El camino mozárabe

El camino mozárabe, de Jesús Sánchez Adalid

A día de hoy, cualquier lector de novela histórica interesado en la época de la dominación árabe en España, debe pasar indefectiblemente por Jesús Sánchez Adalid. Es cierto que hay otros autores y un puñado de grandes libros que tratan esta misma época, pero dejando a un lado joyas como Abderramán III de Magdalena Lasala, no hay otro autor que aborde con tanta maestría la vida en la zona musulmana. Y sobre todo, que nos presente con tal veracidad el día a día de la convivencia entre cristianos y musulmanes en los dominios de Al-Andalus.

El Camino Mozárabe arranca en la batalla de Simancas. Abderramán III convoca la Yihad para dar un escarmiento definitivo a los cristianos del norte, cada vez más beligerantes. En el verano de 939 un ejército de más de 100.000 hombres parte de Córdoba rumbo al norte, esperando diezmar y doblegar al ejército cristiano. Sin embargo, tras cuatro días de enfrentamiento, los hombres del califa, superados por la coalición reunida por Radamiro II de León, son derrotados y huyen salvando a duras penas la vida del propio califa. Esto supondrá un punto de inflexión en la historia de la reconquista, y es la excusa del autor para narrarnos la historia de las embajadas que uno y otro bando enviarán para negociar los términos de una paz que beneficie a unos y otros.

El califa enviará a uno de sus ministros, el inteligentísimo judío Hasday Ben Saprut, junto a algunos obispos cristianos de Al-Andalus. Partiendo de Córdoba seguirán la senda del Camino de Santiago para ir al encuentro de Radamiro y conseguir el acuerdo más ventajoso para Abderramán. Por su parte, de Ramiro II de León, enviará al ministro Musa aben Rakayis, junto al obispo de Palencia y algunos prelados y nobles, siguiendo el camino opuesto. Así pues, casi todos los personajes de El Camino Mozárabe son personas reales que intervinieron de una u otra forma en dichas embajadas, y dándoles palabra, Adalid muestra lo mejor de su escritura. Pocos autores capaces de recrear personajes y dotarles de personalidad en tan pocas líneas. Personajes veraces y llenos de matices que marcarán el destino de una y otra embajada. Ninguno de los viajes será sencillo, y las dificultades muchas, pero la recompensa será un lugar en la Historia para todos ellos.

El libro alterna ágilmente la narración del viaje cristiano y el sarraceno, con capítulos cortos y de magnífica escritura, como es habitual en Adalid. Además, la alternancia provee al lector de interesantes cambios de puntos de vista sobre el mismo conflicto. Eso sí, a mitad de libro, la historia pierde fuelle, volviéndose pausada y un tanto indolente, aunque la constancia en la lectura premiará al lector con un giro inesperado de la historia, que no le dejará indiferente.

Lo que no puedo evitar destacar, es que el autor se mueve como Pedro por su casa por las calles de la Córdoba califal. Su manejo de los escenarios del siglo XI es proverbial. Se mueve por barrios, casas, comercios, mezquitas e iglesias del año 939 con la misma fluidez con la que recorrería el supermercado de la esquina para hacer su compra semanal. Hace años que lo descubrí con El Mozárabe (para mí su mejor novela), y libro tras libro no ha hecho sino afirmar mi convencimiento.

Así que si estás interesado en los apasionantes siete siglos de luces y sombras en Al-Andalus, sin duda tu escritor es Jesús Sánchez Adalid. Y si quieres bucear en la convivencia entre cristianos y musulmanes en pleno esplendor del califato Omeya de Córdoba, este es probablemente uno de tus libros. Un libro interesante, en definitiva, escrito por uno de los escritores de referencia de esta época de la historia de España. Una época plena de aceifas y refriegas en la frontera, pero también una época que marca el máximo exponente de la tolerancia entre cristianos y musulmanes en todo el territorio de Al-Andalus.