Cuando me enteré del nacimiento de una editorial llamada Tolstoievski, supe inmediatamente que era el inicio de una gran amistad, y eso antes de leer su manifiesto o ese remate final de este libro a modo de primer punto de un decálogo. Así que pedí El diario Down sin pararme a pensar, sin leer la sinopsis ni tan siquiera ver la imagen de la cubierta, lo habría pedido aunque fuese una guía telefónica de Upsala, por poner un ejemplo. Y cuando lo tuve entre las manos y comencé a leerlo me sentí mal por no haberlo pedido conscientemente, porque el ejercicio de sinceridad que el autor despliega en estas magnificas páginas no naciera de un ejercicio de voluntad consciente por mi parte. Pero pronto me sumergí en ellas y Francisco Rodríguez Criado, Madre Coraje y Chico me hicieron olvidarme de mis absurdas prevenciones que por lo demás no tenían cabida en El diario Down.
El libro es, como su nombre indica, un diario, el diario de un escritor que comienza con el nacimiento de su primogénito, con síndrome de Down, y que recoje sus reflexiones, sus estados de ánimo, su cansancio, su alegría, su preocupación, su orgullo, y en fin, lo que es la paternidad. El hijo, Chico, un guerrero, nace además con determinadas complicaciones cardiacas que obligan a operarlo a los pocos meses de vida y el padre, escritor, corresponde a la operación abierto de su hijo con una obra brillante, sincera y créanme, divertida, con el corazón no abierto, pero sí expuesto.
Les diría que lo que más me gusta del libro es la escasa preocupación de Francisco Rodríguez Criado por la corrección política, su huida de los clichés (tanto de los fatalistas como de los excesivamente optimistas), pero mentiría, y eso no está bien. El lector debe hacer un esfuerzo por estar a la altura del libro que lee y en este caso eso sólo se logra a base de honestidad y sinceridad. Así que les diré que lo que más me gusta de este libro es que no es un libro sobre la discapacidad, sino que lo es sobre la paternidad. Muchas de las cosas que cuenta el autor en El diario Down son perfectamente asumibles por cualquier padre, cualquiera de nosotros se sentirá terriblemente identificado con muchas de sus reflexiones y sí, el crío tiene una discapacidad que le dificultará ciertos aspectos de su vida lo que sin duda magnifica la natural preocupación de la familia, pero los padres no y esa naturalidad en la aceptación de las circunstancias es probablemente la mayor aportación no específicamente literaria que hace este pequeño pero magnífico libro. El valiente, el guerrero, el especial es el niño, los padres, como todos, simplemente hacen todo lo que pueden y es un placer compartir ese “lo que pueden” de Francisco Rodríguez Criado y familia a través de un vehículo tan brillante, emocionante y divertido como este El diario Down.
Andrés Barrero
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