Hay muchos motivos por los cuales elijo un libro. Porque me llama la trama, porque su autor está entre mis favoritos, porque me han hablado genial de él o incluso porque tiene una edición preciosa que me ha hecho sacar mi vena consumista. Hay muchos y muy variados, pero creo que jamás me había pasado con un libro lo que me ha ocurrido con El guardián de la Torre Esmeralda.
Veréis, hace unos meses firmé un contrato para editar mi novela con Ttitanium. Enseguida empecé a conocer a autores que habían publicado con esa editorial y me propuse ir leyéndolos a todos poco a poco. Cuando tuve la oportunidad, me puse delante de la página dispuesta a meter un libro en la cesta. Pero llegó el problema: la mayoría de ellos llamaba mi atención. Y por muchos motivos distintos —como dije antes—. Y yo, que soy la persona más indecisa del mundo, no supe qué hacer.
Entonces me fijé en ese título, en esa portada verde tan misteriosa y en el nombre de su autor: Andrés Astasio. Me sonaba ese nombre. Me sonaba por haberlo visto en mi timeline de Twitter. Y me sonaba porque es fan de Victoria Álvarez. Fue ese hecho, el hecho de saber que leía libros parecidos a los que me gustaban a mí, el que hizo decantar la balanza esta vez. Así que metí el libro en la cesta y a los pocos días ya lo había devorado. A ver qué me invento la próxima vez…
Ahora, con las aguas calmadas después de unos días de haberlo terminado, me pongo delante del ordenador para recomendaros esta novela que podríamos catalogar como fantástica por el entorno en el que se desarrolla pero cuyo valor más importante es la relación que existe entre sus personajes.
Vereis, todo empieza cuando Louis y Diana tienen que huir del reino donde viven. Una guerra terrible se ha desatado y ella, hija del rey, corre peligro. Louis se va a encargar de que esté a salvo —aunque lo cierto es que ella sola se basta y se sobra para defenderse— y por el camino encontrarán diversos personajes que les ayudarán, o no tanto, en esa huida.
Como decía, lo importante aquí es la relación que existe entre los diferentes personajes. Lo demás es todo una excusa. Quiero decir, habría dado igual que el autor se inventara este mundo nuevo, nos hubiera llevado a la Segunda Guerra Mundial o los hubiera plantado en un planeta posapocalíptico. El contexto habría dado lo mismo, porque lo que nos mantiene atrapados en esta novela es la amistad que se va fraguando, las historias de amor de personajes que aparecen para quedarse, las tensiones que existen entre algunos de ellos. Y, entre todas esas cosas, también destaca y con creces la reivindicación social. Una reivindicación que podríamos trasladar al papel de nuestros días, con un mensaje muy importante tanto social como político.
Como ya le comenté a su autor en su momento, hay una cosa que he echado de menos, y es el pasado de los personajes. Me parece que sus dos protagonistas, sobre todo Diana, tienen un carácter muy marcado que ha tenido que venir de alguna parte. Me encantaría que hubiera una segunda parte donde ese pasado se desarrollara. Y ya, aprovechando esa segunda parte, se nos quitaría la intriga a todos aquellos que nos quedamos con ganas de más cuando llegamos al último capítulo y nos encontramos con lo que nos encontramos.
En definitiva, El guardián de la Torre Esmeralda, de Andrés Astasio, ha sido una novedad que me ha tenido pegada al papel durante un par de días —te aseguro, lector, que no te va a durar más, porque una vez que empieces…— y que me ha dejado con la sensación de saber que este chico va a llegar muy lejos.