El cuento de la criada, de Margaret Atwood

El cuento de la criada“Espero. Me compongo. Mi persona es una cosa que debo componer, como se compone una frase. Debo presentar algo que ha sido hecho, no que ha nacido.”

Pág. 106

Leí este libro hace años, de la biblioteca, y llevo queriéndolo comprar desde entonces. Quería tener mi ejemplar para marcarlo, subrayarlo, poder comentar al margen… esas cosas que teóricamente no se puede hacer con los libros, pero que yo siempre hago con los que me gustan mucho. Pero no podía comprarlo porque estaba descatalogado y, por internet, llegaron a pedir casi 200 euros por un ejemplar. Una locura.

Por eso me parece una suerte que Salamandra reedite El cuento de la criada, una novela que la inmensa Margaret Atwood escribió tras un viaje al otro lado del telón de acero en los años ochenta. Sí, ochenta. Y os estaréis preguntando, ¿por qué la reeditan ahora? Y, sobre todo, ¿qué tiene que decirnos una novela de los ochenta?

La primera pregunta es fácil de responder. El año pasado HBO anunció que esta primavera emitiría una serie basada en la novela de Atwood. Así que, para qué negarlo, es un buen momento para recuperar El cuento de la criada porque muchas de las personas que vean la serie querrán recurrir al texto original.

Pero, aparte de por la serie, ¿por qué va a interesarnos precisamente ahora? La misma autora responde a esta pregunta en el prólogo que acompaña a la nueva edición. El cuento de la criada es rabiosamente actual. Cada vez más gente le pregunta si la novela es una predicción. Y Atwood responde que no, porque predecir el futuro no es posible, pero que sí que, cuando la escribió, había una intención de antipredicción en ella, es decir, de evitar un futuro como el que vive Defred, la protagonista de la novela.

Y tiene razón. A diferencia de otras obras de ciencia ficción, El cuento de la criada ha envejecido my bien y es incluso más verosímil hoy en día que en 1984, cuando fue escrita. Recuerdo que la primera vez que la leí, hará un par de años, busqué la fecha de publicación y me sorprendí porque estaba leyendo sobre cosas que están pasando ahora en EEUU, sobre cosas que podrían pasar en un texto escrito hace más de treinta años. En ese sentido, parece que Atwood haya viajado al año 2017 para ver algunos detalles, algunas tendencias, que explota en la novela.

Precisamente creo que es esa verosimilitud lo que hace que sea una de las novelas más aterradoras que he leído. Porque la autora logra crear la sensación de que te habla directamente a ti, durante la lectura de la novela tú eres Defred, o podrías serlo.

Recuerdo la primera vez que viví ese grado de identificación en una historia de terror. Tenía unos siete años y vi la primera adaptación de It, la novela de Stephen King. Yo estaba acostumbrada a ver películas de miedo, no me afectaban para nada (era fan de Expediente X) pero It me destrozó y pasé meses con pesadillas. Cuando mi madre me preguntaba por qué, siempre le daba una explicación muy clara: se come a los niños, solo a los niños. Y yo era una niña.

Esa misma sensación he tenido con Defred. Ella es una mujer que por edad, condición, etc. podría ser yo, que ha tenido un pasado como se augura mi futuro. Y todo se rompe de una manera tan brutal y al mismo tiempo tan contenida, tan, una vez más, verosímil, que produce terror. Junto a esa capacidad de identificación están la sensación de aislamiento, de paranoia, el miedo al otro, a hacer cualquier movimiento que Atwood crea con maestría y mantiene durante toda la novela. Por otro lado, no tiene la necesidad de recurrir a la violencia explícita para hacerte ver el horror. El clímax de la novela es mucho menos violento que cinco minutos de Juego de tronos, pero logra hacerte sentir más incómodo y angustiado de todas las temporadas de Walking Dead juntas. Y, para mí, es en esa contención del terror, en la capacidad de hacer que el gesto más nimio te haga temer por la protagonista sin perder ni un segundo el sentido de la realidad, donde se encuentra la genialidad de El cuento de la criada.

Para todos los que os asustéis con las novelas largas o “complicadas”, quiero deciros que Atwood tiene el don de crear metáforas impresionantes con lenguaje muy sencillo y que, pese a ser una historia asfixiante, se lee casi de un tirón. Me guardo en la manga los spoilers (no todo es lo que parece y la historia da unos vuelcos que madre mía), las referencias literarias (a Orwell, a Bradbury, a Le Guin…) que los fans del género veréis sin duda, mis especulaciones sobre el título y muchas de las sensaciones que me provoca esta novela. Leedla, lleváosla a la playa, a la piscina, comentadla porque es un texto actual e incómodo que se presta a compartir y debatir con los demás.

Y una última recomendación. Si leéis la nueva edición de Salamandra, dejaos el prólogo de Atwood para el final. Hacedme caso, primero leed la novela, porque la autora no se quita de hacer spoilers y, aunque, como no, la perdonemos, revienta hasta el último punto de giro de la trama.

2 comentarios en «El cuento de la criada, de Margaret Atwood»

    • Hola Sergio, muchas gracias por tu comentario!
      Yo tampoco lo entiendo… pero qué se le va a hacer. Es cierto que podrían haberlo puesto como epílogo, para no reventar el libro. Me alegro mucho de haber podido leerlo antes de todo el revuelo de la serie, porque los análisis que hay en los periódicos son todavía más bestias, te lo cuentan todo, todo. En la reseña he intentado no hacerlo 🙂

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