Puede que en El bosque sabe tu nombre, la primera novela de la escritora vasca Alaitz Leceaga, se esconda la historia de unas lamias, criaturas hermosas a las que les gusta refugiarse en las profundidades del bosque y seducir a los hombres para llevarlos a la locura y a la perdición; o eso es lo que asegurarían muchos de los personajes masculinos que se cruzan con las protagonistas. Pero quizá solo se trate de dos mujeres que heredan los poderes (y las penurias) de su abuela. Aunque apostaría a que no son esos dones sobrenaturales los que las hacen extraordinarias en el mundo en el que viven, sino que un día decidan ser dueñas de sus vidas, hartas de doblegarse ante los deseos de los hombres, y escriban su propio destino. Se interprete como se interprete, El bosque sabe tu nombre es la historia de las gemelas Zuloaga. Al menos, la de una de ellas…
Todo comienza en Villa Soledad, el día en que la anciana marquesa de Zuloaga decide lanzarse por el acantilado. Como despedida, a Estrella, la nieta que heredó su dominio de las fuerzas de la naturaleza, le deja un collar de esmeraldas, y a Alma, la nieta que puede hablar con los muertos, un mensaje: antes de que cumplan quince años, una de ellas dos morirá. Cuando Alma se lo cuenta a Estrella, se niega a decirle si la abuela también confesó el nombre de la desdichada. Y con esa maldición pensando sobre sus cabezas, las gemelas crecerán, hasta que llegue la fatídica fecha.
Nada más contaré del argumento, puesto que esto es únicamente el punto de partida de esta novela de más de seiscientas páginas. Solo añadiré que El bosque sabe tu nombre arranca en los años veinte del pasado siglo, atraviesa la gran depresión y la guerra civil española y culmina en plena Segunda Guerra Mundial. Y los escenarios a los que viajamos no se limitan al pueblo de Basondo y su bosque, donde los Zuloaga son dueños y señores, sino que visitamos lugares como Londres y la árida California.
Podría comentar muchos aspectos de El bosque sabe tu nombre, pero el más destacable es la protagonista, de la que no escribo el nombre por no desvelar el primer misterio del libro. Es una especie de Scarlett O’Hara española del siglo XX: niña bien que siempre lo ha tenido todo, pero a la que su carácter rebelde, un amor no correspondido y la crisis económica la llevarán a convertirse en una mujer emprendedora que protegerá sus tierras de todas las vicisitudes. Al igual que la antiheroína de Lo que el viento se llevó, esta tampoco es una mujer bondadosa, ni siquiera tiene unos ideales o una moral que defender, solo desea salir adelante, cueste lo que cueste. Y es precisamente eso lo que la hace tan interesante. Desde las primeras páginas de la novela, en las que apenas tiene seis años, se da cuenta de que poco importa lo que haga, pues siempre que se salga del camino que le han marcado será criticada. Pero eso no es lo que más le molesta, sino el hecho de que los hombres de su entorno, por mucho que rebasen todos los límites, nunca carguen con la culpa y la vergüenza, ni mucho menos sufran las consecuencias de sus actos. Esa injusticia marcará sus decisiones, y distinguir entre el bien y el mal cada vez será más complicado, incluso para el lector.
Reconozco que la mayoría de los giros me parecieron previsibles y hasta que me disgustó que la corrección del texto no fuera todo lo concienzuda que cabe esperar en una edición aparentemente tan cuidada como esta, pero pude dejar en un segundo plano estos detalles porque su alegato a favor del empoderamiento de las mujeres me cautivó. Alaitz Leceaga ha conseguido que la protagonista se eche a las espaldas esta extensa novela al igual que hace con la vida, y que el interés del lector no decaiga en ninguna de las cuatro partes que conforman la historia. El bosque sabe tu nombre es un debut prometedor. Espero que esta escritora vasca logre sorprenderme con sus próximos libros, porque, gracias a este, intrigada ya me tiene.