El buen relato, de J.M. Coetzee y Arabella Kurtz
Título: El buen relato. Conversaciones sobre la verdad, la ficción y la terapia psicoanalítica
Autores: J.M. Coetzee y Arabella Kurtz
Editorial: Literatura Random House
Páginas: 182
ISBN: 978843973054
Si estoy caminando a tu lado
Si conversamos
Si compartimos lecturas
Y vida
Sin duda
Soy un poquito reflejo de ti.
Eso quiere decir que mi yo
No es completo sin tu mirada
Y si tú no me piensas
Yo no existo
¿O sí?
Ya veis, esto es lo primero que me ha salido al intentar reseñar este libro, y es que reseñar a Coetzee siempre es un reto. No es un autor de masas, y es fácil que yo reseñe este libro con una gran pasión, porque realmente lo he disfrutado mucho, y que a otro lector no le diga demasiado, incluso le cause tedio o lo abandone.
Eso pasó tras aquella lectura y reseña de “Elisabet Costello” que con tanto cariño recuerdo.
Es cierto, la lectura de este autor no siempre es amena, pero es un auténtico genio en la exploración, en todos sus aspectos, del ser humano.
Sin límites.
Sin estereotipos ni en la forma ni en el fondo.
Y así, una vez más ha logrado captar mi atención, y desde luego mi interés, con esta obra en la que me he metido de lleno para interactuar de forma casi bipolar, tanto desde el punto de vista del escritor como de la terapeuta.
Y es que en este libro, el Nobel de literatura, conversa con Arabella Kurtz, Psiconalísta, terapeuta y catedrática de psicología clínica de la Universidad de Leicester. Coetzee lanza el planteamiento sobre si la autobiografía es un género libre. Sobre si contar una historia bien tramada, o contar la historia verdadera ¿ëtica o estética? Ya saben, aquello que decía Platón sobre que los poetas sacrificaban la verdad por la belleza.
Ni se pueden imaginar como me hubiese gustado participar de esta reflexión, pues yo creo que hay vida más allá de Platón. Esto es, que puede haber verdad y belleza. Pero la tarea de el escritor no creo que sea contar la verdad, porque ¿Qué verdad contaría? El propio autor nos dice que “solo hay que ver lo diferentes que son las interpretaciones que hacen los distintos lectores de los personajes de una novela ¿Perteneces a un Club de Lectura? Si la respuesta es afirmativa, ya sabes de que te hablo, 15 miradas distintas ante un mismo texto 😉
Así somos nosotros con nuestra verdad, todo depende de quién la esté mirando, o en quién la estemos viendo reflejada, porque nosotros no somos en sí mismo, sino en relación con los demás… ¿O no?
Por si este tema no fuera ya de por sí suficientemente interesante, Coetzee nos obligará a profundizar sobre el sentido de CULPA a través de diversos autores clásicos y bien conocidos ¿Quién no ha leído Crimen y Castigo? Y si ahora usted me dice “yo no”, no se apure, el pondrá el texto justo y suficiente para que pueda continuar con la lectura, aunque, eso sí, ya le advierto que irá anotando todos aquellos libros que usted no ha leído y a partir de este momento se le harán imprescindibles y necesarios. A mí me ha pasado con Austelitz, de W.G. Sebald, que ya la tengo anotada para que sea una de mis próximas lecturas.
He disfrutado con este libro, tanto con las reflexiones de Coetzee, sobre tantos y diversos temas, como con las explicaciones y experiencias terapéuticas de Kurtz. Me gusta la psicología, me parece necesaria, como me parece necesaria la literatura en todos sus extremos… Poesía, narrativa, en realidad todo forma parte de la vida, de la verdad, de la verdad que cada cual se crea para poder sobrevivir en este mundo tan complicado.
Susana Hernández
Ufff, te creo, me pasó con Elizabeth Costello que acabé leyendo uno de Kafka, otro de Swift, y otros tantos que quedaron anotados, de hecho este que comentas de Austerliz me suena!
Me resulta todo lo que cuentas más que suficiente para picar, así que pronto me verás seguro por aquí otra vez, en esta misma entrada.
Siguiendo con lo que dices, fíjate que coincido, yo prefiero también verdad y belleza, aunque entre los extremos tiendo a verdad, a pesar de todo lo que tiene de relativo, pero es la sinceridad lo que me interesa, la ausencia de autoengaño. Supongo que lo mejor es alternar las dos opciones, si no queremos volvernos locos, jajaja
La culpa todo un tema.
Me despido con una frase de Schwanegger, aunque no sea un poeta que digamos, jeje: “I’ll be back” 😛
Un abrazo
Esto, como bien sabes es lo que tienen los grandes escritores, que te menean de una lado a otro en busca de más jejeje ¿Cómo vivir sin ficción? todo es necesario, también he pensado en esto y creo que todo es necesario, en poesía la verdad acompañada de de belleza ¡es la pera! jjjajaja ahí he estado poco poética, pero real ajajaj
Volveremos a hablar del libro, seguro!
Pasa buen veranito!
Susana:
no me lo vas a creer pero recién leí “Crimen y Castigo” y después de este “El Maestro de San Petesburgo” de este mismo autor que reseñas aquí: Coetzee ¡ahh lo que son las sincronicidades! este tengo que leerlo si o si.
Fíjate que en el maestro de San Petesburgo narra como Dostoievski regresa a hacerse cargo de lo que ha dejado un hijastro, después de suicidarse. Creo que es un libro que le sirvió a él de desahogo, pues murió en circuntancias parecidas a un hijo de Coetzee (cayó de un edificio, aunque lo el hijo de Coetzee parece que fue accidente). Es un libro como dices tú, no fácil de leer, pero con mucho hilo para ir pensando en mil cosas. Es desgarrador cuando habla del dolor de aquel que no se verá más porque ha muerto. Una frase que recuerdo “sólo nos queda el nombre” y por eso se le llama una y otra vez mientras se les llora.
Nada, que estamos conectadas 😀 jajaja.
Un beso,
Ale.
Es cierto que llevamos una buena sincronización en las lecturas, y en otras muchas cosas de la vida 😉 Casi todas muy buenas jejeje Yo le entré a Coetzee casi porque Icíar me obligó jaja y ahora poco a poco voy leyéndole e intentando comprenderle.
El otro día hablaban de Crimen y castigo y se quejaban de que en el propio título ya está el Spoiler más grande de la historia jajjaja
NO conocía la historia del hijo del autor ¡Qué terriblemente triste!
Seguiremos hablando de este autor, seguro!
Yo tampoco conocía esa historia del hijo del autor, pero el título del Maestro de San Petersburgo lo tengo muy muy presente desde hace mucho tiempo ya. Me interesa mucho leerlo y aún no lo he hecho. Esto tiene la avaricia de los libros, que se cometen injusticias, jeje 😛