Para mí, el señor Stephen Edwin King es tito King, y me consta que no soy la única que le llama así. ¿A qué se debe semejante confianza en mi caso? ¿Es que soy una fiel seguidora de todo lo que escribe y lo veo como de la familia? No, la verdad es que no, solo he leído seis de sus libros, y eso es apenas nada en un autor tan prolífico. Quizá, simplemente le tenga cariño porque escribió mi primera lectura adulta. Tras mi colección de Pesadillas y mis coqueteos con Poe (leía una y otra vez Los crímenes de la rue Morgue), a los once años di el gran salto con It, un tocho de más de mil páginas. Con el tiempo, llegaron El resplandor, Carrie y Misery, pero sobre todo me marcó Mientras escribo, donde King mostraba su faceta humana y dejaba más que clara su pasión por la literatura. Es esa pasión la que traspasa cada una de sus páginas: él disfruta escribiendo y su objetivo es que sus lectores disfruten leyéndolo. Y eso cala, mucho. Tal vez ahí radique parte de su éxito.
King es uno de esos autores a los que me apetece volver cada cierto tiempo. En esta ocasión, el reencuentro ha sido con El bazar de los malos sueños. Este libro recoge veinte de sus relatos, algunos ya publicados con anterioridad y otros nuevos. Cada uno de ellos va precedido por una nota en la que nos explica por qué lo escribió, cómo, de dónde surgió la idea, etcétera, lo que inevitablemente recuerda a Mientras escribo, su obra autobiográfica, que no me cansaré de recomendar. En estas historias aparecen sus temas recurrentes: la violencia, el humor negro, el alcoholismo, la muerte, la maldad, la moral…; sus gustos: la literatura, el béisbol, los coches…; y múltiples guiños a sus lectores de siempre, con referencias a otras obras, como, por ejemplo, La torre oscura.
Aunque muchos lo consideran el actual rey del terror, no todos los relatos de esta antología pueden encasillarse en ese género. De igual manera, en muchos hay un componente fantástico y en otros tantos no. En definitiva, como su propio nombre indica, lo que hace King en El bazar de los malos sueños es ponernos en situaciones que, aunque en principio no siempre lo parezcan, acaban siendo incómodas, desasosegantes, retorcidas, violentas o mortales. ¿Estarías dispuesto a hacer algo inmoral por salir de un apuro económico?, ¿qué puerta elegirías si una supusiera el fin de tu existencia y la otra revivir tu vida, error a error?, ¿en quién confiarías para acabar con el dolor de tu cuerpo?, ¿qué harías con ese niño malo que te persigue a lo largo de los años para causarte la desgracia?, ¿contarías a alguien que tu Kindle te da acceso a todos los libros del mundo, incluso a los que nunca fueron escritos? Sí, esta última parece un sueño, pero nunca os fiéis de tito King, porque en cualquier momento la historia se puede convertir en pesadilla, esa que os persigue incluso después de despertar.
El bazar de los malos sueños es un entretenimiento adictivo gracias a su afilada prosa. Es puro Stephen King, un género en sí mismo. Pero, por encima de todo, es un tributo a sus seguidores. No es casualidad que se dirija directamente a ellos en la primera página: «Hay algo más que quiero que sepas, Lector Constante: me alegro mucho de que los dos sigamos aquí. Genial, ¿no?». No sé a vosotros, pero a mí eso me parece admirable. Después de decenas de libros y de una cuenta de muchos ceros en el banco, son pocos los que tienen tan presentes a sus lectores y los que siguen mostrando su agradecimiento con sinceridad. Por eso King cuenta con una legión de seguidores que nunca lo abandonan: porque él tampoco se olvida de ellos. ¿Cómo no lo voy a llamar tito King? ¡Llamémosle todos así! Se lo tiene más que ganado.
Una antología muy buena; quizá no la más memorable de Stephen King, pero agradable para quienes disfrutamos no solo de las historias de terror, sino de los relatos que muestran en sí, las situaciones por las que pasamos los lectores de hoy en día (o por las que nos gustaría pasar).
Personalmente, me quedó con su recopilación de cuentos “Todo oscuro, sin estrellas”. Un libro que en su momento significó mucho para mí, por ser el regalo de alguien especial y llegar en el instante adecuado. Todavía lo es.
En fin, me encanta descubrir obras nuevas de este escritor, aunque muchos digan que ha perdido su toque. Para mí Stephen King nunca pasará de moda.