Justicia. Valor. Benevolencia. Cortesía. Honestidad. Honor. Lealtad.
Siete virtudes y un único camino: el del guerrero.
El bushido.
Era éste un camino arduo, de origen desconocido, y de principios morales no escritos que moldeaban la vida del guerrero. Máximas grabadas a fuego en el alma, el corazón y la mente de los caballeros del Japón antiguo. Un código moral que albergó y acomodó ideas y conceptos de diferentes fuentes, tanto religiosas como filosóficas. Del budismo tomó la serenidad de afrontar de forma sumisa lo inevitable. La sosegada contemplación por alcanzar la perfección provino del Zen. El compromiso inquebrantable de deberse a una vida de equidad, sencillez y lealtad hacia el soberano además de un amor devoto, no solo para con su patria, sino hacia todos los seres vivos, fue tomado del Sintoísmo. El Confucianismo marcó los preceptos éticos y políticos, además de una profunda veneración por los antepasados.
A estos preceptos comprometían toda su existencia los samuráis; una forma de vida, que además era una seña de identidad de su casta, que acogían con serenidad y complacencia. La lealtad y el honor eran pilares maestros que regían, y sobre los que se apuntalaba, el techado de moralidad del samurái. Si éste cometía deshonra, solo la muerte mediante suicidio ritual podía deshacer el agravio. Pero, ¿y si el agraviado era él? ¿Y si la vileza de un enemigo inhumano aniquilaba una vida de fidelidad? ¿Y si todo lo que amaba le era arrebatado? ¿No sería justo tomar represalias? La venganza en ocasiones también formaba parte del camino.
De ese tipo de venganza, pero también de redención, nos habla David B. Gil en su novela El guerrero a la sombra de cerezo editada por Suma de letras. La novela, de género histórico, pero repleta de aventuras (de las clásicas, de las que dejan marca; cicatriz de por vida), nos traslada a uno de los períodos más convulsos del Japón antiguo. Un Japón que dejaba atrás una guerra civil que lo había desangrado durante cientos de años. El Período Sengoku y sus violentas guerras intestinas parecían ir quedando atrás. Con todo, El Período Edo, con su nuevo gobierno, vivía una calma tensa. No eran pocos los señores feudales que aún movían ficha para conseguir más poder. Aunque ello significara aniquilar un clan.
Seizo Ikeda, hijo pequeño de un señor feudal, es el superviviente de una de esas aniquilaciones, y junto a su vasallo Kenzaburo Arima deberán huir y esconderse. Desterrados, y siempre mirando por encima del hombro a la espera de un nuevo ataque, subvertirán las normas que rigen las clases sociales por el bien común. El servidor se convertirá en maestro. El señor en alumno. Entre ambos gestarán el principio de una dilatada venganza repleta de enseñanzas vitales.
Por otro lado, seguiremos los pasos de Ekei Inafune, un médico algo peculiar y muy abierto de mente que aprendió, de unos jesuitas venidos de occidente, técnicas curativas que levantan no pocas suspicacias entre todos aquellos que solo confían en la medicina tradicional del país. No será este el mayor de sus problemas cuando se vea envuelto en un complot que podría traer de nuevo la guerra entre clanes.
A través de los ojos de estos personajes, y como si pudiéramos no solo desplazarnos en el espacio sino también en el tiempo, exploraremos el Japón de los señores feudales, de los samuráis, de los asesinos que se ocultaban en las sombras y de las concubinas que de amar hacían casi una experiencia extrasensorial. David B. Gil, mediante una prosa sosegada que fluye como la caída de una flor de cerezo, precisa y equilibrada como una katana bien forjada y con la cadencia y profundidad musical de un haiku, nos hace partícipes del rumbo que toma la vida de los diferentes e inolvidables personajes de esta novela. Vidas que son historias, historias que son aventuras que el autor entrelaza, que las hace deambular en paralelo y que solo ata (tras algunos ingeniosos giros argumentales), para gran sorpresa del lector, cuando él cree preciso.
El guerrero a la sombra del cerezo resulta una excelente novela de ficción histórica en la que el autor nos habla de momentos cruciales en las crónicas de un país, de los artesanos de la época, de religión y creencias, de gastronomía, de la medicina que buscaba evolucionar y de las políticas de entonces. Seremos además testigos de ceremonias milenarias como la del té y comprenderemos lo que verdaderamente significaba ser un samurái. Y todo ello explicado con rigor histórico e incluido en la narración de forma precisa, para que nos empapemos de cultura y folclore mientras nos deleitamos con los sucesos que acaecen en la vida del médico, del maestro y del alumno que es instruido. Y a medida que leemos, las aventuras se van sucediendo, las relaciones se van forjando, e inevitablemente, los lectores también quedamos involucrados (gustosamente atrapados, ¡claro que sí!).
Pero El guerrero a la sombra del cerezo también es una historia de marcados contrastes. La venganza que buscan Seizo y Kenzaburo. La redención que Inafune, tipo con muchos secretos, anhela encontrar. La naturaleza indómita de floreada tonalidad y de tersa fragancia. Las ciudades en las que los bajos fondos apestan a sake, sexo y traición. Suntuosos castillos de señores feudales. Pobreza en cada esquina. Muerte mediante katana. Sanación mediante bálsamos. Contrastes que David B. Gil retrata de forma solemne, creando un mundo tangible, tan bucólico y bello como implacable y cruel. Un mundo magnético al que quedaréis enganchados.
El guerrero a la sombra del cerezo es una novela en la que la historia está al servicio de la aventura. Un imprescindible para todo aquel que disfrute con una historia épica. Además goza de unos personajes memorables (como hacía tiempo que no encontraba en un libro), a los cuales veremos envejecer, sufrir, amar, sangrar, llorar… y que tras la última página, una vez alcancemos el final del camino, sentiremos como si nos despidiéramos de nuestros mejores amigos.
Parece muy interesante. Me lo apunto para regalarlo a mi chico que le encantan las historias épicas y le vendrá perfecto como lectura veraniega, muchas gracias por la recomendación.
Hola Letrame.
¡Vaya regalazo le vas a hacer a tu chico! Te aseguro que le encantará. Y una vez lo haya leído él, te recomiendo que tú también lo disfrutes. Y luego volvéis y me comentáis qué os pareció la aventura.
¡Saludos!