Reseña del libro “El color de la tristeza es amarilla”, de Camino Díaz
Venía la autora, Camino Díaz, a hablar con los clubes de lectura de nuestra localidad. Venía a hablar de Novela Negra, que siendo ella misma policía, concretamente pertenece a la policía científica, entenderán que sea su especialidad. El caso es que, tras el encuentro, que por cierto resultó estupendo, me decidí a comprar su último libro, El color de la tristeza es amarillo, del que ni tan siquiera hizo publicidad durante el rato en que estuvo hablando con todos nosotros, a pesar de que el presentador del acto hizo varias alusiones intentando llevarla al tema.
Quiero subrayar que si tenéis ocasión de llevarla los institutos o clubes de lectura, para poder hablar con ella, da de sí todo lo del mundo, no necesita prácticamente ni presentador ni moderador del acto. Sabe interrelacionarse con el público asistente, desde el más joven al más experimentado como he visto hacer a muy pocos autores ya bien placeados.
El caso es que yo solo había leído una novela de Camino Díaz, y mientras ella firmaba un “puñadito” de ejemplares que (en su modesta ingenuidad, pues hizo corto) había traído, y aquellos que traían los participantes, me hice como os decía con uno de El color de la tristeza es amarillo, y he de reconocer que me dio miedo, porque todos los libros que llevan en su título la palabra “amarillo”, sé que producen tristeza, como dice de forma tan explícita en el título, aunque esa tristeza en ocasiones va mucho más allá hasta llegar al dolor. Pongamos como ejemplo La lluvia amarilla, de Julio Llamazares.
Pues bien, como había mucha gente esperando y yo suelo quedarme siempre hasta el final del acto con los autores, me dio tiempo de ojear el libro y decidir rápidamente que quería que fuese para mi hija y que además se lo regalaría dedicado.
¿Es un libro de iniciación? Sí
¿Es un libro triste? Sí
¿Es un libro literario? Sí
¿Es un libro bello? Sí
¿Da lugar a la esperanza? Sí
No sé que esperaba de este libro, pero me he encontrado algo muy especial, una forma dulce de hablar de cosas terribles, hasta he pensado que es un gran material para mi amiga Anabel García Capapey, ya sabéis, esa que vive del cuento (sí, la que es cuentoterapeuta) pero que también trabaja con familias y muy especialmente el tema del duelo.
Camino Díaz, le puso una preciosa y personalísima dedicatoria a mi hija, eso sí, se le acabó la tinta justo en el momento de estampar su firma jejeje. Bueno, pues yo, que soy lo peor en esto de tener un libro entre las manos, no pude por menos que leerlo antes de regalárselo. Al principio abriendo poco las páginas para que no se notase mucho, pero claro, al final ha sido un regalo que siempre compartiremos Camino, mi hija y yo, pues se lo entregué con notas al margen, la identificación de algún poeta del que pone algún fragmento, pero además he subrayado párrafos… Jajajaj mejor no sigo. No se puede dejar un libro así en mis manos:
“…. …. No seas como tu madre, que vivía en sus poemas y en sus quimeras. La poesía no sirve más que para ilusionarnos con la idea de un mundo distinto… … … “
Quienes me conocen ya entienden que es imposible que esto no quede absolutamente remarcado…, no hace mucho que mi hija lleva un solo y muy pequeño tatuaje en su cuerpo, y es el título de un poema que le escribí siendo ella aún muy pequeña, hace muchos años.
Y es que el libro nos habla de una joven que está transitando de la niñez a la adolescencia rodeada del dolor propio y del ajeno, del que le corresponde y del que no le corresponde. Es un canto a esa fantasía tan necesaria para poder salir de las peores pesadillas a las que hay que enfrentarse en la vida.
He pensado mientras lo leía en otros muchos libros como La vida mentirosa de los adultos, de Elena Ferrante, y en ese Olvidado Rey Gudú de mi querida Ana María Matute, con la que aprendí de la importancia de la fantasía, pero también en El Señor Pip, de Yoyd Jones, porque con él aprendí que la fantasía no solo es importante sino necesaria para poder sobrevivir mientras creces en las peores condiciones…
Y hay familia…
Y hay historia…
Ya decía que es un libro muy literario, y muy, muy amarillo… ¡Y tan bello!
Ufff. Me ha encantado tu reflexión sobre el libro de Camino Díaz. Es además un recorrido sobre un escenario, el del mundo rural, en el que las vidas y las historias se entrecruzan más allá del anonimato de las grandes urbes. Es una muestra del importante ejercicio de convivencia necesario para sobrevivir.
Así es, supongo que haber sido una niña de barrio y después haberme trasladado al medio rural ha hecho que me hiciera reflexionar también sobre el acompañamiento y la familia.
Gracias por tu aportación!