Sabía que este momento iba a llegar tarde o temprano. Esperaba que fuera más lo primero que lo segundo, la verdad, porque este momento conlleva el cierre de algo. El decir hasta luego a otro libro más de Laura Gallego. Y eso es algo que siempre me duele un poquito.
La autora valenciana lleva una racha en la que más o menos escribe un libro al año. Y yo, agradecidísima. Y, aunque sea una buena media, a mí me parece insuficiente. Porque yo no sé qué tienen las historias de Laura, que hacen que siempre quiera más y más. Bueno, sí lo sé: tienen lo que normalmente busco en un libro, que suele ser una historia súper elaborada que haga que mi mente viaje allí irremediablemente. Y que durante el tiempo que dure esa aventura nada más que pueda pensar en ella. Y punto. Eso es lo que me hacen sentir los libros de Laura.
Tengo que decir que ya hacía un par de años que tenía ganas de que volviera al género fantástico que tanto la caracteriza. El año pasado regresó con Cuando me veas y en el anterior publicó Omnia, todo lo que puedas soñar. Este último tenía un cariz más infantil y el otro, a pesar de su ciencia ficción, tenía mucha realidad. Pero este año ha vuelto con El bestiario de Axlin, que recuerda bastante a las obras más fantásticas de la autora, como Memorias de Idhún o El libro de los portales, donde las tramas se desarrollan casi en su totalidad en lugares completamente inventados y que tienen ese aire medieval y místico que tanto me gusta.
Pero hablemos del libro. Vale, lo primero que hay que decir es que es la primera parte de lo que será una trilogía llamada Los guardianes de la ciudadela. Y ya que solo se ha publicado esta parte de la que vengo hoy a hablar, tendremos que esperar, al menos otro año más, para poder continuar la saga.
La protagonista es Axlin, una chica que vive en un pueblito pequeño que está asediado por los monstruos, igual que el resto de pueblos. En el suyo los más temidos son los dedoslargos, que se llevan a los niños que no llevan el pelo lo suficientemente corto. Pero también hay chupones, galopantes y pelusas. Ha oído que en el resto de pueblos hay monstruos diferentes pero igual de temibles. Le encantaría conocerlos todos, para apuntar todo lo que aprenda sobre ellos en su nuevo libro, ese que le ha regalado un buhonero porque es la única niña de su aldea que sabe escribir. Así que no se lo piensa dos veces cuando encuentra la oportunidad de viajar más allá de su pueblo. A medida que recorre los peligrosos caminos, comprende que los monstruos tienen ganada la partida, todos los pueblos hacen lo imposible por no ser devastados por ellos. Así que cuando conoce a Xein, que vive solo con su madre en un pueblo abandonado, no entiende cómo los monstruos no han terminado ya con ellos. Sabe que ese chico tiene algo especial, pero no entiende qué es. Y ahí empieza una historias de aventuras, donde Axlin tendrá que demostrar que, aunque cojea de una pierna, ella también puede ser una luchadora y puede defenderse con tal de completar ese libro que tanto la obsesiona.
Así que nada, ya os habréis dado cuenta de que Laura Gallego lo ha vuelto a hacer. A vuelto a escribir la historia que me hubiera encantado escribir a mí. Esa en la que todos los detalles están perfectamente atados. Donde todo está tan bien explicado, que pareciera que el libro es más bien de historia que de narrativa. No os imagináis lo que admiro esa capacidad de Laura de crear un mundo de la nada para después regalárnoslo de esta manera. Y también tengo que decir que está completamente entregada a la segunda parte, porque incluso ha rechazado ir a todas las firmas de libros a las que había sido invitada para poder continuar con la saga y poder sacarla a la luz el año que viene.
Y sí, este momento ha llegado. El que menos me gusta y que sucede cada vez que leo un libro de Laura Gallego: el de cerrarlo. No sé si decir que para siempre, aunque es lo más probable, ya que no tiendo a releer ningún libro a pesar de que me guste un montón. Así que más bien es un adiós. Y una espera interminable hasta que vuelva a tener en mis manos una de sus historias.