El hijo del viento, de Henning Mankell
Aculturación, sincretismo cultural, transculturación. Estos conceptos son uno de los recuerdos más fuertes de lo aprendido durante la secundaria. Por ejemplo, no recuerdo nada de matemáticas pero absolutamente nada. Poco de materias como biología o inclusive de otras especialidades de la modalidad Sociales como Poder y ciudadanía, Espacios Urbanos y blah blah blah. Pero las tres palabras del inicio, a los quince años, se instalaron y cuando me encuentro con libros como El hijo del viento de Henning Menkell, es imposible que no vuelvan a mí.
¿Qué conexión tienen estas definiciones con esta novela de Menkell? Muchísimo. Se trata de palabras que definen ciertos fenómenos sociales cuando una cultura se mezcla con otra y Menkell lo ejemplifica a la perfección con un libro que podría ser complejo, hasta monótono y predecible si se quiere y que no lo es en absoluto.
El contexto es el año 1874, con el continente africano dividido según los intereses de colonización de las grandes potencias. El sueco Hans Bengler decide ir en busca de un insecto único y en su camino se cruza con un compatriota que le presenta a un niño africano, huérfano. Por miedo al posible futuro de este chico, decide llevárselo a Suecia para educarlo de acuerdo a las reglas sociales escandinavas.
Nace a partir de allí Daniel, el chico africano que abandona su tierra y se sube a un barco con un hombre a quien debe llamar Padre. Llega a Suecia y al interactuar con los locales, Hans le advierte de la extrañeza que provoca aunque el propio Daniel se da cuenta frente a los comentarios racistas por su color de piel.
Primero es Bengler quien nos cuenta la historia y en un giro rápido y casi imperceptible, termina siendo Daniel quien expone sus sentimientos y se convierte, de cierta forma, en el narrador de la historia. Este cambio es tan sutil, que ya leídas muchas páginas, el lector es consciente que se piensa la inserción en la cultura –o la dificultad para hacerlo- desde la palabra de quien ha llegado y desconoce algunos comportamientos humanos básicos como usar calzado u orinar en privado.
Lo que sabía de Mankell es que gran parte de sus libros pertenecen al género de novela policial y de algún modo, experimentar a Mankell por primera vez a través de esta faceta ha sido productivo. No sólo la trama de la historia que es un tópico de por sí atractivo, sino también la manera en que conecta a los dos personajes principales diferenciando sus voces sin cambios abruptos y casi silencioso.
La vida de un huérfano africano en Suecia y su esfuerzo inocente por intentar entender a una sociedad que lo trata como ser inferior, conforman el plato fuerte. Sin embargo, también se trata de la añoranza por lo conocido, por la simpleza para resolver las cosas en su lugar.
Lo que hace el autor es contar algo que sucedió cuando los blancos decidieron dominar África. Es lo que las palabras aculturación, transculturación y sincretismo cultural significan ya sea en la imposición de una cultura sobre otra o la llegada de un individuo con sus costumbres a un lugar totalmente opuesto. Tan sólo por no ser un tema sencillo, Mankell lo explica con la naturalidad que posee toda buena novela.
Rosario Arán (rosearan@librosyliteratura.es)
Voy a tener que dejar de pasarme por aquí, que no hay libro que comentéis que no quiera leer. ¡Quiero estirar el tiempo! Grandísima reseña. Otro libro apuntado en mi lista y que espero devorar pronto.
Besotes!!!
Felicitaciones por tu reseña, ya que logró que me de muchas ganas de leer este libro; imaginar las cosas que hará este niño en Suecia es un atractivo ideal para querer leer la historia; además vengo de leer El sueño del Celta de Vargas llosa y también habla sobre los europeos en Africa; sería bueno seguir con la temática.
Saludos!!!
Es una novela deliciosa en que el autor aborda con lirismo, a través de las vivencias de un niño, los procesos complejos que se dan cuando interactúan culturas diferentes.