El cumpleaños secreto, de Kate Morton
No encuentro las palabras.
Palabras que consigan describir lo que significa el silencio que dura tantos años, lo que significan los recuerdos amasados por la fantasía, lo que significa la guerra que acaba destruyendo parte de nuestra esencia, lo que significan aquellas palabras que no se dicen, pero que siguen ahí, lo que significa ser querido, amado, pero no correspondido, lo que significa que el mundo siga girando incluso después de que nuestros ojos se hayan cerrado, y lo que significan aquellas grietas que se cuelan en nuestras vidas como si de jarrones recompuestos nos tratásemos. Porque “El cumpleaños secreto” ha hecho que me quede sin palabras, sin la fórmula que tantas veces he conseguido utilizar para enseñar al mundo las sensaciones que un libro me ha causado. Busco y rebusco dentro de mi cabeza, pero lo único que encuentro es esa mezcla de estupor, de sorpresa, y una mirada al horizonte como si estuviera perdido, intentando encontrar algo que se perdió y que ya es imposible volver a encontrarlo.
No encuentro las palabras.
No.
Quizás lo más complicado a la hora de hablar de las novelas de Kate Morton sea intentar no desvelar ninguno de los apuntes que nos hacen descubrir el secreto que la historia lleva impregnado desde la primera página. Por eso, y aunque me cueste no hacer partícipe a la gente de lo que he descubierto con ella, me arriesgo a caer en un viaje de rodeo, en un recorrido por esta gran novela que es “El cumpleaños secreto” y que me recuerda, una y otra vez, por qué me gusta la literatura. Cuando uno empieza a leer, a meterse de lleno en lo que nos cuenta, puede verse sorprendido por un sentimiento de que algo no avanza, de que estamos ante una historia más dentro de todo el panorama literario que se nos ofrece. Pero si pensáramos eso de las novelas de la autora estaríamos cayendo en el más increíble de los errores. Los que seguimos de cerca su trayectoria sabemos que algo nos esconde, que en la fotografía hay algo que no encaja, y que necesitaremos adentrarnos en la historia para poder poner la imagen, de nuevo, enfocada y con todas las aristas bajo la luz. Eso es uno de los puntales de la escritura de esta autora que, para mí, ha conseguido cautivarme, una vez más, después de haber leído todas y cada una de sus novelas.
¿Qué tiene entonces, Kate Morton? Una estrella en las manos, una imaginación desbordante para crear telas de araña en las que nosotros, los lectores, caemos rendidos, ante las que nos sorprendemos, sin llegar a imaginar cuanto, mientras el viaje nos lleva de uno a otro rincón sin hacernos descansar ni un solo segundo. Hubiera deseado grabarme al haber descifrado el secreto que pugnaba por salir en cada una de sus páginas, porque de seguro mis ojos hubieran aparecido abiertos como platos, mi corazón hubiera latido con fuerza, y unas pequeñas lágrimas hubieran aflorado por las cuencas, intentando controlar la pasión, la verdadera pasión que “El cumpleaños secreto” me ha hecho revivir como si fuera la primera novela que estaba leyendo en la vida. Existen pocas ocasiones en las que un libro nos absorba de tal forma que busquemos un pequeño rincón, un pequeño descanso, para introducirnos en él. Con él no sólo buscaremos esos momentos, sino que además no sabremos hacer otra cosa que vivir la historia de Dorothy y Vivien, dos mujeres que pelearon, que se enamoraron, que asesinaron, y que guardaron los secretos a lo largo de toda una vida, mientras el humo de la guerra se iba apagando en sus corazones.
Las razones que me impulsaron a leer esta novela están claras: soy un admirador de Kate Morton. Cada una de sus novelas ha sido, para mí, un viaje extraordinario. Pero quizá esta, por su forma, por su contenido, por su final (qué final) ha conseguido transmitirme aquellas ansias que sentía cuando era más pequeño, cuando necesitaba historias nuevas que me devolvieran el amor por los libros cuando ya todo estaba contado. Y es que todos crecemos, todos nos convertimos en personas importantes, pero son los libros los que nos recuerdan que más allá, a través de sus páginas, podemos encontrar vidas ajenas que nos emocionen y nos hagan palpitar el corazón de una forma desenfrenada.