Reseña del libro “El corazón del daño”, de María Negroni
Reflexiono sobre la practicidad que la literatura tiene para mí y no soy capaz de encontrar una respuesta. Tanto leer como escribir, siempre ha supuesto una ayuda, una cicatrización de un dolor. Sin embargo, dependiendo del momento, del lugar y del libro, este auxilio ha significado cosas diferentes.
La autora, María Negroni, se sirve de una narrativa lírica y fragmentaria para relatar sus recuerdos. Nos cuenta cómo fue su infancia profundizando en la relación que tenía con su madre. Los recuerdos no siguen una narrativa lineal, los vamos construyendo con los materiales que tenemos en el momento convirtiéndolo en una enorme edificación inestable. Estar parada delante de El corazón del daño es contemplar dicha edificación. Provoca una desorientación momentánea, es confusa pero brutalmente honesta y bella.
Es un libro de 143 páginas, pero inabarcable. Una historia concentrada para contarnos una vida entera. Uno de los temas centrales es la infancia, no porque la autora narre ampliamente sobre su niñez sino porque toda su adultez está marcada por esa etapa. Hace regresiones durante todo el relato, volviendo a ella y a la relación materno-filial. La literatura está llena de historias que nos hablan de este vínculo, siempre complejo e imposible de romper y modificar.
“Digamos que fuiste la peor de las mejores cosas que me sucedieron […]. La que se ató a tus abusos para amar su propia escena enfermada”.
Estamos unidas a ellas repitiendo patrones, cautivas por este enlace, como marcadas por una profecía. Y siguiendo el proceso de crecimiento llegamos a la adolescencia, donde vivimos en lucha continua:
“Germinar es volverse contestadora”.
El cambio para que sea posible siempre ha de ir acompañado de la rebelión, de la movilización. Y en esta fase convulsa en la que estamos conformando la identidad y sometiéndonos a una transformación no tiene cabida otra forma de vivir que no sea en pie de guerra.
Nos habla del arraigo y de la huida. No puedo evitar pensar que en este sentido hay quienes echamos de menos vivir en el cambio, como en una reyerta constante y es por esto por lo que huimos de lugares en los que nunca nos encontramos cómodos. Vivimos en la insatisfacción continua, escapando del pasado y del futuro que todavía no ha llegado. De esta manera nos encontramos muchas veces huyendo sin conseguir marchar a ningún lado, hacia un camino a ninguna parte.
En El corazón del daño se reflexiona también sobre el proceso de la escritura y durante la lectura del mismo nos vamos encontrando con grandes referentes como Clarice Lispector, Alejandra Pizarnik o Borges, por nombrar algunos. Coincido con Negroni en que la escritura no surge de la comodidad, aunque el proceso en sí mismo pueda suponer un alivio para el escritor, sino que se abre camino desde la oscuridad y desde las obsesiones y las neurosis más enquistadas.
Leer El corazón del daño me ha servido para purgar y para traducir aquello que no tiene nombre y me asedia. En algunos fragmentos introduciéndose como un bálsamo, por el contrario, otros los he degustado como un veneno exquisito.