El enredo de la bolsa y la vida, de Eduardo Mendoza
¿Qué tienen en común una Barcelona que parece un asador de pollos en plena ebullición, una prostituta que deja su profesión entre vítores y gritos de alivio por parte de sus clientes, un bazar chino donde hay jarrones de la dinastía Ming a 11,95 euros, un misterio por descubrir entre un detective loco y algunas de las estatuas que pueblan Las Ramblas, y la presencia de una Ángela Merkel enamorada? “El enredo de la bolsa y la vida”, que más que enredo es un viaje surrealista por uno de los personajes más conocidos de nuestra literatura, una sonrisa pegada a la cara desde la primera página y que nos confirma que Eduardo Mendoza no es sólo un escritor, es un maestro.
El detective, regente de una peluquería donde las únicas que se cardan el pelo son las ratas que pasan de vez en cuando, de anteriores novelas, vuelve de lleno a la acción para descubrir qué le ha sucedido a un antiguo amigo de correccional y para impedir que un atentado terrorista se lleve a cabo. Una carrera en la que el ingenio no está reñido con la locura… ¿o acaso no son la misma cosa?
¿Qué sucede cuando, mientras lees un libro, tienes que intentar reprimir la risa en público? Sin duda, que el libro algo tiene. Pero, ¿qué sucede si el libro en cuestión, no sólo no te deja reprimirla, sino que además te hace compartir con todo el que se precie lo que pasa en él? Que se convierte en una gran historia. Y es que “El enredo de la bolsa y la vida” es como cuando pides a un camarero que te sirva un café templado, y tú te confías y piensas que te lo va a poner, pero qué va, te abrasas la lengua con la lava volcánica que hay en la taza. Sabes lo que propone Eduardo Mendoza, pero realmente no estás preparado para lo que está por venir. Una historia repleta de una fina ironía, momentos hilarantes propios de una de las primeras películas de Lynch en la que te preguntas si lo que estás viendo es de verdad, si realmente alguien puede tener aquello en su cabeza. Un recorrido tan cómico por la Barcelona de hoy en día, que sólo a un maestro como al autor se le ha podido ocurrir semejante obra maestra. Porque “El enredo de la bolsa y la vida” es un retrato descabellado y cercenador de personajes como Ángela Merkel (increíble su momento “I love Manolito”), del crecimiento de la comunidad china en nuestro país (alabado sea el General Tat, siempre el General Tat), de los políticos que nos han llevado a la crisis (me quito el sombrero ante el momento del discurso del alcalde de la ciudad condal) y un sin fin de pequeños lugares donde no parar de reír cuando es Eduardo Mendoza quien nos agarra de la mano y no nos suelta.
¿Qué más puedo decir de lo que nos ofrece? Dejadme pensar: que en unos momentos en los que vivimos todos los días rodeados de noticias catastrofistas, encontrar una novela como ésta es un verdadero placer para la evasión; en segundo lugar, que “El enredo de la bolsa y la vida” es Eduardo Mendoza en toda regla, y con eso ya quiero decir mucho; y, por último, que este libro es genial, una creación única y un perfecto reencuentro con el detective loco que tantos ratos nos hizo pasar en historias como “El misterio de la cripta embrujada” o “La aventura del tocador de señoras”.
Y es que, ¿cuando la locura es un bálsamo para el cuerpo y la mente, hay algún problema en que nos abracemos a ella? Y si alguien tiene miedo de ello, que no se preocupe, seguro que otra buena historia nos estará aguardando a la vuelta de la esquina.
Tengo muchas ganas de reencontrarme con este detective que tan buenos momentos nos ha dado. Y por lo que cuentas, vuelve por todo lo alto, así que si tenía algún miedo con este retorno, me los quitas todos.
Besotes!!!