Reseña del libro “El cementerio de los locos. La vida extraordinaria de Francesc Tosquelles”, de Evelyn Mesquida
Hasta que llegó a mis manos El cementerio de los locos. La vida extraordinaria de Francesc Tosquelles, yo no sabía nada de Francesc Tosquelles, pero me llamó la atención la sinopsis, donde se mencionaba que, durante la Segunda Guerra Mundial, mientras los internos de los psiquiátricos morían por miles, el hospital donde él trabajaba había conseguido que mejorasen sus condiciones de vida y su estado mental. ¿Cómo lo había hecho? Con esta pregunta, inicié la lectura de su biografía, escrita por Evelyn Mesquida.
En una primera parte, la autora recurre a su documentación y a extractos del libro escrito por el propio Tosquelles, L’enseignement de la folie, para relatar sus principales acontecimientos personales y, en especial, profesionales. En la segunda parte, recoge los testimonios de los hijos de Tosquelles y de varios colegas que trabajaron con él o que lo tuvieron como referente, para ahondar más en su figura.
Así sabemos que Francesc Tosquelles sintió fascinación por los locos desde pequeño y que durante su adolescencia conoció a muchos psicoanalistas y psiquiatras de origen alemán, austriaco o húngaro, lo que sentó los pilares de toda una vida dedicada a entender el sufrimiento humano y la locura. También fue miembro del POUM; aunque yo había oído mencionar este partido alguna vez, gracias a El cementerio de los locos. La vida extraordinaria de Francesc Tosquelles, he conocido su contexto y sus ideales. No es de extrañar, por tanto, que Tosquelles pusiese de relieve que, sobre todo en la clase obrera, la enfermedad tenía un origen social o moral, y que esto también había que tratarlo.
Durante la guerra, practicó la psiquiatría cerca de la primera línea de combate y formó a médicos y a civiles voluntarios (desde una prostituta a un cura) para cuidar de los enfermos. Por muy rocambolesco que pueda parecer, lo cierto es que obtuvo buenos resultados.
Obviamente, su ideología lo llevó al exilio y acabó en un campo de concentración francés. Al ver a miles de hombres apiñados y traumatizados, habló con la dirección y lo dejaron seguir con el trabajo que había iniciado en la guerra civil española. Más tarde, lo hizo en un hospital de la zona. Mientras en otras partes los enfermos mentales fallecían por abandono y hambre, allí donde estuviese Tosquelles mejoraban o se recuperaban.
Sus métodos terapéuticos, que se conocerían como psicoterapia institucional, tenían como eje que, antes de tratar al paciente, había que ocuparse de renovar el hospital y su entorno. En consecuencia, las puertas se abrían, lo muros se tiraban y se multiplicaban las vías de intercambio con el exterior. A los pacientes les adjudicaba responsabilidades que favorecían el bien común y fomentaba su creatividad. En definitiva, los escuchaba y personalizaba los tratamientos. Y mientras hacía todo eso, escondía entre sus pacientes a los que escapaban del régimen nazi, el franquismo o el Gobierno de Vichy.
Sin duda, un hombre tan singular merecía una biografía como El cementerio de los locos. La vida extraordinaria de Francesc Tosquelles, para que su legado se reivindicase. Hoy en día, muchos profesionales de la psiquiatría deberían tomar nota y mirar a sus pacientes como lo hacía Francesc Tosquelles.