El don, de Mai Jia
China, el gigante dormido de Asia. O eso de dormido se decía hace años, porque en pleno 2014 nadie duda ya de la eclosión del país más poblado del mundo. Día a día comprobamos como la economía, el idioma y diversos aspectos socio-económicos chinos tienen cada vez más presencia a nivel mundial. Y en esto la literatura no se podía quedar atrás.
Muy lejana queda la escabechina realizada en la Revolución Cultural de Mao Zedong allá por mitad de la década de los 60. Ahora, en una China que mira cada vez más al extranjero, los literatos con calidad encuentran en el mercado editorial occidental un buen nicho. Tanto es así, que sus dos premios Nobel de Literatura (Gao Xingjian y Mo Yan) han sido reconocidos en pleno siglo XXI, acompañador por otros autores de gran calidad y cada día más conocidos en España como pueden ser Yu Hua, Qiu Xiaolong, Liao Yiwu o Yiyun Li.
Las editoriales saben de la importancia e interés que despierta este país, y ahora nos presentan a Mai Jia, todo un superventas con más de 15 millones de libros vendidos a sus espaldas. Aterriza en Europa con la publicación de El don, escrita en 2002, cuya mezcla de códigos secretos y espías (apoyados por una portada soberbia) dan buena base para un éxito que parece muy factible.
El don es la historia de Rong Jinzhen, un chico peculiar desde el mismo momento de su nacimiento. Una truculenta historia familiar le hace vivir su infancia apartado del mundo real, pero eso no es impedimento para desarrollar una habilidad especial con los números y las matemáticas. Tanto es así, que los servicios secretos chinos lo reclaman para trabajar en su departamento de criptografía, conociendo una ciencia que desde ese momento será su obsesión y a la que dedicará la mayor parte de su vida.
Desde el principio de la novela se percibe la facilidad y claridad que tiene Mai Jia en la narración. El escritor juega con varios narradores y experimenta distintas formas de contar una historia, dando varios saltos en el espacio y el tiempo, lo que se traduce en una lectura agradable y llena de matices.
El don está dividido en tres partes bastante diferenciadas en su temática. La primera se dedica a conocer la historia de la familia Rong. Pese a servir como contexto para situar la parte central de la novela, estas primeras páginas enganchan al lector, con descripciones de la China de principios del Siglo XX realmente maravillosas. La parte principal de la novela detalla la vida del protagonista, Rong Jinzhen, una persona cuyo comportamiento retraído y distante no le impide convertirse en uno de los matemáticos más prometedores. Este es el grueso central de la novela, la parte más parecida a una novela de espías de los viejos tiempos, adornado todo con códigos secretos, organizaciones semiclandestinas y el omnipresente Gobierno chino que ejerce a la vez de padre y verdugo de todos los protagonistas.
Tras el frenesí con el que el lector devora la segunda parte, es tiempo de disfrutar de la tercera y última. En ella, Mai Jia, simulando un ejercicio periodístico, busca en el presente informaciones sobre Rong Jinzhen e intenta dar explicación a todo lo sucedido en el libro. Acostumbrados al ritmo vivo de las dos primeras partes, quizá cuesta más digerir la lentitud y el detallismo a la hora de escribir del autor, pero como he dicho anteriormente, la diferencia de ritmos, espacios y lugares es lo que hace de esta novela un libro completo.
Está claro que Mai Jia sabe cómo captar la atención de los lectores. Algo tan opaco como la criptografía, en un gobierno tan misterioso y hermético como el de la República Popular China hacen de El don un coctel explosivo y una experiencia lectora enriquecedora.
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