No había leído nunca un libro escrito por un autor palestino, así que haberme estrenado con Susan Abulhawa creo que ha sido el mejor de los aciertos. Pero no crean que este libro lo elegí yo, ¡qué va!, muchos de los libros que leo tienen que ver con sugerencias de amigos, lectores que luego me dejan comentarios, o, como en este caso, una estupenda sugerencia de una periodista española, aunque es en Gaza donde reside y donde desarrolla su trabajo informativo.
De esta periodista ya se la presenté a todos ustedes, aunque solo fue de nombre al hablarles de Lo que queda de nuestras vidas, de la escritora israelí, Zeruya Shalev, miembro del grupo de mujeres judías y palestinas que trabajan unidas por la paz, una organización que nació a raíz de la guerra de 2014 en Gaza para restaurar la esperanza y trabajar hacia una existencia pacífica para las generaciones futuras. Esto les contaba y es por ello que recordaba a la periodista Cincovillesa (Comarca de Zaragoza), Isabel Pérez.
Ella me lo recomendó, y creo que después de haberlo leído con atención y con todo el cariño, puedo decirles que me ha parecido una maravilla, en 352 páginas ha sido capaz la autora de contarme la vida y la historia de toda una familia Palestina, ya saben, una de esas sagas familiares que tanto nos gustan, pero con toques muy especiales, tanto en la sensibilidad de la narración como en la propia historia que cuenta.
Y es que El azul entre el cielo y el agua, es algo más que una novela que nos cuenta una historia con personajes a los que iremos conociendo y queriendo, es algo más que todo ese ramal de mujeres a las que nos acercaremos a través de su quehacer diario, vistas desde dentro y desde fuera; leer este libro, de verdad que ha sido algo más. He sido espectadora de sus vidas, pero además la autora me ha hecho sentirme unida a estas mujeres, me ha hechos reír con ellas y también llorar…, y sufrir, y gozar.
La novela se inicia con un árbol genealógico muy corto, solo para situarnos al principio, porque los nombres pueden sernos algo complicados, pero enseguida conoceremos a los miembros de una de las familias que debieron abandonar Bait Daras, una localidad situada a unos 35 kilómetros de Gaza, de una gran importancia en la historia Palestina y que en la actualidad es zona ocupada por Israel. En uno de sus barrios residía la familia Baraka, compuesta por Um Mamduh, una mujer muy especial, a la que no se le conoce esposo y que todos toman por loca, y sus tres hijos, Nazmiyeh, Mamduh y Mariam.
“En Bait Daras había cinco grandes clanes familiares, y cada uno tenía su propio barrio. Las familias Barud, Maqademed y Abu al Shamaleh eran las de mayor prestigio. Entre las tres poseían la mayoría de las granjas, frutales, colmenas pastos del lugar. Nazmiyeh, Mamduh y Mariam pertenecían a la familia Baraka, pero aquel no era un apellido del que uno pudiera presumir…”
Nazmiyeh, ¡qué impresionante capacidad de amar a los demás! Una mujer que no creo que olvide, se ha quedado en mi mente y en mi corazón, porque de ella he aprendido a mirar a las mujeres palestinas con otros ojos. Las conversaciones entre las matriarcas no tienen desperdicio, sobre todo si ella está de por medio.
Mamduh, fue el único hijo varón, trabaja para un apicultor y se casará con la hija de este, Yasmin.
Finalmente Mariam, como todas las mujeres de la familia la conoceremos ya como una niña, pero una niña peculiar, especial, siempre presente, siempre, hasta la última palabra del libro, ahí estará… Porque uno siempre está mientras es amado y recordado.
Aquí en El azul entre el cielo y el agua, la historia palestina está muy novelada y además, la autora, añade una parte que, si estuviésemos hablando de literatura hispanoamericana diríamos que se podría incluir dentro del realismo mágico, pero en esta mujer hay un algo especial que, junto a esa parte poética que desprende la literatura árabe en general, encontramos un equilibrio perfecto en su narrativa, tan perfecto como la mezcla de las pequeñas introducciones al inicio de cada capítulo con lo contado por el narrador, hasta llegar el momento en que ambos se confunden …
Jaled, el narrador y personaje que inicia los capítulos es como lo que debería ser la conciencia de todos aquellos que miramos y no vemos. Él que sin ver, todo lo ve.
En 1948 las Fuerzas de Defensa de Israel atacan brutalmente Bait Daras, lo que obliga a las familias huir a Gaza. Y a viajar ya para siempre hacía atrás con los recuerdos, hacía adelante con la historia y con la vida de cada uno de los personajes. Sesenta años de vida en Gaza, la vida en una cárcel frente al mar, la historia de fondo y la vida por delante, las vidas de los palestinos de Gaza. Una vida a la que se ha acercado Susan Abulhawa, que nació en 1967, hija de padres palestinos, que por esas cosas del destino terminó, al parecer en un orfanato americano… Además de escritora y otras muchísimas cosas que pueden tranquilamente mirar en la red, es una activista fundadora de la ONG Playgriunds for Palestine, que se dedica a construir zonas de juegos para los niños palestinos en los territorios ocupados y en los campos de refugiados.
Dice la autora que escribió este libro por amor, una vez que uno conoce la vida de esta mujer, quizá comprende mejor que la novela debe llevar mucho de ella misma, y creo que será por eso que llega tan adentro, solo quienes cuentan en primera persona y de una forma tan sensible y sincera son capaces de rozar el alma de los lectores con sus palabras, solo esos, y la autora lo consigue. Hay amor y hay humor, porque para vivir hay que tener más amor y humor que rencor… Y aquí aparece una vez más ese equilibrio del libro del que les hablaba.
Una lectura que la traducción de Puerto Barruetabeñanos hace fácil y ágil, una lectura para todos, para aprender y sentir, porque a pesar de que nada se esconde del duro drama que ha vivido y que vive Palestina, hay calidez y dulzura en la historia.
Solo una cosita antes de terminar… Para una española que sale en la historia, como diría mi amiga Conchita, “telita con la señora”. Casi hubiese preferido que no saliese ni un español en el libro, salvo que se hablase de buenas gentes que han ido a Gaza a ver, a amar, a reír y a convivir para contarnos luego todo lo que allí pasa, como hace mi paisana Isabel Pérez.
¡Una maravilla dices! y sigo leyéndote y contagia tanto la descripción de lo que has leído que me dan ganas de dejar la “Cáscara de nuez ” que acabo de empezar para coger éste. Espero de verdad no olvidarlo, y si fuese así te diría incluso que me lo recordaras.
¡Un abrazo!
Este libro lo tienes que leer, Icíar, porque mientras lo leía pensé que está como escrito para mujeres como tu, inquietas por saber, pero no por saber lo que todos sabemos, que si velo sí, que si no…. La autora nos cuenta lo que sienten por dentro, la fuerza de esas mujeres que nos resultan tan distintas y al mismo tiempo son tan iguales … En fin una recomendación para tí, pero para todas y todos los que alguna vez leyeron algo que yo les recomendé y pensaron que coincidían con mis gustos …