No sé en cuánto está mi récord. Normalmente suelo leer unas cien páginas al día, pero con este libro… creo que lo he batido por completo. Tenía tantas ganas de tenerlo en mis manos y dejarme llevar por la historia, que apenas me ha durado un día. Ahora, que ya lo he terminado y que me he quedado tranquila, ya puedo sentarme relajadamente a contaros qué me ha parecido, sin dejarme llevar por los impulsos de querer contaros cada uno de los detalles de la historia.
El beso del ganador es la tercera y última parte de esta saga maravillosa escrita por Marie Rutkoski. En ella viajamos a un mundo imaginario en el que la realeza se antepone al pueblo llano y donde los esclavos son una mercancía más. Krestel perteneció a una casa de alta cuna, donde aprendió a tocar el piano y a comportarse como una dama. Pero lo cierto es que, con el paso del tiempo, esa dama ha ido quedando en el olvido, dando lugar a una diosa de la guerra. En este libro, de hecho, vemos a una Krestel bastante castigada, llegando a estar incluso recluida como si fuera una vulgar esclava. Y todo por haber jugado con fuego: en el libro anterior, El crimen del ganador, vimos cómo nuestra protagonista se convirtió en una espía infiltrada dentro de su propio bando, lo que al final le pasó factura. Y ya no solo por estar encerrada en una mina de azufre, sino por su historia con Arin, aquel esclavo del que tan enamorada estaba, porque básicamente se fue a pique por creerse con derecho a jugar a las guerras.
No quiero hablar más de la historia porque no quiero destripar uno de los mejores finales de saga que he leído. Lo que sí diré es que en este último tomo, la política se lleva a otro nivel y la guerra entre valorianos y herraníes estalla dejando metralla por todas partes. Arin tendrá que darse cuenta de que todo lo que ha hecho Krestel, ha sido precisamente por él. Nadie se imaginaba que la Krestel protagonista de La maldición del ganador —primera parte de la trilogía—, aquella que nada más que pensaba en tener intactas sus manos para poder tocar el piano, se convertiría en una espía y todo por amor. Hablando de Krestel, no puedo dejar de reseñar que es un personaje que evoluciona una barbaridad desde que la conocimos. No es como esas protagonistas planas que son iguales de principio a fin de la historia. Y, hay que decir, aunque parezca que tiene un corazón de hielo y que es fría como un témpano, en realidad todo es una coraza.
¿Se verá por fin el amor imposible realizado? Soy una tumba. Así que para saberlo tendréis que adentraros en la prosa de Marie Rutkoski y averiguarlo por vosotros mismos.
He estado cotilleando por Internet y son muchos los que piden una continuación de la historia. Aunque no tiene por qué ser con los mismos protagonistas. Rutkoski crea un mundo tan hilado y tan perfecto que da juego para mucho más y la verdad es que esta trilogía sabe a poco en ese sentido. El beso del ganador es, aun así, un final muy digno, que deja por todo lo alto la trilogía y que hará (espero) que a algún productor de cine se le iluminen los ojos. Hasta entonces —soñar es gratis— quizá con el tiempo me deje llevar y me adentre otra vez en tierras valorianas y herraníes.