El armario de la ginebra, de Leslie Jamison
Hay libros que sorprenden desde el principio mientras que otros prefieren reservar su capacidad de sorpresa para el final, el desenlace, o para momentos especiales. Hay otros, pocos, y este “El armario de la ginebra” es uno, que sorprenden de a poquitos, que prefieren envolver al lector en sus redes para ir mostrándole sus tesoros poco a poco. En el caso de esta novela de Leslie Jamison es una opción inteligente porque sus tesoros, su belleza literaria, se expresa con mucha más fuerza cuanto más crudos son los pasajes, cuando las vidas que tan sincera y descarnadamente se nos muestran no son poéticas, ni edificantes, ni satisfactorias, ni hermosas. Todo lo que curiosamente sí es su relato. El armario de la ginebra, hasta la imagen que da forma al título es sobrecogedora cuando se nos muestra en toda su extensión, es una novela alejada de los tópicos, una de esas historias que logran que el lector se encariñe con personajes tan alejados del arquetipo del héroe literario que uno se sorprende de empatizar con ellos. No se puede decir que los demás personajes sean seres realizados, completos, en realidad todos ellos conforman una magnífica colección de personajes en mayor o menor medida disfuncionales, pero que buscan la felicidad y el amor. Y se equivocan. Se equivocan mucho. Y eso les hace tan profundamente humanos que resulta difícil escapar al sobrecogimiento que provoca la observación de sus desgraciadas vidas y sus torpes intentos de mejorarlas.
El armario de la ginebra habla de muchas cosas, del alcoholismo entre ellas, pero sobre todo del amor. Del amor materno en mayor medida que de los demás. Y es esa exploración de las fortalezas y debilidades de las personas en cuestiones como la relación maternofilial, el amor, el trabajo y la amistad lo que la hace trascender a la historia que cuenta. Añade además la constatación de hasta qué punto la misma historia vista por protagonistas diferentes es en realidad otra historia, por mucho que sea cuestión de matices.
Leslie Jamison se muestra como una narradora eficaz y valiente, como ejemplo de una generación literaria joven tanto en estilo como en referencias, pero sobre todo es una escritora de talento a la que merece la pena mantenerse atento.
Muchas veces se hace daño tratando de hacer el bien, hay vidas de buenas personas que tratan de hacer vivir decentemente y que no obstante dejan en herencia un rastro de dolor. De una de esas historias consigue construir Leslie Jamison algo hermoso y por eso sería una lástima prestarle la atención que merece y dejar así que, una vez más, el dolor ganase la partida.
Andrés Barrero
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