Seguro que la has visto.
Te encontrabas en la cumbre del Aneto y cuando ibas a coronar el pico viste el resplandor. Circulabas a la máxima velocidad permitida por la M-40 y vislumbraste el seductor destello. Realizabas esquí acuático arrastrado por la lancha que posee tu amigo, bordeando la costa de Mallorca, y unas vigorosas partículas de luz se cruzaron en tu camino.
Claro que la has visto.
Y entonces sigues esa luz. No importa en qué lugar remoto te encuentres, la sigues, como si fueras una curiosa polilla que ha quedado hechizada por una vieja bombilla de 40 vatios. Seas de donde seas, vengas de donde vengas, el destino siempre es el mismo: una librería. Y entonces, tras ponerte unas gafas de sol para evitar daños irreversibles en las retinas, compruebas que la fuente de luz resulta ser un libro: El dios asesinado en el servicio de caballeros de Sergio S. Morán. Su portada, en la cual los diseñadores no han escatimado con los colores fucsia y amarillo pollo, logra que todos los demás libros que comparten emplazamiento junto a él sean tétricos, de colores desvaídos y con un aire tan melancólico que parecen invitarte a vivir en un desdichado invierno perpetuo.
Pero no solo de colores chispeantes vive este libro. En la parte inferior de la portada hay una figura: oscura, pequeña, resoluta y con un arma humeante. Bien, acabas de conocer a la protagonista de la novela, Verónica Guerra alias Parabellum, de oficio: detective de lo paranormal. Ella bien podría haber sido el fruto de una noche loca entre Sherlock Holmes y Anita Blake; o entre Flanagan y Buffy Cazavampiros; o entre John Constantine y Jessica Fletcher. Vale, borrad esa última pareja de vuestra mente si nos queréis gastaros vuestro sueldo en visitas al psicólogo.
Detective de lo paranormal o no, para que el negocio funcione, necesita clientes. “Los vampiros necesitan sangre, los dioses que los adoren… ¡Yo necesito comer! Y en el duro mundo de los mortales para eso se necesita dinero” Por suerte para ella éstos nunca le faltan; y quienes hacen uso de los servicios que presta Parabellum acostumbran a tener, como mínimo, dos puntos en común. El primero: viven en Barcelona o alrededores (ya que es la zona de acción de la detective). El segundo: han visto cosas o seres que pensaban que solo formaban parte de leyendas, y que únicamente algunos programas de televisión, expertos en el mundo del misterio, lo desconocido y otros enseres de cocina, trataban con fingida seriedad.
“No hay que dejar de sorprenderse nunca, mi querida Verónica. Si no, el mundo sería muy aburrido” afirma en un momento de la historia uno de sus clientes. Y eso es lo que es El dios asesinado en el servicio de caballeros: una agradable (y por supuesto nada aburrida) sorpresa; además de ser la opera prima de Sergio S. Morán, y la primera aventura en la que seguiremos a la experimentada detective. En esta ocasión Parabellum se enfrentará a un caso de asesinato que pondrá patas arriba las ya tirantes relaciones entre las deidades griegas y nórdicas, además de intentar aclarar el misterio de un fantasma enamoradizo y evitando, asimismo, por todos los medios, que su novio descubra a qué se dedica realmente. Así pues, mientras discurre la aventura y se desmadeja el caso, asistiremos a un variopinto desfile de seres mágicos tales como: minotauros, fantasmas, vampiros, dioses griegos y nórdicos y hasta algún que otro deus ex machina bien camuflado de resolución narrativa; oh gran salvador de eventos peliagudos. Todo este batiburrillo, y tras haber pasado por la coctelera del autor que agita con brío mezclando géneros como humor, novela negra y fantasía, dan como resultado un libro tan divertido como desvergonzado. El cual, sea dicho de paso, no solo goza de una protagonista dura y subversiva que se hace querer, sino que también posee algunos secundarios de lujo, como Killian: el ser feérico irlandés que regenta el pub Rainbow’s Arse. Un Clurichaun (que viene a ser el primo lejano y borracho de un Leprechaun) que posee un nutrido repertorio de palabras malsonantes que reparte entre sus parroquianos a la misma velocidad que sirve las cervezas. Un granuja de corta estatura que se valdría el solo para tirar adelante la trama completa de la obra; aunque fuera a patadas.
El dios asesinado en el servicio de caballeros no solo se mueve a ritmo de novela negra que se ríe de los propios clichés del género tras previamente hacerles un corte de mangas, sino que también se desplaza por un submundo repleto de acción a raudales. Ríete tú de Michael Bay y sus explosiones de chichinabo.
Ese ritmo frenético transcurre por una siniestra Ciudad Condal, de la cual se muestra menos de lo deseado desaprovechando escenarios emblemáticos y los cuales espero, y si Sergio S. Morán se anima con más aventuras de la detective, nos descubra en próximas entregas además de revelar más sobre los inicios de Parabellum, que en esta novela ofrece apenas unas pocas, e interesantísimas, migajas.
El dios asesinado en el servicio de caballeros es un libro perfecto para disfrutar este verano haciendo esquí acuático en Mallorca; el próximo invierno tras alcanzar la cima del Aneto; o en la otra vida, en el profundo y gélido inframundo, mientras mantienes a raya a todos esos demonios, que pretenden azotarte por haber sido un humano muy malo, usando como arma la mágica luz que irradia la portada.