Decir que Inio Asano es mi autor de manga favorito es hacerle un flaco favor a la obra de la que quiero hablar hoy. Partir de mi adoración por el japonés sería una forma de perder credibilidad a la hora de dejar claro cuánto me ha gustado esta pequeña recopilación de historias. En mi defensa diré que no creo en los totalitarismos, ni en los de antes ni en los de ahora. Los sistemas de adoración han perdido brillo en la Era de Internet. Y los nuevos dioses duran tanto como una canción descargada en Itunes, tres minutos y treinta segundos. Además, he de añadir que veo válidas toda las críticas que se han volcado sobre este autor en los últimos tiempos como consecuencia de Boom Asano que estamos viviendo. Entiendo cuando le recriminan que abusa de las reflexiones de carácter espontáneo, la necesidad de volcar en todos los personajes sus propios pensamientos, la estilización extrema de su trazo en compensación de motores narrativos bastante leves y la reiteración de la tristeza en todas sus formas y posibilidades. ¿Lo mejor de todo este berrinche contra Asano? Que todo lo que se le critica es lo que me ha hecho recomendarlo una y otra vez a cualquiera que se desviva por las novelas gráficas, a cualquiera que le interese el día a día de la sociedad japonesa. En definitiva, Inio Asano es una buena opción para aquellos que disfrutan más de la atmósfera de una historia que del qué, cómo y cuándo. Bienvenidos a la obra del único autor capaz de explicar gráficamente las dificultades de ser feliz en una sociedad que no te concede el permiso para serlo.
A pesar de estar bastante pendiente de las publicaciones editoriales con cierta antelación, descubrir El fin del mundo y antes del amanecer en mi tienda de cómics habitual fue todo un colapso y una grata sorpresa. Y es que no sabía que Norma iba a publicar esta ración de historias breves. Al principio, antes de leerlas, pensé que esto sería difícil de encajar en aquellos que no conociesen previamente al autor. Pero una vez leídas las nueve narraciones que incluye esta pequeña maravilla, admito que no podía estar más equivocado. Este recopilatorio acaba de convertirse en la carta de presentación perfecta para todo aquel que quiera entrar en el mundo de Asano sin grandes inversiones de tiempo o de dinero. Aquí está condensado todo el estilo, magia y evolución del autor de referencia dentro del seinen o manga para adultos.
Pero, ¿de qué van todas estas historias? ¿Es ciencia ficción? ¿Puro hentai? ¿Costumbrismo japonés? ¿Amor entre adolescentes tristes? Quizás podría responder con un sí a todo. Del mismo modo que podría decir que nada de eso es Asano. El estilo es tan peculiar que difícilmente pueda encasillarse. Y valiente de aquel que intente mezclar todos estos ingredientes en su propia obra, porque dudo que consiga obtener un producto tan refinado como el que hoy nos ocupa. Claro que si buscamos un elemento en común en todas las historias que componen El fin del mundo y antes del amanecer podemos encontrar una crítica bastante dura al sistema económico y social del Japón actual. Personajes que viven en los márgenes por diversos motivos, con trabajos que les obligan a fingir en muchas ocasiones ante la sociedad y ante sus superiores como en el caso de La rutina y depresión de la imaginativa Eiko donde la protagonista debe hacerle frente a todo tipo de calaña con una sonrisa forzada y una imaginación preocupante. O uno de mis preferidos, el tríptico Domingo, 6:30 de la tarde donde un padre de familia es despedido y decide marcharse de casa dejando que sus hijos se encarguen de sí mismos. Pero si queremos encontrar a Asano vibrando hay que buscarlo en sus historias de estudiantes desbordados por la presión académica japonesa, jóvenes que viven dentro de ese nuevo nihilismo propio de aquellos que no pueden seguir el ritmo que se les marca. Chicos y chicas que utilizan el sexo como excusa para conectar de algún modo con otros humanos, como en el caso de Alfalfa o 17, dos ejemplos claros de esta anomia asociada al adolescente escapista e incomprendido.
Por último no puedo acabar esta reseña sin hablar de Tokio, la historia más redonda y visualmente más potente de toda la recopilación. En ella, un autor de manga afincado en Tokio decide volver a su pueblo natal para una reunión de antiguos alumnos, donde muchas heridas del pasado se reabren. Un relato perfecto en tono, realización y forma que refuerza la calidad del conjunto como ningún otro consigue hacer.
Hay que leer a Asano por sus reflexiones. Por su maestría estilística y trazo brutal a la hora de reflejar la psicología de espacios y personajes. Es el único que hace que lo hermoso y lo grotesco puedan convivir en la misma página como si fuera una cosa de niños. Pero si tuviera que destacar un único rasgo, si me apuntaran con un arma y no me dejaran enumerar virtudes, hablaría sólo de su capacidad para criticar las sombras de la sociedad nipona de un modo inigualable. Es duro y es hermoso. Hace daño, pero suele dejar que la esperanza entre por alguna grieta. Y concibe esos minutos antes del amanecer del título como la posibilidad de que algo puede salir bien. En serio, no es adoración. Si sólo vas a dedicarle tiempo a un único manga este año, dale una oportunidad a El fin del mundo y antes del amanecer. Todo lo demás puede esperar.
Sergio Saborido (@Sergsab)