El fantasma de Canterville, de Oscar Wilde
Las historias de fantasmas siempre me han fascinado. Seres incorpóreos, que vagan por el mundo con cuentas pendientes, los grilletes que llevan atados en pies y manos hasta la eternidad. Tiene que ser una vida muy interesante. Pero, ¿qué sucede en el mundo de los libros cuando juntamos una de esas historias clásicas con un escritor no menos clásico? Sólo puede haber una respuesta correcta: algo con lo que disfrutar desde la primera hasta la última página. Si echamos la vista atrás, han existido infinidad de novelas que se referían a fantasmas que hacían la vida imposible a una familia, incluso películas que nos inundan cada día con esa clase de historias en los que, de noche, se oyen los susurros ahogados del ser de turno que no para de incordiar. Relatos y más relatos en los que hacer frente a aquellos entes que, ya alejados de la bata blanca que los recubría, se han vuelto sofisticados hasta decir basta. Pero, ¿no os habéis dado cuenta que, al final, nos acordamos siempre de los clásicos, de las historias primigenias, de aquellas que abrieron el camino? Por eso pongámonos en la casilla de salida, nos espera una historia de miedo…
En el castillo de los Canterville siempre ha habido un fantasma. Cuando la familia Otis se muda, tendrán que hacer frente a un fantasma que intenta atemorizarles, sin conseguirlo. Será entonces cuando el fantasma se dé cuenta que lo único que le queda es hacer frente a sus cuentas pendientes. ¿Pasará a mejor vida (o muerte) o se llevará consigo a la familia al completo?
Oscar Wilde. Su nombre lo dice todo. Su nombre evoca historias cómicas e historias terroríficas. Pero en todo caso, clásicos que a día de hoy siguen vigentes, como sólo puede hacerlo la literatura que está destinada a formar parte de todos nosotros. Más allá de la archiconocida “El retrato de Dorian Gray” nos contó muchas más historias que aún hoy pertenecen a ese gran grupo de novelas, cuentos y relatos, que se encuentran en las estanterías de cada lector. Por ello descubrir, después de tantos años de literatura conocida, de literatura que se encuentra en tiendas de segunda mano, en librerías, en bibliotecas o en la propia editorial, descubrir decía esta historia de fantasmas ha supuesto reencontrarme con uno de esos autores que tenía olvidado, que se encuentra ahí, agazapado en una estantería esperando que le des la oportunidad necesaria para conocerle. Y aquí estoy contando las virtudes de este pequeño cuento, de este relato sobre los seres de la noche que viven por toda la eternidad en un castillo y que sufren, como todos nosotros, por la incomprensión de quien no entiende qué es, qué hace allí o, más importante, por qué. Pero, como en la literatura de este autor, no deja de aparecer suaves matices de humor, de ironía, de ese uso mordaz de las palabras para, con pequeñas pinceladas, dibujar la realidad inglesa como sólo él lo podía hacer. No me excedo si digo que, después de tantos años, él supo como nadie hacer frente a las críticas y forjarse una obra que perduraría mucho más allá de su muerte.
Digamos varias cosas que hacen de esta edición un lujo para todos aquellos que se asomen a sus páginas: en primer lugar una traducción magnífica de la inigualable, e irreemplazable Esther Tusquets, un punto a su favor ya que esta mujer supo como nadie, a su vez, traernos a los lectores las letras que hoy podemos disfrutar una y otra vez, en segundo lugar, las ilustraciones que acompañan a este cuento son perfectas, sin necesidad de utilizar ningún otro adjetivo, porque animan al lector a seguir con la historia, a no dejarla pasar, a permanecer con ella incluso después de haberse bajado el telón en forma de punto y final. En definitiva, una de esas ocasiones en las que los clásicos se renuevan, los clásicos aparecen una y otra vez para hacernos sentir, como si fuera la primera vez, aquello que ya conocíamos, pero que habíamos olvidado tras tantas lecturas.
Se trata de “El fantasma de Canterville”, una de esas historias que no podemos olvidar, una de esas historias que se releen, que tenemos que leer una y otra vez para encontrar, tiempo después, aquello que nos hizo sentir la primera vez, pero ya diferente, con otra mirada, y con esa ilusión que los clásicos nos hacen sentir siempre que nos llegan, de la forma más inesperada.
Un día que no me llevo el libro apuntado! Y es que he leído esta historia no sé cuántas veces. Me encanta! Una reseña magistral!
Besotes!!!!
Gracias Margari, siempre me encanta que te pases por aquí y me digas palabras bonitas! 🙂
Lectura de juventud de grandísimo y grato recuerdo. Buena recomendación.
Hace poco posteaba en mi blog unas novelas en las que Oscar Wilde es el protagonista (Los misterios de Oscar Wilde) y es que su figura da para todo un personaje real y ficticio.
Saludos!
El personaje de Oscar Wilde es tan enigmático que atrapa sí o sí. Esta lectura la tenía pendiente y además es que esta edición es una maravilla. Gracias por pasarte a escribir Interrobang. Un placer.
Saludos!