Todo en esta vida pide e incluso nos exige que cambiemos la perspectiva a la hora de observarlo. De este modo, nada tiene una única cara y por tanto nada tiene una única verdad. ¿No sería terrorífico que todo fuera como “es”? Un claro ejemplo de esta necesidad de perspectivismo es la historia de Cristo. Esta nos ha llegado a través de un libro, la Biblia, que en muchas ocasiones tiene más de novela que de narración histórica, y es inevitable preguntarse mientras se piensa en ello: ¿qué hay de verdad en la narración? Nunca lo sabremos a ciencia cierta, por eso especulamos. Y una especulación más de esta historia es la novela de la que hablo hoy: El evangelista, de Adolfo García Ortega, publicada por Galaxia Gutenberg.
Por la mayoría de nosotros debería ser aceptado que hay cosas que nos han sido contadas de la historia de Jesús que para cualquier persona con dos dedos de frente se presentan como imposibles – y yo soy de aquellos que día tras día entonan el gastado lema del «nada es imposible» -. Seguro que a la hora de analizar esas hazañas – si se ha intentado – se ha llegado a la conclusión de que mucho de lo contado son exageraciones fruto de la necesidad de algo así, fruto de la imaginación, de mentes perturbadas en una época necesitada de cambios. Adolfo García Ortega nos sitúa junto a un escriba que será quien nos explique en primera persona las andaduras de Yeshuah, al que llaman el Visionario. Capaz de curar con sus manos y de ver el futuro a través de sueños, el Visionario consigue captar a un grupo de rebeldes – con Iskariot Yehudá a la cabeza – que ven en él al Rey que necesitan para implantar su nuevo Reino en el territorio ocupado por los romanos. Fruto de su maestría en la palabra y el manejo psicológico de las gentes, Yeshuah consigue un buen número de fieles dispuestos a morir en la lucha contra los romanos por el poder.
Nuestro escriba nos cuenta sus vivencias al lado de este grupo de rebeldes – del cual nunca formará parte – a la vez que rellena los vacíos de la historia con relatos de oídas, cartas robadas o testimonios que se encuentra en su camino. A través de este escriba conocemos la vida de Yeshuah, lo que nos lleva a posicionarnos ante ese narrador no fiable que nos pide que creamos en él y en su verdad con respecto a la narración. ¿Qué creer y qué no? ¿Fue Jesús un santo enviado por Dios capaz de obrar milagros o fue un simple rebelde rebosante de carisma y sabedor de las formas de convencimiento humanas? ¿Es su historia tal y como nos la cuentan o es una gran bola que ha ido creciendo con el boca oreja a lo largo de la Historia? ¿Tiene razón García Ortega o tiene razón la Biblia? ¿Alguien tiene razón?
Según El evangelista, la vida de Jesús no sería más que la de un líder comandando a un grupo ansioso por apartar de su territorio a los recién llegados romanos. Sin milagros, sin ese aura angelical que los rodea, sin la etiqueta de santos; con mucha sangre de por medio en su avance. No sería más que la historia de un hombre común capaz de dejarse matar por su pueblo. No sería más que la narración de la vida de un héroe que acaba en tragedia. Tragedia humana. Porque si nos basamos en el eco espiritual dejado por esa muerte – ya sea por la muerte en sí o por las habladurías que ella provocó – sí podemos decir que es la muerte con más éxito de la Historia. ¿Vosotros qué – y en qué – creéis?