El frente ruso, de Jean-Claude Lalumière
Una divertida sátira sobre el funcionariado y el mundo laboral, pero también una reflexión sobre la manera en que dejamos escapar nuestros sueños.
Acababa de terminar de leer un libro bastante dramático y otro muy denso y complejo; dos títulos magníficos, pero que me habían supuesto un cierto esfuerzo emocional o de concentración, según el caso. Y uno ya no está para esos trotes. Como además tenía pendiente otra novela que no prometía ser sencilla, me apetecía intercalar una lectura más ligera y amena, uno de esos libros escritos con la única pretensión de entretener al lector. Por lo que sabía, El frente ruso era el candidato ideal.
Fíjense; no sé si estarán de acuerdo, pero tengo la sensación de que al decir esto estoy enviando la novela de debut de Jean-Claude Lalumière a la segunda división de la literatura. Parece que no solemos sentir demasiado respeto por la comedia y que un texto que divierte es inevitablemente un texto menor. Y es curioso, porque en nuestra vida cotidiana siempre tendemos, por lo general, a buscar el entretenimiento, la alegría, la risa. Pero con un libro en las manos no, esto de leer es una cosa seria y sólo recurrimos a los libros divertidos para prepararnos mejor para el próximo drama o el siguiente ensayo metafísico.
El argumento de El frente ruso es, como cabría esperar de uno de esos libritos divertidos, muy sencillo. Un joven francés de provincias, ingenuo y algo retraído, se presenta a unas oposiciones al Ministerio de Asuntos Exteriores con la ambición de iniciar una brillante carrera diplomática (en realidad carece de vocación, lo que está es ansioso por viajar y conocer mundo y, sobre todo, por escapar del hogar paterno).
Aprueba las oposiciones como todo lo que ha hecho en su vida, sin destacar mucho, y poco después, casi sin creérselo, se encuentra en el Quay d’Orsay, esperando a que le asignen su primer destino (¿Será en el exótico oriente? ¿Quizá en alguna fascinante ciudad africana?). Pero su andadura profesional va a comenzar con un tropiezo: el de un alto funcionario, responsable de personal del ministerio con el aparatoso maletín que le regaló su madre.
Así que ni Ulan-Bator, ni Samarcanda, ni siquiera Chile; deberá incorporarse a unas perdidas oficinas en un barrio periférico de París, en el departamento de “Países en vías de creación. Sección Europa del Este y Siberia”: el frente ruso.
El panorama no puede ser más desolador: desterrado a un departamento olvidado por todos que, desde la caída del telón de acero, sólo se ocupa de proporcionar acompañamiento a algún delegado comercial de Kirguistán o Turkmenistán de visita en París, rodeado de compañeros incompetentes y con un jefe completamente enajenado. Pero el protagonista de El frente ruso no se da por vencido: saldrá del agujero, luchará por su sueño y conseguirá un traslado… el día que deje de meter continuamente la pata.
Aunque sea divertido, El frente ruso no es un libro exclusivamente cómico. El protagonista se equivoca y se pone en ridículo cada dos por tres, pero no es un tonto ni un payaso. Al contrario, se trata de un joven inexperto e inocentón, pero inteligente y ambicioso al que, por desgracia, todo le sale mal. Está condenado al fracaso por interesantes que sean sus iniciativas (aunque su bisoñez es una ayuda inestimable para que se cumpla su aciago destino). De hecho, es suficientemente listo como para darse cuenta de qué falla en su vida y hacia dónde se dirige, pero, ¿se puede variar el rumbo que nos impone el entorno, la infancia, la sociedad?
Jean-Claude Lalumière no rehuye los tópicos de las comedias de situación “de oficinas” –el protagonista pardillo, la atractiva secretaria, el informático pasota–, al contrario, los utiliza con inteligencia en su favor cuando le interesa. Pero no se limita a ellos, y combinando su humor sutil con su aguda mirada sabe ir más allá de la caricatura que él mismo ha dibujado, consiguiendo dar vida a sus formas planas.
La narración de las peripecias del joven funcionario está intercalada por la rememoración de una infancia y una adolescencia aburridas, anodinas, asfixiadas por un padre autoritario y una madre sobreprotectora. Estos recuerdos del chico que intenta escapar de la asfixiante atmósfera provinciana soñando con viajar a lomos de viejos ejemplares de Geo, aportan el lado humano y emotivo del libro.
Por otra parte, las complicadas relaciones con sus padres y sus compañeros y su frustración al verse atrapado en un sumidero profesional le dan a la historia una dimensión más reflexiva y amarga de lo esperado. Como les decía, esta novela es bastante más que la sátira de una oficina.
El frente ruso no pasará a la historia de la literatura, ni se trata de un texto imprescindible, pero libros como este son necesarios, porque cumplen una función importante en nuestras vidas. Y, a fin de cuentas, la mayoría de los libros serios tampoco son tan imprescindibles.
Al final, el protagonista, del que no esperábamos más que nos hiciera pasar un buen rato a costa de sus cómicas desgracias, se revela como un símbolo del hombre moderno, que penetra en la inmensa maquinaria social persiguiendo sus sueños y termina atrapado entre los engranajes, sin tiempo ni fuerzas para otra cosa que no sea hacerlos girar, mientras observa como trituran sus esperanzas. Seguramente, cuando llegue a su minúsculo apartamento después del trabajo, le vendrá muy bien un libro como El frente ruso.
Javier BR
javierbr@librosyliteratura.es
Genial Javier, como siempre.
Los libros que parecen más relajados a veces dan una sorpresa y pueden llegar a resultar livianos en algunos momentos mientras que en otras circunstancias de la vida parecen llenos de enseñanzas.
Saludos!
Gracias por tu comentario, Georgina. Es cierto, a veces pensamos que una lectura ligera no puede aportarnos más que un rato de entretenimiento y luego nos dejan pensando.
¿se puede variar el rumbo que nos impone el entorno, la infancia, la sociedad?: si, con terapia.
“que penetra en la inmensa maquinaria social persiguiendo sus sueños y termina atrapado entre los engranajes, sin tiempo ni fuerzas para otra cosa que no sea hacerlos girar, mientras observa como trituran sus esperanzas” (Qué buen fragmento, te lo envidié!!!!! ^^)
La verdad es que si cayera ese libro en mis manos lo leería, me parece muy bueno; y es interesante la cuestión que marcas acerca de eso que nos pasa a la hora de leer, nada de libros divertidos, para eso está la vida. Para leer, los libros serios; tal vez es hora de que se deje de subestimar tanto a los libros divertidos o simples o de verano, o como le llamemos; saludos!
La verdad es que yo he pasado por la misma situación, Javier! Tras varios libros densos, me he tomado un respiro con algo más cómico, sin dejar por ello de tener calidad.
Éste pinta muy bien, y más si viene de la mano de Asteroide.
Un saludo Javier!!
Excelente reseña Javier!
Coincido con lo que decís en los primeros párrafos. Me pasó con Nick Hornby y En picado…que significó un stop del dramatismo de las novelas. No sé porque siempre las buscamos dramáticas y desestimamos las divertida, cuando la función del libro es entretener y el género semejante a la comedia no sólo es difícil de crear (lo mismo en las películas, nunca nominadas a los grandes premios cuando hacer reír con inteligencia es más difícil que escribir un drama).
Hola:
Me gustaria que incluyan en su web info de mi libro.
Soy un escritor Argentino del genero fantástico cosa poco común.
les dejo mis enlaces web.
http://www.pablobanini.com.ar
http://somaelarbol.blogspot.com/
tambien tengo pag en facebook: SOMA el árbol de la vida
un abarzo y espero una respuesta.
La verdad es que mientras más viejo soy, más se me van cayendo los prejuicios sobre todo, especialmente sobre los autores o estilos literarios. Si se piensa bien ¿por qué iba a estar reñida la inteligencia o la sensibilidad con el humor?.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
me cuesta considerar este libro como cómico, es más bien agridulce como dicen en el programa de página 2 dónde le hicieron una entrevista. El tema de la vocación en la profesión es un tema muy de actualidad en este mundo en el que vivimos, con tanto paro y en el que la mayor parte de la gente trabajamos en lo que podemos y no en lo que nos gustaría.
Os dejo el enlace del programa para que podáis ver la entrevista que le hicieron. Un saludo a todos
http://www.rtve.es/television/20110523/escritor-novel-jean-claude-lalumiere/434163.shtml
Completamente de acuerdo, Esther. El frente ruso es un libro que se presenta como cómico, pero desde el principio, aunque casi todo lo que le sucede al protagonista parece sacado de una comedia de situación, el trasfondo es no sólo muy amargo, sino también muy actual.
Gracias por tu comentario.