dejado unos retazos de El árbol del corazón, de la poesía de Longás, un poeta al que la vida le ha dado el buen hacer del ritmo poético y los versos le ha dado los elementos para hacer que la vida sea un tránsito por el que, como todo buen caminante, irá haciendo caminos dejando a su paso creación e ilusión… Y atento siempre a los vientos que trajeron voces de ayer hasta este hoy que quiere ya ser mañana.