Reseña del libro “El demonio de Próspero”, de K. J. Parker
Siempre es una buena noticia el nacimiento de una editorial, y más aún si es de una que se va a dedicar a la fantasía, la ciencia ficción y el terror.
Supe de El demonio de Próspero antes que de la aparición de la nueva editorial, por las cosas estas de las redes sociales y demás mandangas, y en seguida supe que tenía que leerlo. Y sí, sí, ya sé que tengo un montón de lecturas pendientes, me dije, ¡pero joder, es que, mira esta! Y además es cortita, solo 96 páginas, eso te lo ventilas en nada, me contesto mi yo más interno, al que yo llamo Yo. Venga, va, vamos p’alante. Y ahí que fuimos yo y Yo en comandita a meternos de lleno en la historia.
Ambientado en una tierra desconocida y en una época que tampoco sabemos cuándo ha sucedido (aunque el cuello de lechuguilla que aparece en portada puede dar una pista) pero una época en la que hay exactamente unos 72.936 demonios (ni uno más) nos encontramos con un exorcista muy suyo. “El más rápido, hábil y letal”.
Un exorcista del que no llegamos a conocer su nombre, y tampoco es necesario, que, como todos los de su orden saben cómo extraer los demonios de sus huéspedes con independencia del daño que pueda ocasionarse con esta extracción a dichos huéspedes. Un exorcista que cumple a rajatabla las reglas de su institución, siendo la primera de ellas nada de negociar con demonios. Él prefiere sacar al demonio sin causar daños al humano que lo contiene, pero si no hay más remedio y el proceso de “sacado” conlleva que haya que tirar al demonio de los nervios o ataduras internas con los que haya podido agarrarse… Pues que le vamos a hacer. Son daños colaterales.
–Bueno, ambos somos bastante parecidos en ambos aspectos –dije con una sonrisa–. De hecho, solo hay dos diferencias entre nosotros que realmente importen. La primera, yo soy más fuerte que Él. Mucho, mucho más fuerte. […] La segunda es que yo moriré algún día, pero Él no–proseguí–. Ellos no pueden morir. Él puede sufrir (créame lo sé, Él puede sufrir más dolor del que usted podría llegar a imaginar), pero no puede morir.”
Un exorcista que conoce a todos los demonios de su zona, que le temen y respetan en su mayoría, como la autoridad que es, aunque alguno se le rebele y lo acabe pagando.
Sin embargo, cuando nuestro prota se encuentra con Próspero de Schanz, un hombre renacentista ya que es filósofo, científico, artista…, que quiere educar al príncipe recién nacido para que se convierta en el mejor gobernante que el mundo haya tenido nunca, se da cuenta de que el tal Próspero lleva en su interior, ¡sorpresa!, a un demonio.
He disfrutado como un enano con El demonio de Próspero. He admirado el tono, irónico y explicativo sin llegar a ser académico (aunque el proceso de construcción de la estatua me ha llegado a hartar un poco); el ritmo de la entretenida trama; las explicaciones justas y necesarias para no aburrir con detalles; la actitud del protagonista y la pícara y gamberra de su contrincante; los vistazos atrás para conocer hechos de la infancia de nuestro exorcista; las conversaciones a dos y tres bandas simultáneamente; los incisos…
Y realmente he lamentado que acabara la historia. Me hubieran gustado más duelos, más enfrentamientos e historias de por medio, saber más de la respetada pero pobre orden, de nuestro protagonista, de su rival… En definitiva, K. J. Parker ha creado un mundo del que quiero conocer más y me hubiera gustado que este libro me hubiera durado más. Eso dice mucho en favor de un libro, ¿no?
Menos mal que Red Key Books va a publicar este mismo año otra aventura con este peculiar exorcista. Estaremos atentos.
Felicidades A Red Key Books, porque habéis conseguido con vuestra primera obra editada, una auténtica joyita, hacerme a mí y a mí mismo fiel seguidor vuestro y de K.J. Parker.