Reseña del libro “El hijo”, de Gina Berriault
«Desde que nació, siempre había puesto a otras personas por delante y todo su tiempo lo pasaba en compañía de otras personas ante las que trataba de hacerse valer cuando, después de todo, ¿quiénes eran ellos?»
No me esperaba leerme esta novela tan rápido, pero esta historia te sacude por dentro y, aunque te va desvelando con distintas pistas cuál será el final, quieres saber cómo desembocará todo y cómo cambian los personajes, sobre todo su protagonista, durante su desarrollo.
‘El hijo’, la última propuesta de Muñeca Infinita (una editorial que cada vez me gusta más), empieza con la premisa de una mujer, a principios del siglo XX, que se casa muy joven y es abandonada por su marido, que quiere ser actor por encima de todo, al poco tiempo, dejándola sola con el bebé de ambos. Esto marca el tema principal de la novela, la soledad y el abandono, y la personalidad de la protagonista y su comportamiento, sobre todo con ella misma, con su hijo y los hombres que la rodean.
Una mujer que se da cuenta de que vive por y para ellos desde su infancia y más aún cuando crece y se convierte en una adulta. Y que trata constantemente de encontrarse a sí misma en el papel de esposa, madre, hija o hermana, pero no de manera individual como mujer con sueños, aspiraciones y miedos propios. Aunque me ha encantado que les dé lugar e importancia a lo largo de la narración, que su voz sea potente e importe.
Esto me hizo reflexionar, identificarme y ponerme en la piel de cientos de mujeres que, en aquella época, se debieron de sentir igual: sin poder desarrollarse personal y profesionalmente como querían, que no llegaron a saber nunca quiénes eran en realidad fuera de sus relaciones con los hombres. Era la educación que recibían y tampoco les dejaban cuestionarla. Su deber era vivir por y para ellos, y eso a algunas les hizo felices y a otras, no. Incluso, a algunas, como la protagonista de esta historia, las hizo sentir perdidas
Quizá el tema de la maternidad, a pesar del título, no sea el tema principal de esta novela, como os comentaba antes, pero sí juega un papel muy importante en la construcción de la identidad de la protagonista y los miedos y deseos que esto le despierta. No se ve preparada en ningún momento, ya que sus prioridades son otras (como encontrar a un hombre que la acompañe, la quiera, la halague y con el que disfrute), pero, a pesar de ello, nunca se aleja de su hijo. Es una presencia constante a lo largo de la novela y quizás sea la relación más compleja y difícil de entender de toda la historia. Para mí, ha sido la más atrayente y la que más me he esforzado por tratar de entender. Me resultó fascinante cómo la narraba la autora, mostrando esa cercanía y lejanía, y ese cariño y rechazo, al mismo tiempo, que ambos se muestran mutuamente.
La lectura de ‘El hijo’ me ha hecho pensar mucho sobre el papel de la mujer y su identidad como personas en una sociedad que no hace tanto tiempo que dejamos atrás (y con muchos estigmas que seguimos arrastrando desde entonces). De cómo la educación recibida y lo que podían observar en su entorno más cercano llevaba a la mujer a vivir una vida subordinada a los hombres de su vida (padres, hermanos, esposos e hijos), ya sea cuidándolos, seduciéndolos, amándolos o haciéndoles sentir únicos y especiales. Es decir, poniéndose siempre ellas en un segundo plano.
Y, entendiendo la novela desde este punto, es donde comprendes por qué la protagonista podía sentirse perdida y no terminaba de encontrarse a sí misma. Cuando entiendes realmente por qué actúa cómo actúa a lo largo de la novela.